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  Arte  De Beirut a California, el viaje singular de Artemisia Gentileschi: así acabó una pintura de la artista italiana en el museo Getty de Los Ángeles
Arte

De Beirut a California, el viaje singular de Artemisia Gentileschi: así acabó una pintura de la artista italiana en el museo Getty de Los Ángeles

julio 27, 2025
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En esta historia, es difícil empezar por el principio. Porque el principio puede ser, quizá, el final del siglo XVI, con la llegada al mundo de la artista Artemisia Gentileschi, hija de pintor Francesco Gentileschi, amiga de reyes y prohombres, una de las escasas mujeres reconocidas en el mundo de la pintura mundial. Pero el principio también puede ser el final: la exposición desde el pasado 10 de junio de una de sus principales obras, Hércules y Onfalia, en el museo Getty de Los Ángeles, en California, muy lejos de su Italia natal, pero más aún del lugar al que pertenece esta pieza ahora, Beirut.

Porque probablemente ahí esté el origen de esta historia. En Beirut, esa ciudad mediterránea tantas veces maltratada y arrasada, la última en 2020. Hace ahora cinco años, la tarde del martes 4 de agosto, una inmensa explosión, causada por casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio, arrasó con todo a su paso. Como el palacio Sursock, una residencia particular con siglo y medio de historia tras cuyas paredes se guardaban importantes grandes obras de arte. Entre ellas, estaba Hércules y Onfalia, en un pobre estado de conservación tras décadas en la residencia, donde no estaba expuesta al público. La explosión la dejó más que tocada: desgarros, trozos de lienzo desaparecidos, suciedad y polvo. Tanto como para que sus dueños dieran un paso adelante: necesitaban ayuda. Y ahí es donde entra, inesperadamente, la remota California.

Un artículo en una revista del gremio, Apollo, puso sobre la pista a Ulrich Birkmaier, alemán, jefe de conservación del Getty, y a Davide Gasparotto, italiano, responsable de pintura del centro. El primero fue el encargado de viajar hasta Beirut para ver el cuadro. Le impresionó porque los daños eran importantes. Entonces, la institución, con casi 30 años de historia, alcanzó un acuerdo con la familia: lo llevarían a California el tiempo necesario para restaurarlo, lo expondrían y, después, lo devolverían a la familia en las mejores condiciones posibles. Ahora acaban de cumplir las dos primeras partes del pacto: la obra ha sido restaurada casi milagrosamente. Se puede ver en el Getty hasta mediados de septiembre; después, viajará 3.700 kilómetros hasta Ohio, para ser expuesta en el Museo de Arte de Columbus. Esta institución ha prestado otra artemisia para la exposición de Los Ángeles y, a cambio, las podrá exponer las dos. Finalmente, tal como prometió Birkmaier a sus legítimos propietarios, la pieza regresará a Beirut en 2027. Y ahí, por fin, podrá verse en público.

Composición fotográfica con el antes (arriba) y el después (abajo) de la restauración del cuadro 'Hércules y Onfalia', de Artemisia Gentileschi, restaurado por el Getty Center de Los Ángeles, California.

Muy pocas personas habían visto el cuadro antes de su restauración. De hecho, no fue hasta 1992 cuando fue atribuido a Artemisia Gentileschi. Los Sursock tienen un museo con su nombre, pero esta obra estaba en su palacio privado. Así que Gasparotto se decidió a escribir a los propietarios. “Y se emocionaron muchísimo”, relatan Birkmaier y Gasparotto. “Ya estaban preparando la pintura para enviarla a un tratamiento de restauración en Italia, pero cuando les dijimos que estábamos dispuestos a restaurarla gratis…”. Un momento: ¿gratis? “Sí, sí”, cuenta Birkmaier. “Tenemos un grupo maravilloso, el consejo de pintura, entusiastas del arte que apoyan el tratamiento de conservación, y que aportan dinero para proyectos como este”, relata.

La nonagenaria propietaria del palacio, lady Cochrane, sobrevivió a la explosión de 2020, pero falleció unas semanas después. Siempre tuvo claro que esa obra era una gentileschi. Cuando Birkmaier la vio, tampoco tuvo dudas. “Podías apreciar en la calidad de la pintura, el estilo, las marcas… que era un artemisia”, comenta, todavía maravillado por la obra. “Solo lo habíamos visto en fotos, y fue cuando vi a mi colega Davide [Gasparotto] cuando le sugerí contactar con la familia para ver si necesitaban asistencia en el tratamiento y la conservación”. Gasparotto tampoco dudó. “Hay motivos claros: el modo en que coloca las mangas, el cuello, el encaje…“, va señalando. “Creo que si se compara con otras pinturas de Nápoles de mediados de 1630, no hay duda de que es ella”, afirma; de hecho, tiene claro que es puramente de Gentileschi, y no una colaboración de su taller. Además, ha revisado documentos de 1699 de una colección napolitana en los que se habla de una obra del mismo tema: “Diría con mucha seguridad que se referían a esta”.

Eso fue una vez que acabó la peor parte de la pandemia. Tras examinarlo en Beirut, rememora Birkmaier que estaba “en muy malas condiciones”. Ya en 2022, el cuadro voló al Getty. Reconocen que fue fácil gestionar los permisos y traerlo, con cuidado y en avión, de Beirut a Fráncfort, de Fráncfort a Los Ángeles, en un 747, en un par de días. Ahí empezaron a quitar una capa superior de pintura, supuestamente protectora, y se encontraron con enormes daños, aunque también confirmaron, por si quedaba alguna duda, que efectivamente era obra de Gentileschi.

El daño era inmenso, con terribles desgarros, especialmente en las rodillas de Hércules, en una zona intermedia del cuadro y en los brazos y la falda de Onfalia. Así lo muestra una reproducción a gran tamaño del original, en la misma sala donde brilla como nuevo el ya restaurado. El proceso puede verse, además, en un vídeo en la sala.

“Fue difícil por el tamaño de la obra y la extensión del daño. Fue incluso peor, porque había otras restauraciones encima”, relata el conservador, que señala también los cristales que estaban clavados en el cuadro, hoy expuestos en una vitrina. Además de estar muy oscurecida por la suciedad del paso de los siglos, estaba reforzado con un segundo lienzo, pegados el uno al otro, y también al menos un par de viejas restauraciones que la habían dañado. De hecho, en algunas zonas hubo que hacer prácticamente una reconstrucción: “Había muchas pérdidas de pintura, pero no de la explosión. Junto al borde inferior, por ejemplo; todo el pie está repintado. Los dedos se habían perdido, básicamente”.

A la izquierda, muestras milimétricas tomadas para analizar el cuadro 'Hércules y Onfalia' de Artemisia Gentileschi; a la derecha, cristales que se clavaron en la obra tras la explosión de Beirut de agosto de 2020.

El cuidado ha sido máximo. El lienzo ha pasado por rayos X y se han realizado lo que llaman “secciones cruzadas”, es decir, se han extraído partes diminutas del cuadro, apenas unas milimétricas motas, para observar con microscopio el material del que está hecho.

Durante los últimos tres años, Birkmaier ha pasado la mayor parte de sus horas junto a él, laborables y no laborables. Así fue hasta el último día antes de exponerse en público, y no promete que sea la última vez. Bromea el alemán con que su mujer e hijos llegaron a tenerle ciertos celos a la obra: “Es una de las conservaciones en las que más privilegiado me he sentido”, sonríe. “Construyes una relación especial con la artista cuando trabajas en sus pinturas, y yo amo el trabajo de Artemisia”, reconoce.

Gentileschi, como explica Gasparotto, se codeó con lo más granado de las cortes napolitana, española y británica, con los Medici, con la Santa Sede. Cree que debió de conocer a Velázquez, y que pintó un cuadro para Felipe IV que se quemó en el Alcázar. No tuvo una vida fácil: fue violada en su juventud; estuvo casada, pero tuvo a su hija sola; pasó por dificultades financieras. “Fue excepcional. Estaba sola, por su cuenta, completamente”, reflexiona el italiano.

Ahora, grandes instituciones culturales como el Museo de Roma, la Galería Nacional de Londres o el Museo del Prado de Madrid la recuperan. En el Getty, además de este Hércules y Onfalia cuelgan estos días más obras suyas: una Lucrecia, propiedad del museo; Susana y los viejos, de una colección privada (restaurada por la Galería Nacional de Londres); Betsabé y David, del Museo de Arte de Columbus (Ohio); y un pequeño autorretrato de la autora, también de una colección privada.

Los cuadros 'Betsabé y David' y 'Susana y los viejos', de Artemisia Gentileschi, expuestos en el Getty Center de Los Ángeles, California.

La muestra pasará a Ohio la próxima primavera y de ahí el cuadro regresará a su hogar: Beirut. “Es una ciudad preciosa, increíble. He estado dos veces desde 2022, y creo que su gente tiene que disfrutar, tienen derecho a ello”, argumenta Birkmaier. “Tienen que poder alzarse de nuevo, atraer el turismo otra vez”. Al final, como reconocen, todos salen ganando: tanto las privilegiadas manos que han podido hacer un complejo y largo trabajo, como Beirut, por exponerlo al público por primera vez; así como los espectadores que podrán disfrutar de él en varias partes del mundo.

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 Una obra inédita de la pintora, que sufrió daños en la explosión en Líbano en 2020, ha sido restaurada durante tres años por el museo californiano y regresará a Beirut tras ser expuesta  

En esta historia, es difícil empezar por el principio. Porque el principio puede ser, quizá, el final del siglo XVI, con la llegada al mundo de la artista Artemisia Gentileschi, hija de pintor Francesco Gentileschi, amiga de reyes y prohombres, una de las escasas mujeres reconocidas en el mundo de la pintura mundial. Pero el principio también puede ser el final: la exposición desde el pasado 10 de junio de una de sus principales obras, Hércules y Onfalia, en el museo Getty de Los Ángeles, en California, muy lejos de su Italia natal, pero más aún del lugar al que pertenece esta pieza ahora, Beirut.

Porque probablemente ahí esté el origen de esta historia. En Beirut, esa ciudad mediterránea tantas veces maltratada y arrasada, la última en 2020. Hace ahora cinco años, la tarde del martes 4 de agosto, una inmensa explosión, causada por casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio, arrasó con todo a su paso. Como el palacio Sursock, una residencia particular con siglo y medio de historia tras cuyas paredes se guardaban importantes grandes obras de arte. Entre ellas, estaba Hércules y Onfalia, en un pobre estado de conservación tras décadas en la residencia, donde no estaba expuesta al público. La explosión la dejó más que tocada: desgarros, trozos de lienzo desaparecidos, suciedad y polvo. Tanto como para que sus dueños dieran un paso adelante: necesitaban ayuda. Y ahí es donde entra, inesperadamente, la remota California.

Un artículo en una revista del gremio, Apollo, puso sobre la pista a Ulrich Birkmaier, alemán, jefe de conservación del Getty, y a Davide Gasparotto, italiano, responsable de pintura del centro. El primero fue el encargado de viajar hasta Beirut para ver el cuadro. Le impresionó porque los daños eran importantes. Entonces, la institución, con casi 30 años de historia, alcanzó un acuerdo con la familia: lo llevarían a California el tiempo necesario para restaurarlo, lo expondrían y, después, lo devolverían a la familia en las mejores condiciones posibles. Ahora acaban de cumplir las dos primeras partes del pacto: la obra ha sido restaurada casi milagrosamente. Se puede ver en el Getty hasta mediados de septiembre; después, viajará 3.700 kilómetros hasta Ohio, para ser expuesta en el Museo de Arte de Columbus. Esta institución ha prestado otra artemisia para la exposición de Los Ángeles y, a cambio, las podrá exponer las dos. Finalmente, tal como prometió Birkmaier a sus legítimos propietarios, la pieza regresará a Beirut en 2027. Y ahí, por fin, podrá verse en público.

Composición fotográfica con el antes (arriba) y el después (abajo) de la restauración del cuadro 'Hércules y Onfalia', de Artemisia Gentileschi, restaurado por el Getty Center de Los Ángeles, California.

Muy pocas personas habían visto el cuadro antes de su restauración. De hecho, no fue hasta 1992 cuando fue atribuido a Artemisia Gentileschi. Los Sursock tienen un museo con su nombre, pero esta obra estaba en su palacio privado. Así que Gasparotto se decidió a escribir a los propietarios. “Y se emocionaron muchísimo”, relatan Birkmaier y Gasparotto. “Ya estaban preparando la pintura para enviarla a un tratamiento de restauración en Italia, pero cuando les dijimos que estábamos dispuestos a restaurarla gratis…”. Un momento: ¿gratis? “Sí, sí”, cuenta Birkmaier. “Tenemos un grupo maravilloso, el consejo de pintura, entusiastas del arte que apoyan el tratamiento de conservación, y que aportan dinero para proyectos como este”, relata.

La nonagenaria propietaria del palacio, lady Cochrane, sobrevivió a la explosión de 2020, pero falleció unas semanas después. Siempre tuvo claro que esa obra era una gentileschi. Cuando Birkmaier la vio, tampoco tuvo dudas. “Podías apreciar en la calidad de la pintura, el estilo, las marcas… que era un artemisia”, comenta, todavía maravillado por la obra. “Solo lo habíamos visto en fotos, y fue cuando vi a mi colega Davide [Gasparotto] cuando le sugerí contactar con la familia para ver si necesitaban asistencia en el tratamiento y la conservación”. Gasparotto tampoco dudó. “Hay motivos claros: el modo en que coloca las mangas, el cuello, el encaje…“, va señalando. “Creo que si se compara con otras pinturas de Nápoles de mediados de 1630, no hay duda de que es ella”, afirma; de hecho, tiene claro que es puramente de Gentileschi, y no una colaboración de su taller. Además, ha revisado documentos de 1699 de una colección napolitana en los que se habla de una obra del mismo tema: “Diría con mucha seguridad que se referían a esta”.

Eso fue una vez que acabó la peor parte de la pandemia. Tras examinarlo en Beirut, rememora Birkmaier que estaba “en muy malas condiciones”. Ya en 2022, el cuadro voló al Getty. Reconocen que fue fácil gestionar los permisos y traerlo, con cuidado y en avión, de Beirut a Fráncfort, de Fráncfort a Los Ángeles, en un 747, en un par de días. Ahí empezaron a quitar una capa superior de pintura, supuestamente protectora, y se encontraron con enormes daños, aunque también confirmaron, por si quedaba alguna duda, que efectivamente era obra de Gentileschi.

El daño era inmenso, con terribles desgarros, especialmente en las rodillas de Hércules, en una zona intermedia del cuadro y en los brazos y la falda de Onfalia. Así lo muestra una reproducción a gran tamaño del original, en la misma sala donde brilla como nuevo el ya restaurado. El proceso puede verse, además, en un vídeo en la sala.

“Fue difícil por el tamaño de la obra y la extensión del daño. Fue incluso peor, porque había otras restauraciones encima”, relata el conservador, que señala también los cristales que estaban clavados en el cuadro, hoy expuestos en una vitrina. Además de estar muy oscurecida por la suciedad del paso de los siglos, estaba reforzado con un segundo lienzo, pegados el uno al otro, y también al menos un par de viejas restauraciones que la habían dañado. De hecho, en algunas zonas hubo que hacer prácticamente una reconstrucción: “Había muchas pérdidas de pintura, pero no de la explosión. Junto al borde inferior, por ejemplo; todo el pie está repintado. Los dedos se habían perdido, básicamente”.

A la izquierda, muestras milimétricas tomadas para analizar el cuadro 'Hércules y Onfalia' de Artemisia Gentileschi; a la derecha, cristales que se clavaron en la obra tras la explosión de Beirut de agosto de 2020.

El cuidado ha sido máximo. El lienzo ha pasado por rayos X y se han realizado lo que llaman “secciones cruzadas”, es decir, se han extraído partes diminutas del cuadro, apenas unas milimétricas motas, para observar con microscopio el material del que está hecho.

Durante los últimos tres años, Birkmaier ha pasado la mayor parte de sus horas junto a él, laborables y no laborables. Así fue hasta el último día antes de exponerse en público, y no promete que sea la última vez. Bromea el alemán con que su mujer e hijos llegaron a tenerle ciertos celos a la obra: “Es una de las conservaciones en las que más privilegiado me he sentido”, sonríe. “Construyes una relación especial con la artista cuando trabajas en sus pinturas, y yo amo el trabajo de Artemisia”, reconoce.

Gentileschi, como explica Gasparotto, se codeó con lo más granado de las cortes napolitana, española y británica, con los Medici, con la Santa Sede. Cree que debió de conocer a Velázquez, y que pintó un cuadro para Felipe IV que se quemó en el Alcázar. No tuvo una vida fácil: fue violada en su juventud; estuvo casada, pero tuvo a su hija sola; pasó por dificultades financieras. “Fue excepcional. Estaba sola, por su cuenta, completamente”, reflexiona el italiano.

Ahora, grandes instituciones culturales como el Museo de Roma, la Galería Nacional de Londres o el Museo del Prado de Madrid la recuperan. En el Getty, además de este Hércules y Onfalia cuelgan estos días más obras suyas: una Lucrecia, propiedad del museo; Susana y los viejos, de una colección privada (restaurada por la Galería Nacional de Londres); Betsabé y David, del Museo de Arte de Columbus (Ohio); y un pequeño autorretrato de la autora, también de una colección privada.

Los cuadros 'Betsabé y David' y 'Susana y los viejos', de Artemisia Gentileschi, expuestos en el Getty Center de Los Ángeles, California.

La muestra pasará a Ohio la próxima primavera y de ahí el cuadro regresará a su hogar: Beirut. “Es una ciudad preciosa, increíble. He estado dos veces desde 2022, y creo que su gente tiene que disfrutar, tienen derecho a ello”, argumenta Birkmaier. “Tienen que poder alzarse de nuevo, atraer el turismo otra vez”. Al final, como reconocen, todos salen ganando: tanto las privilegiadas manos que han podido hacer un complejo y largo trabajo, como Beirut, por exponerlo al público por primera vez; así como los espectadores que podrán disfrutar de él en varias partes del mundo.

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