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  Cine  Daniel Auteuil: “Un actor, si lo hace mal, cae en el ridículo. El abogado, si falla, manda a alguien a la cárcel 20 años”
Cine

Daniel Auteuil: “Un actor, si lo hace mal, cae en el ridículo. El abogado, si falla, manda a alguien a la cárcel 20 años”

mayo 9, 2025
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La pantalla de ordenador salta al encuentro telemático con Daniel Auteuil (Argel, entonces territorio francés, 75 años) y el plano con el que se ha encuadrado es terrible. El corte inferior se ajusta a su barbilla y más de la mitad de la parte superior aparece ocupada por unas vigas y el techo de la habitación. En cuanto empieza la conversación surge la respuesta: un inmenso puro que el actor y ya director de cinco largometrajes saborea con inmenso deleite.

Auteuil se siente jocoso. Utiliza la ironía para alejarse de los focos de su profesión. En los ochenta y noventa no había mayor estrella que él para el cine francés de autor, y sufría una enorme presión. “Me faltaba seguridad y era muy consciente de mi suerte. Así que decidí al menos estar siempre disponible en los rodajes, ser puntual, saberme los diálogos. Que el director de turno apreciara que intentaba hacerlo bien”. ¿Y qué piensa hoy de aquel chaval? “No me veo a menudo. Solo cuando me cruzo alguna de aquellas películas viejas en la tele. Y le observo con simpatía. Mira, poseo un sentido profundo de la profesión, de orgullo y compromiso, de servicio al deseo del director. Lo que pasa es que lo muestro con ligereza”. Está de vuelta de todo.

Cuando era joven me faltaba seguridad. Así que decidí al menos estar siempre disponible en los rodajes, ser puntual, saberme los diálogos»

El actor de El manantial de las colinas, Un corazón en invierno, La reina Margot, Sostiene Pereira o El octavo día en el siglo XX; el intérprete 15 veces candidato a los premios César; el director de cinco películas, tres de ellas adaptaciones de textos del dramaturgo y director Marcel Pagnol (un clásico que se estudia en el colegio en Francia, al que quiere seguir adaptando porque le fascina), estrena ahora un thriller judicial basado en hechos reales: el abogado penalista Jean-Yves Moyart, usando el alias de Maître Mô, escribió un blog sobre sus casos y una recopilación de esos textos se publicó en el libro Au Guet-apens: Chroniques de la Justice Pénale Ordinaire. Uno de esos procesos judiciales llamó la atención de la productora Nelly Auteuil —hija de Daniel y de Emmanuelle Béart—, tanto como para levantar Presunción de inocencia. “Por un lado, fue un regalo; por otro, yo estoy acostumbrado a que un productor me lleve la contraria, pero no a que quien me dijera que no fuera mi propia hija [ríe]. En fin, ha sido un éxito en Francia de taquilla y de premios. No podía defraudar a mi hija. Estoy muy contento con haberla dirigido y protagonizado, aunque yo sea mucho mayor de lo que fue Moyart [fallecido en 2021 a los 53 años]. Espero que en España, que sé que me conocen, la vea mucha gente. Además, tengo que ir a recoger el premio Goya que gané hace años. En su momento no pude viajar a la gala. Es que he llamado y no me lo envían [sic]”.

Grégory Gadebois y Daniel Auteuil, en el filme.

Presunción de inocencia es la historia de un abogado que lleva casi dos décadas sin pisar un tribunal, y que se lanza furioso a la defensa de un amoroso padre de familia numerosa acusado de asesinar a su esposa. Ese hombre necesita tanto al abogado —para poder salir de la cárcel— como el letrado a él —para salvar su vida y su pasión por su profesión—: se abrazan emocionalmente para no ahogarse vitalmente. “Ahí está la clave de la historia, y también a que en general, como dice mi papel, para un letrado no hay monstruos, sino clientes”. ¿Por eso filma a su personaje en planos tan cerrados en su coche, enclaustrado en el vehículo? “Sí, y por eso cuando llegamos al juicio la cámara se abre: ahí encuentra su liberación”.

No es la primera vez que Auteuil encarna a un abogado, pero sí que interpreta ese momento tan cinematográfico del alegato final ante el jurado. “En un momento dado, pudieras creer que un abogado y actor se parecen porque interpretan ante un público. La respuesta es no. Lo que cada uno se juega es muy diferente. No somos tan importantes. El actor, si lo hace mal, cae en el ridículo. El abogado, si falla, manda a alguien a la cárcel durante 20 años. Sí que hay una relación entre la presión que sufre un actor y la que soportan muchas otras profesiones. Y creo que la única tabla de salvación en todos los casos es el talento”.

Daniel Auteuil, en el alegato final de 'Presunción de inocencia'.

En Presunción de inocencia, nunca se usa la palabra feminicidio. “Bueno, fue una decisión que nos pareció lógica. Cierto, la asesinada es una mujer, pero hasta el final no sabremos por qué o por quién. ¿Fue su marido, su amigo el dueño del bar, los dos juntos? Lo mismo pasa con la historia real, que se prolongó en el tiempo con una coda añadida que no puedo desvelar… por el bien de la película», desarrolla Auteuil.

El intérprete disfruta mucho más hablando de la dirección que de la actuación. “Es que me atrae ahora mucho”, y ataca el puro. “Me he esforzado en que el espectador se sienta pegado a los personajes, para casi literalmente meterse dentro de ellos. Ya hemos visto muchos dramas judiciales, así que espero haber aportado algo nuevo”. Y así la conversación navega hacia su carrera como cantante.

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Los últimos tres años, Auteuil los ha pasado viajando por todo el mundo cantando. “Me viene de familia. Mis padres y mis abuelos fueron cantantes de ópera. Y respeto mucho por eso la música. Es más, yo empecé como actor en comedias musicales. Y como cantante grabé varios sencillos, de aquellos vinilos pequeños de 45 r.p.m. Me iba bien compaginando ambas carreras. Pero a los 35 años estrené El manantial de las colinas y su continuación, La venganza de Manon, y tuvieron un éxito descomunal. De repente me llamaron productores de todo el mundo. Me encaminé en esa dirección». Aspira sonriente el puro y prosigue: “Había cierta frustración dentro de mí, y un deseo de retomarlo. A la vez, cierto bloqueo por lo que pensarían los cantantes de verdad. Y les respeto mucho por mi pasado familiar. No me gusta que parezca que quiero hacer de todo, aunque todo lo artístico me atrae. Ahora, reconozco que me lo he pasado muy bien estos tres últimos años, he logrado cierta seguridad actuando en Quebec, en Italia… No he actuado en España. Puede que cuando recoja el Goya”. Llega la despedida y no es cuestión de desvelarle que el premio que hace años no recogió fue el Sant Jordi, no el Goya. “Adieu, monsieur“, exclama un sonriente Auteuil, puro en boca.

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 El francés dirige ‘Presunción de inocencia’, su quinta película como realizador y en la que encarna a un letrado desesperado por lograr la absolución de su cliente, acusado de asesinar a su esposa  

La pantalla de ordenador salta al encuentro telemático con Daniel Auteuil (Argel, entonces territorio francés, 75 años) y el plano con el que se ha encuadrado es terrible. El corte inferior se ajusta a su barbilla y más de la mitad de la parte superior aparece ocupada por unas vigas y el techo de la habitación. En cuanto empieza la conversación surge la respuesta: un inmenso puro que el actor y ya director de cinco largometrajes saborea con inmenso deleite.

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Auteuil se siente jocoso. Utiliza la ironía para alejarse de los focos de su profesión. En los ochenta y noventa no había mayor estrella que él para el cine francés de autor, y sufría una enorme presión. “Me faltaba seguridad y era muy consciente de mi suerte. Así que decidí al menos estar siempre disponible en los rodajes, ser puntual, saberme los diálogos. Que el director de turno apreciara que intentaba hacerlo bien”. ¿Y qué piensa hoy de aquel chaval? “No me veo a menudo. Solo cuando me cruzo alguna de aquellas películas viejas en la tele. Y le observo con simpatía. Mira, poseo un sentido profundo de la profesión, de orgullo y compromiso, de servicio al deseo del director. Lo que pasa es que lo muestro con ligereza”. Está de vuelta de todo.

Cuando era joven me faltaba seguridad. Así que decidí al menos estar siempre disponible en los rodajes, ser puntual, saberme los diálogos»

El actor de El manantial de las colinas, Un corazón en invierno, La reina Margot, Sostiene Pereira o El octavo día en el siglo XX; el intérprete 15 veces candidato a los premios César; el director de cinco películas, tres de ellas adaptaciones de textos del dramaturgo y director Marcel Pagnol (un clásico que se estudia en el colegio en Francia, al que quiere seguir adaptando porque le fascina), estrena ahora un thriller judicial basado en hechos reales: el abogado penalista Jean-Yves Moyart, usando el alias de Maître Mô, escribió un blog sobre sus casos y una recopilación de esos textos se publicó en el libro Au Guet-apens: Chroniques de la Justice Pénale Ordinaire. Uno de esos procesos judiciales llamó la atención de la productora Nelly Auteuil —hija de Daniel y de Emmanuelle Béart—, tanto como para levantar Presunción de inocencia. “Por un lado, fue un regalo; por otro, yo estoy acostumbrado a que un productor me lleve la contraria, pero no a que quien me dijera que no fuera mi propia hija [ríe]. En fin, ha sido un éxito en Francia de taquilla y de premios. No podía defraudar a mi hija. Estoy muy contento con haberla dirigido y protagonizado, aunque yo sea mucho mayor de lo que fue Moyart [fallecido en 2021 a los 53 años]. Espero que en España, que sé que me conocen, la vea mucha gente. Además, tengo que ir a recoger el premio Goya que gané hace años. En su momento no pude viajar a la gala. Es que he llamado y no me lo envían [sic]”.

Grégory Gadebois y Daniel Auteuil, en el filme.
Grégory Gadebois y Daniel Auteuil, en el filme.

Presunción de inocencia es la historia de un abogado que lleva casi dos décadas sin pisar un tribunal, y que se lanza furioso a la defensa de un amoroso padre de familia numerosa acusado de asesinar a su esposa. Ese hombre necesita tanto al abogado —para poder salir de la cárcel— como el letrado a él —para salvar su vida y su pasión por su profesión—: se abrazan emocionalmente para no ahogarse vitalmente. “Ahí está la clave de la historia, y también a que en general, como dice mi papel, para un letrado no hay monstruos, sino clientes”. ¿Por eso filma a su personaje en planos tan cerrados en su coche, enclaustrado en el vehículo? “Sí, y por eso cuando llegamos al juicio la cámara se abre: ahí encuentra su liberación”.

No es la primera vez que Auteuil encarna a un abogado, pero sí que interpreta ese momento tan cinematográfico del alegato final ante el jurado. “En un momento dado, pudieras creer que un abogado y actor se parecen porque interpretan ante un público. La respuesta es no. Lo que cada uno se juega es muy diferente. No somos tan importantes. El actor, si lo hace mal, cae en el ridículo. El abogado, si falla, manda a alguien a la cárcel durante 20 años. Sí que hay una relación entre la presión que sufre un actor y la que soportan muchas otras profesiones. Y creo que la única tabla de salvación en todos los casos es el talento”.

Daniel Auteuil, en el alegato final de 'Presunción de inocencia'.
Daniel Auteuil, en el alegato final de ‘Presunción de inocencia’.

En Presunción de inocencia, nunca se usa la palabra feminicidio. “Bueno, fue una decisión que nos pareció lógica. Cierto, la asesinada es una mujer, pero hasta el final no sabremos por qué o por quién. ¿Fue su marido, su amigo el dueño del bar, los dos juntos? Lo mismo pasa con la historia real, que se prolongó en el tiempo con una coda añadida que no puedo desvelar… por el bien de la película», desarrolla Auteuil.

El intérprete disfruta mucho más hablando de la dirección que de la actuación. “Es que me atrae ahora mucho”, y ataca el puro. “Me he esforzado en que el espectador se sienta pegado a los personajes, para casi literalmente meterse dentro de ellos. Ya hemos visto muchos dramas judiciales, así que espero haber aportado algo nuevo”. Y así la conversación navega hacia su carrera como cantante.

Los últimos tres años, Auteuil los ha pasado viajando por todo el mundo cantando. “Me viene de familia. Mis padres y mis abuelos fueron cantantes de ópera. Y respeto mucho por eso la música. Es más, yo empecé como actor en comedias musicales. Y como cantante grabé varios sencillos, de aquellos vinilos pequeños de 45 r.p.m. Me iba bien compaginando ambas carreras. Pero a los 35 años estrené El manantial de las colinas y su continuación, La venganza de Manon, y tuvieron un éxito descomunal. De repente me llamaron productores de todo el mundo. Me encaminé en esa dirección». Aspira sonriente el puro y prosigue: “Había cierta frustración dentro de mí, y un deseo de retomarlo. A la vez, cierto bloqueo por lo que pensarían los cantantes de verdad. Y les respeto mucho por mi pasado familiar. No me gusta que parezca que quiero hacer de todo, aunque todo lo artístico me atrae. Ahora, reconozco que me lo he pasado muy bien estos tres últimos años, he logrado cierta seguridad actuando en Quebec, en Italia… No he actuado en España. Puede que cuando recoja el Goya”. Llega la despedida y no es cuestión de desvelarle que el premio que hace años no recogió fue el Sant Jordi, no el Goya. “Adieu, monsieur“, exclama un sonriente Auteuil, puro en boca.

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