<p>El día que la pandemia echó el cierre de las <strong>salas de cine</strong>, sus dueños no sabían que cinco años después seguirían aún tratando de identificar de dónde había llegado el golpe y, sobre todo, cómo levantarse tras recibirlo. Pero esa es la realidad. Y cada estadística cultural es una losa para unos espacios que <strong>ni han recuperado sus tasas de asistencia en un lustro ni su facturación, ni están cerca de conseguirlo</strong>. Mientras, cada día se consumen más películas… desde el salón de casa.</p>
Las salas de cine no remontan tras la pandemia y sigue bajando la venta de entradas. «Lo que tenemos que hacer es frenar la dependencia del cine americano y apoyar el producto nacional»
El día que la pandemia echó el cierre de las salas de cine, sus dueños no sabían que cinco años después seguirían aún tratando de identificar de dónde había llegado el golpe y, sobre todo, cómo levantarse tras recibirlo. Pero esa es la realidad. Y cada estadística cultural es una losa para unos espacios que ni han recuperado sus tasas de asistencia en un lustro ni su facturación, ni están cerca de conseguirlo. Mientras, cada día se consumen más películas… desde el salón de casa.
En 2019, las salas de cine españolas cerraban el año rondando los 100 millones de entradas vendidas. En 2022, 2023 y 2024 -años ya sin las restricciones de la pandemia- esa cifra rondaba los 75 millones, una caída del 25%. En 2025, según distintas fuentes del sector, parece que estará más cerca de los 70 que de los 75 millones al cierre del ejercicio, lo que acercaría la caída con respecto a los niveles precovid al 30%. Porque la taquilla, que al principio de 2025 parecía llevar buen ritmo, desde el verano se ha frenado y las grandes apuestas de los Estados Unidos -históricamente las que marcan mejores datos- no han sumado buenos números salvo en títulos muy concretos.
«Hay que acostumbrarse a que el mercado se ha reducido, pero lo que tenemos que hacer es frenar esa dependencia que tenemos del cine americano. Tenemos que apoyar el producto nacional porque es el que nos va a permitir amortiguar ciertas carencias», afirma Álvaro Postigo, presidente de la Federación de Cines de España (FECE). Y lo complementa Adolfo Blanco, CEO de A Contracorriente Films, propietaria de los Cines Verdi de Madrid: «Los datos de nuestros cines no son ni mucho menos catastróficos, pero que no llueva en nuestras salas no quiere decir que no seamos conscientes del tormentón que hay alrededor. Y, por lo tanto, estamos preocupados. A la gente le gusta cada vez más el cine, eso es una realidad, pero han perdido el hábito de venir a la sala. Y se necesita que alguien tome la iniciativa de identificar los problemas y de proponer soluciones de corto, medio y largo plazo».
España acumula en estos momentos 760 locales dedicados al cine, el dato más alto de la última década, de los que unos 350 son cines comerciales, según los datos del Censo de cines de AIMC. Pero el número de pantallas, 3.562, son 64 menos que en 2022 y las butacas, 632.080, son casi 70.000 menos que hace una década. Es decir, que los cines cada vez son más pequeños. Y aún así el porcentaje medio de ocupación en todo el país, según FECE, no llega al 10% en este momento. Los índices de asistencia, según la Encuesta de hábitos y prácticas culturales del Ministerio de Cultura, sigue nueve puntos por debajo del año previo a la pandemia y es el único sector que no ha recuperado esas cifras.
«Lo que nosotros estamos observando es que existe una saturación de estrenos cada semana en los cines que provoca que no tengan visibilidad para los espectadores. Los espectadores/consumidores perciben confusión en el modo de acceder a los contenidos. Es decir: qué, cuándo y dónde se proyectan las peliculas debido a esa saturación», aporta David Rodríguez, general manager para España y Portugal del medidor de audiencias Comscore Movies.
Esa es la presentación del problema al que se enfrentan las salas de cine, según reflejan los datos. Los expertos del sector dibujan un cóctel de causas que han construido el actual escenario. La primera, una pandemia mundial. La segunda, el terreno ganado por las plataformas, la mejoría de las pantallas caseras y el consumo ilimitado de películas en casa con solo pulsar el mando. La tercera, derivada también en parte del covid, la generación de adolescentes que no ha llegado a las salas con sus amigos por estar estas cerradas. La cuarta, la falta de ayudas económicas.
«Las películas trascienden cuando consiguen atraer al público joven porque el público adulto ya lo tenemos. Se ve bien en el cine español. Sirat y Los domingos han llegado a esa generación y ahí están. Yo estoy obsesionado con atraer al público joven, hago campañas de socios en la Universidad aquí en Oviedo, voy a hacer un ciclo con esa universidad y estoy dispuesto a perder dinero, a pagar derechos de películas, con tal de que la gente joven venga al cine, lo conozca, les mole y puedan volver«, detalla Fernando Lobo, responsable de programación de los cines Embajadores, que abrieron en 2020 en Madrid y, con su concepto de cine de barrio, ya están en Oviedo y Santander a la espera de abrir en 2026 en Logroño.
Una de las propuestas que plantean los exhibidores es que se repliquen los modelos del cine sénior, un precio muy bajo un día a la semana, pero centrado en esos jóvenes. «Hay que hacer lo que sea para recuperar a la generación que hemos perdido, no hablo solo de chavales de 15 años, también me refiero a los que no han llegado a los 30. Eso pasa, primero, por la educación y por un programa realmente atractivo para que sea imposible sentir rechazo por ir al cine. Y si hay que hacerlo con esa bajada de precios lo haremos. Pero alguien tiene que coger ese toro por los cuernos», ahonda Adolfo Blanco.
Entre las alegaciones que FECE introdujo a la Ley del Cine, bloqueada en el Congreso pese a que el ministro, Ernest Urtasun, se comprometió a tenerla aprobada este año, está blindar con la legislación las ventanas de exhibición, es decir, los días que se deben mantener las películas en las salas. La propuesta recogía, como medida para defender a los exhibidores, 100 días obligatorios. «Todos debemos jugar con las mismas reglas. Francia ya lo tiene así y no podemos permitir que desde fuera de nuestras fronteras un señor o un estudio diga que van a ser 35 días porque él lo decide. Hay que proteger nuestas salas porque sino, según está el mercado, tendremos cierres. Y no hablo de salas antiguas, me refiero a salas con menos de 20 años de antigüedad«, apunta Álvaro Postigo.
Y ahora la gran pregunta: ¿cómo se mira hacia el futuro en este escenario? «El cine lleva toda la vida y nunca va a morir porque es un acto de romanticismo. Aunque se venda Warner, tampoco así se va a morir. Pero a las salas nos gustaría poder mirar al futuro con un poquito más de esperanza que la que tenemos. Y eso que nosotros estamos encantados con nuestro modelo», reconoce Fernando Lobo. «No tengo ninguna duda de que el cine va a aguantar. Yo llevo más de 30 años en esto y ya he visto tocar suelo con el vídeo, luego en 2012… Esta vez nos está costando más, pero no tengo ninguna duda de que vamos a resistir. La cuestión es con qué nivel de sufrimiento, pero nuestro trabajo es que sea el menor posible para las salas y para los espectadores», agrega el director de FECE. Y cierra Adolfo Blanco: «Yo creo que las plataformas han hecho que la gente se enganche al cine o a las series, que es lo mismo, que esté mucho más preparada para disfrutar de esto. Y ahí estaremos nosotros para cuando esa gente descubra el cine porque aquí hay un tema social y de que ningún home cinema te ofrece lo que te da una sala de cine. A explicar eso nos tienen que ayudar las instituciones públicas y el ministro de Cultura».
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