<p>Siete minutos les bastaron a los<strong> cuatro ladrones encapuchados para apoderarse</strong> de nueve preciadas joyas de la <strong>colección de Napoleón y la Emperatriz</strong> en el Louvre. El museo más visitado del mundo había abierto ya sus puertas, a las 9,30 de la mañana, y los «profesionales» aprovecharon la laxitud de la seguridad en la <strong>flamante Galería de Apolo</strong> para apoderarse de dos coronas, broches, diademas, collares y pendientes de un valor incalculable, usando «cortadoras de disco» para romper los cristales de protección.</p>
Los ladrones entraron en la galería de Apolo, que alberga la colección real de piedras preciosas y los diamantes de la corona El Régent, el diamante más grande de la colección, no ha sido robado
Siete minutos les bastaron a los cuatro ladrones encapuchados para apoderarse de nueve preciadas joyas de la colección de Napoleón y la Emperatriz en el Louvre. El museo más visitado del mundo había abierto ya sus puertas, a las 9,30 de la mañana, y los «profesionales» aprovecharon la laxitud de la seguridad en la flamante Galería de Apolo para apoderarse de dos coronas, broches, diademas, collares y pendientes de un valor incalculable, usando «cortadoras de disco» para romper los cristales de protección.
Poco antes habían entrado rompiendo una ventana en la fachada del museo al río Sena, en obras por remodelación. Usando desde la calle un montacargas similar al empleado en las mudanzas, accedieron directamente al primer piso, a la altura exacta de la sala 705 (con la bóveda pintada por Delacroix) donde se exhibían las Joyas de la Corona Francesa.
Fue visto y no visto. Consumada la operación, los asaltantes huyeron a bordo de scooters Yamaha TMax rumbo a la autopista A6, dejando como único vestigio en su huida la corona (rota) de la emperatriz Eugenia con 1.354 diamantes y 56 esmeraldas. La policía de París puso en marcha una de la mayores operaciones de busca y captura de los últimos tiempos, mientras el pánico se desataba entre los visitantes tempraneros del museo cuando anunciaron la evacuación y el cierre provisional del museo «por razones excepcionales».
La fiscal de París Laure Beccuau calificó a los autores como «un comando de crimen organizado» y no descartó la posible «injerencia extranjera». «Tenemos imágenes de videovigilancia del propio museo», aseguró. «La policía especializada está trabajando en la identificación de posibles rastros de ADN». Beccuau confirmó que la vitrina que protege el diamante Regente de 140 quilates, la pieza más preciada de la colección, no había sido siquiera tocada por los asaltantes.
«Recuperaremos las obras y los autores serán llevados ante la justicia», ha dicho el presidente de la República, Emmanuel Macron, en su redes sociales. «Se está haciendo todo lo posible, en todas partes, para lograrlo, bajo la dirección de la fiscalía de París».
Macron ha definido el robo como «un ataque a un patrimonio que apreciamos porque es nuestra historia» y se ha referido al proyecto «Louvre Nouvelle Renaissance», lanzado en enero y que «garantizará la preservación y protección de lo que constituye nuestra memoria y nuestra cultura».
A los franceses, vapuleados por la crisis política, se les atragantó el desayuno el domingo con la noticia del «robo del siglo» en el Louvre (el último había sido en 1998, cuando desapareció una pintura de Camille Corot). Emmanuel Macron fue informado de las operaciones policiales «en tiempo real», mientras Marine Le Pen aprovechaba la oportunidad para denunciar la falta de protección de los edificios históricos: «Cualquier ataque al patrimonio nacional es una herida en el alma francesa».
«Nuestros museos ya no son santuarios», lamentó la presidenta del Museo del Louvre, Laurence des Cars, en un comunicado interno a sus empleados. «El método operativo empleado -rápido, preciso y brutal- confirma que nuestros museos son el objetivo de organizaciones especializadas en el tráfico de obras de arte».
De Cars agradeció el trabajo a «los equipos que estuvieron en primera línea» y a los agentes que «aplicaron el protocolo de seguridad con serenidad y profesionalidad». La presidenta del Louvre confirmó que había solicitado este mismo año estudios detallados a la jefatura de policía para reforzar la seguridad del museo: «Las conclusiones me fueron presentadas recientemente y se sumarán a las medidas ya iniciadas».
La ministra de Cultura, Rachida Dati, reconocía entre tanto que en las últimas cuatro décadas no se han adoptado las medidas necesarias para prevenir robos en los grandes museos franceses. En junio pasado, sin ir más, los trabajadores del museo fueron a la huelga denunciando la falta de personal y la congestión del museo con más de 30.000 visitantes diarios (casi nueve millones al año).
En una comunicación interna al Ministerio de Cultura, Laurence des Cars denunciaba las goteras, las infraestructura envejecida y los cambios de temperatura que hacía peligrar la conservación de las obras de arte, así como el desbordamiento del personal por el número de visitantes.
Emmanuel Macron respondió personalmente en enero anunciando la renovación del museo, incluido un nuevo espacio para la exhibición de la Mona Lisa (que fue por cierto robada en 1911 por un ex trabajador del museo y recuperada dos años después en Florencia). En su intervención aseguró que «la seguridad de las colecciones» sería una prioridad durante la restauración del Louvre.
Los investigadores del robo de las joyas de Napoleón y la Emperatriz han advertido de entrada el «conocimiento interno» del museo que demostraron tener los ladrones, que identificaron el «punto débil» del edificio en obras para perpetrar el asalto relámpago.
«Claramente era un equipo con experiencia que había realizado un reconocimiento previo», declaró el ministro de Interior Laurent Nuñez, que aseguró que las joyas robadas son de «un valor histórico incalculable». «Usaremos todos los medios a nuestro alcance para recuperar el botín», advirtió Nuñez, que máximo responsable policial de París antes de asumir su nuevo cargo la semana pasada.
El hallazgo de la corona rota de emperatriz Eugenia (de Montijo), consorte de Napoleón III, sirvió de relativo alivio. Se trataba de la pieza más preciada del botín, caída accidentalmente o posiblemente abandonada porque dificultaba la huida de los asaltantes. La corona, donada al Louvre, fue adjudicada en una subasta en 1988 por el equivalente a 12 millones de euros. Los expertos consideran que su valor hoy podría ser hasta diez veces mayor.
Entre las joyas robadas figuran una tiara y un collar de zafiros de las reinas María Amelia y Hortensia, un collar de esmeraldas y pendientes también de esmeralda de María Luisa, así como como una tiara, un broche «relicario» y un lazo de corpiño de la emperatriz María Eugenia.
Curiosamente, la joya más preciada de la colección de Napoleón y la Emperatriz, «el Regente», estaba intacto, al igual que la corona de Luis XV con 282 diamantes incrustados y 64 piedras preciosas de colores. Los investigadores no han determinado de momento si los ladrones habían elegido a conciencia las nueve joyas robadas o si tuvieron que renunciar a algunos de sus objetivos más preciados por lo precipitado de la huida.
El robo forzó en cualquier caso el cierre total del museo al menos durante 24 horas. Se desconoce si las pesquisas policiales obligarán a prolongar el cierre total o parcial durante la próxima semana. La Galería Apolo, creada por Luis XIV (el rey Sol) en el siglo XVII con todo el lujo versallesco, ha sido acordonada de momento como «escena del delito».
El Louvre, el museo más popular del mundo (con más de ocho millones de visitantes al año), ha sufrido decena de robos a lo largo de su historia. El más sonado de todos fue el de Mona Lisa en 1911, cuando un ex trabajador del museo (Vicenzo Peruggia) fue capaz de llevarse el lienzo enrollado bajo el abrigo y dejar en su lugar el marco. La obra maestra de Leonardo Da Vinci fue recuperada dos años después en Florencia.
Otro de los robos más sonados ocurrió en 1983, cuando desaparecieron dos piezas de armadura de la era del Renacimiento. El Louvre es el museo más popular del mundo (con más de ocho millones de visitantes al año) y está pasando por obras de remodelación anunciadas este mismo año por el presidente Emmanuel Macron.
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