Eduardo Casanova (Madrid, 33 años) no necesita presentación porque lleva 20 años haciendo cosas a la vista de todos. Probablemente demasiadas. Series de máxima audiencia, entrevistas, alfombras rojas, talent shows y películas raras y personalísimas. “Tengo una adicción al trabajo importante que tengo que tratar”, confiesa nada más comenzar la conversación. Acaba de hacer otra cosa: el documental Al margen, un proyecto casi de guerrilla en la que con una cámara de ojo de pez comienza interesándose por Moisés, el hombre cuyo rostro quedó deformado tras quemarse a lo bonzo en Madrid en 2010, y acaba descubriendo todo un mundo de precariedad, violencia y paranoia y a un protagonista que de una secuencia a otra pasa de ser una víctima a un auténtico villano sin dejar de ser nunca una víctima.
Cuando comenzamos a hablar del documental, que se estrenó anoche en el festival madrileño Rizoma, la primera pregunta la hace él: “¿te ha parecido lento?”. Parece preocuparle la extensión de las cosas. “Intento que todas mis películas sean cortas. La piedad duraba una hora y veinticinco y ya me asustaba. Creo que en este momento no tenemos capacidad para ver películas largas”.
¿Por qué cree que ya no soportamos dos horas frente a una película? La lectura de todo lo que está pasando, la única posible, es entender que las cosas son así, aceptarlas, adaptarse a ellas y hacer las cosas lo mejor posible. Acuérdate de cuando estaba la censura en España. Pues ahí nació el cuplé, para contar las cosas de una forma diferente y picantona. Y ahí quedaron, como un ejercicio de equilibrismo, para decir las cosas sin decirlas. Si ahora toca decir las cosas de una forma más rápida, para que sean consumidas, habrá que hacerlas más rápidas pero también más intensas.
En Al margen cabe de todo: una familia desestructurada y golpeada por la violencia, una teoría de la conspiración demasiado a la moda en estos tiempos y una demostración de cómo el sistema deja a muchos de sus ciudadanos a la deriva. “Empecé a grabar a Moisés porque había una historia detrás y mucho que rascar. Al principio me di cuenta, cuando soltó las primeras palabras, de que su historia había que contarla. Pero este proceso ha durado seis años, yo he empatizado, he conocido al personaje de una forma, y cuando me fui dando cuenta de otras cosas… ahí te planteas dejarlo. Pero yo no soy un juez. Me parecía que más allá de lo que yo opinase ética o moralmente sobre determinadas cosas que suceden en la película, que me resultan deleznables, me parecía importante poner en el centro de la historia, y no al margen, a las personas ya no solo como Moisés, sino de su entorno. Las que sufren sus daños colaterales”.
Se podría decir que su película la protagoniza un monstruo en todos los sentidos de la palabra. ¿En algún momento se ha sentido demasiado fascinado por él? La función de cualquier guionista o director o directora es intentar comprender a todos sus personajes. Cuando haces un documental y no hablas de personajes, sino de personas reales, es positivo. Intentar comprender a todo el mundo agranda tu mente y tu capacidad de comprensión y de empatía. No quiere decir que yo perdone, aunque no soy quien para perdonar, pero la película entra en un debate muy complejo y es que evidentemente los actos de Moisés en momentos determinados son horribles, ¿pero qué recursos ha tenido Moisés naciendo en un entorno deprimido, con graves problemas de todo tipo, sin saber ponerle nombre a esos problemas? Por eso me parece que hay que saber escuchar al antagonista. Es muy importante también saber escuchar a los antagonistas de nuestra vida, de nuestras historias y de nuestra ideología. Detrás de cada acto, ideología o problema se esconde una persona y siempre hay motivos.
A este hombre, Moisés, ya lo fotografió en su libro Márgenes y le puso una camiseta de Dulceida. ¿Por qué? Bueno, creo que a nivel fotográfico contaba mucho. ¿Sabes lo que me pasa con mis obras? Que me parece una falta de respeto explicarlas yo. Porque cuando el autor o el artista explica el sentido de la obra le está quitando el privilegio al espectador de sacar su propia conclusión.
En medio de todo ese horror también surge el humor involuntario. Algunas escenas y diálogos de Al margen son pura tragicomedia, con frases que van desde “¿y quién te quiere asesinar a ti?” a “¡pobre Katy Perry!”. “La comedia es inevitable”, concede Casanova. “La realidad es tan terrible como maravillosa, tan dramática como cómica. A mí a veces me cuesta mucho vivir en la vida real, por eso me refugio en la ficción. Tal vez hacer un documental era mi intento de reconciliarme con la vida real, porque es la que habito y a la que me tengo que adaptar. Me alegra que alguien piense que la película, por momentos, también pueda ser divertida”.
¿No lo ha comprobado en los pases previos? ¿No se reía el público? No lo sé. La primera proyección a la que voy a acudir es la de hoy. Tengo pánico a ver mis películas con público. Se ha estrenado en México ya, también en el Atlántida Film Festival en Mallorca, pero no he acudido a ninguno de los dos porque tengo miedo de la reacción del público.
Es curioso, si lleva 20 años expuesto a la opinión ajena. Las críticas como actor me dan completamente igual porque no soy actor, no me siento actor y cuando he actuado, que hace mucho que no lo hago, me da un poco igual lo que digan. Cuando han hablado de mí me duele, evidentemente, porque soy humano y desde entonces intento ser más respetuoso con mis palabras en las entrevistas porque tampoco quiero hacer daño a nadie. Pero mis películas son como hijos y me pongo delante de ellas para protegerlas. Lo que opinen de este documental me asusta porque llevo gestándolo seis años. Es mi criatura. Esto tan manido y falso de que no te importa lo que digan los demás… a mí sí me importa. Sobre todo porque yo me dedico a hacer cosas para los demás.
¿Ya ha llegado a alguna conclusión sobre por qué le atraen tanto los cuerpos disidentes y las bellezas deformes? Sí, porque son invisibilizadas. Y todo lo que se invisibiliza, y no me quiero poner conspiranoico, es importante mirarlo. Porque si se invisibiliza es porque a alguien no le conviene que lo veamos. Así que es importante ver las problemáticas que suceden en otros lugares, ver cuerpos y personas disidentes y con discursos diferentes en un mundo en el que parece que nos están haciendo ad hoc para algo. De ahí nace mi obsesión con lo que mal llamamos malformaciones, o como lo queramos nombrar.
De ahí también se podría sacar otra conclusión con la relación cercana que siempre ha habido entre colectivos históricamente vulnerables y la figura del monstruo. Del amor entre gente queer por el cine de terror, por ejemplo. Sí, hay cierta fascinación. Yo como persona queer mi género favorito es ese. También te digo que nunca consigo hacer ninguna película de terror, siempre termino haciendo una película de maricón. Es un refugio, nos hemos identificado con los monstruos. No todos, que hay muchos maricones que no dirigen películas relacionadas con monstruos.
A usted le encanta el monstruo, pero alguien le podría decir: usted es convencionalmente bello y fotogénico. Pero yo me siento profundamente feo todos los días. Toda la vida me llevan diciendo: ay, qué ojos tan bonitos, qué guapo. Pero yo trabajo duramente mi autoestima para sentirme tan guapo como el resto dice que me ve. Y estoy lleno de contradicciones: cuestiono los cuerpos normativos cuando yo voy al gimnasio y quiero tener un cuerpo normativo. Ensalzo las arrugas y deformidades, pero me he presentado siempre maquillado y vestido de una forma muy pulida. Hasta el más consciente cae en las redes de un sistema que nos obliga a llegar a ser un modelo de perfección que no existe. Yo hecho grandes esfuerzos por mostrarme, hablar y vestir de una forma libre. Pero lo cierto es que de hace un tiempo para acá no lo hago. Y la pena de todo esto es que si seguimos juzgando y buscando el sensacionalismo en cualquier discurso un poco más complejo, lo que acabamos haciendo los personajes públicos es simplificar nuestro discurso para protegernos. Porque yo tengo que protegerme. Y es una pena para las personas a las que les apetece escuchar una opinión diferente. Es una pena que nos carguemos los discursos individuales.
Usted siempre lo tiene, siempre ha sido un entrevistado muy generoso. Yo estoy muy a favor de que los personajes públicos cada vez se contengan más. La salud es lo primero, por delante del trabajo, del periodismo y de todo. Si se recibe tanto odio, habrá que poner una balanza. Igualmente también te digo: quedaos tranquilos, que mi mínimo de coartarme es el máximo de muchas otras personas.
Es cierto que contra usted la inquina ha sido especialmente salvaje. Por lo que lleva puesto en una alfombra roja, por lo que dice en una entrevista… Hay épocas de todo tipo. Cuando estás en promoción tienes más exposición. Pero yo siento un gran cariño del público. Lo digo de corazón. No me considero un mal tío. Estoy lleno de defectos pero no soy un mal tío y he tenido la oportunidad de mostrarme haciendo entretenimiento en televisión como soy yo y me siento muy querido por la gente. Y esto es lo que quiero dejar claro. Si solo contamos lo negativo creamos un mundo demasiado oscuro. Y a mí la gente me quiere mucho. Me llevan acompañando 20 años. Sé que a menudo han criticado mi forma de contar historias o de vestir, pero también lo han ensalzado. No soy un icono de la moda por nada, cariño.
Ese será el titular de la entrevista. ¡No, por Dios!
Habla de los mainstream y de lo raro, pero ¿le gustaría tener un día un taquillazo como director? Bueno, yo no soy el productor de mis películas. De Al Margen sí, esta es la primera que produzco. Las anteriores ni las he producido ni financiado. A mí me han puesto un sueldo. De hecho, irrisorio. Pero hay muchas cosas que el público no sabe y está bien que lo sepan: yo dirijo publicidad. ¿Qué hay mas comercial que eso? También he dirigido la serie Nacho, el biopic de Nacho Vidal, que ha tenido muchísima audiencia y se ha visto en todo el mundo. En breve tengo una película que aunque es un remake de una joya autoral, Angustia, es una película de terror mainstream. Pueden estar ligadas las dos cosas. Y estamos en un buen momento para ello, ¡mira La sustancia!
O sea que, para los que se lo preguntan o para los que sospechan, de estos otros trabajos es de donde saca el dinero usted. Aunque la gente no se lo crea, yo vivo bastante al día. Invierto mucho de mi dinero en mi trabajo y hay meses en los que llego con el agua al cuello, ¿eh? Pero incluso cuando dirijo cosas mainstream las hago por pasión. Me hace feliz dirigir publicidad y dirigir cosas de encargo. Y quiero recordar que mi película Pieles, que tal vez sea la más rara, está estrenada en 121 países en la plataforma más comercial del planeta, que es Netflix.
Durante una charla con Esty Quesada habló del miedo a perder la radicalidad en sus películas. Remató con “intentaré no comprarme una casa muy grande”, un comentario que todo el mundo se tomó como una referencia a los Javis. Mira, a mí me parece que mis compañeros han trabajado durísimo para conseguir lo que tienen y está muy bien que disfruten de algo que tanto les ha costado. Porque vienen de donde yo vengo. Llevan mucho tiempo currándoselo para conseguir lo que tienen. Una cosa es un chascarrillo, un chiste, y otra cosa es otra cosa. Y otra cosa es cómo hacerlo o cómo mostrar lo que has conseguido. Ahí puede haber miles de discrepancias. Pero todos los éxitos que tienen son más que merecidos. Aunque no tengamos nada que ver y aunque no lo hubiésemos hecho igual.
Mucha gente les sitúa en un plano muy parecido: son actores muy jóvenes que han terminado tras las cámaras. Yo no veo posible comparación, la verdad.
¿Considera que un creador que se rodea del lujo pierde el contacto con su creatividad? Sí, puede pasar. Un creador que hace cosas raras difícilmente consigue comprarse una casa muy grande. Llevo mucho, mucho tiempo trabajando y tengo un pisito aquí en el centro, pero vivo de alquiler con mi novio. El mundo del arte y del cine tiene una lectura muy bonita desde fuera, pero desde dentro no lo ves así. Estaría bien que la gente supiese que los looks que llevamos, que son carísimos, ni son nuestros ni los pagamos nosotros. Que muchísima gente no consigue hacer nunca sus películas. Que las películas, la mayoría de veces, se hacen de forma muy precaria. John Waters no ha conseguido financiar su última película. ¡John Waters!
A Pedro Almodóvar, precisamente, lo acusan algunos de haberse aburguesado. Pedro lleva haciendo historia en España mucho tiempo y acaba de ganar el León de Oro en Venecia. No hay más que decir.
En su última entrevista en EL PAÍS se mostraba triste, misántropo, deprimido. ¿Se le ha pasado? Sí. ¡Estaba supertriste! La piedad fue para mí tremendo e hice una muy mala promoción. Porque hice la promoción enfadado y cansado. Cuando estás cansado, te enfadas. Seguramente con mis palabras hice mucho daño a gente, aunque pensemos diferente y eso no me gusta. No me gusta hacer daño con mis palabras porque cuando la gente lo ha hecho conmigo lo he sufrido.
Eduardo Casanova (Madrid, 33 años) no necesita presentación porque lleva 20 años haciendo cosas a la vista de todos. Probablemente demasiadas. Series de máxima audiencia, entrevistas, alfombras rojas, talent shows y películas raras y personalísimas. “Tengo una adicción al trabajo importante que tengo que tratar”, confiesa nada más comenzar la conversación. Acaba de hacer otra cosa: el documental Al margen, un proyecto casi de guerrilla en la que con una cámara de ojo de pez comienza interesándose por Moisés, el hombre cuyo rostro quedó deformado tras quemarse a lo bonzo en Madrid en 2010, y acaba descubriendo todo un mundo de precariedad, violencia y paranoia y a un protagonista que de una secuencia a otra pasa de ser una víctima a un auténtico villano sin dejar de ser nunca una víctima.Cuando comenzamos a hablar del documental, que se estrenó anoche en el festival madrileño Rizoma, la primera pregunta la hace él: “¿te ha parecido lento?”. Parece preocuparle la extensión de las cosas. “Intento que todas mis películas sean cortas. La piedad duraba una hora y veinticinco y ya me asustaba. Creo que en este momento no tenemos capacidad para ver películas largas”.¿Por qué cree que ya no soportamos dos horas frente a una película? La lectura de todo lo que está pasando, la única posible, es entender que las cosas son así, aceptarlas, adaptarse a ellas y hacer las cosas lo mejor posible. Acuérdate de cuando estaba la censura en España. Pues ahí nació el cuplé, para contar las cosas de una forma diferente y picantona. Y ahí quedaron, como un ejercicio de equilibrismo, para decir las cosas sin decirlas. Si ahora toca decir las cosas de una forma más rápida, para que sean consumidas, habrá que hacerlas más rápidas pero también más intensas.En Al margen cabe de todo: una familia desestructurada y golpeada por la violencia, una teoría de la conspiración demasiado a la moda en estos tiempos y una demostración de cómo el sistema deja a muchos de sus ciudadanos a la deriva. “Empecé a grabar a Moisés porque había una historia detrás y mucho que rascar. Al principio me di cuenta, cuando soltó las primeras palabras, de que su historia había que contarla. Pero este proceso ha durado seis años, yo he empatizado, he conocido al personaje de una forma, y cuando me fui dando cuenta de otras cosas… ahí te planteas dejarlo. Pero yo no soy un juez. Me parecía que más allá de lo que yo opinase ética o moralmente sobre determinadas cosas que suceden en la película, que me resultan deleznables, me parecía importante poner en el centro de la historia, y no al margen, a las personas ya no solo como Moisés, sino de su entorno. Las que sufren sus daños colaterales”.Se podría decir que su película la protagoniza un monstruo en todos los sentidos de la palabra. ¿En algún momento se ha sentido demasiado fascinado por él? La función de cualquier guionista o director o directora es intentar comprender a todos sus personajes. Cuando haces un documental y no hablas de personajes, sino de personas reales, es positivo. Intentar comprender a todo el mundo agranda tu mente y tu capacidad de comprensión y de empatía. No quiere decir que yo perdone, aunque no soy quien para perdonar, pero la película entra en un debate muy complejo y es que evidentemente los actos de Moisés en momentos determinados son horribles, ¿pero qué recursos ha tenido Moisés naciendo en un entorno deprimido, con graves problemas de todo tipo, sin saber ponerle nombre a esos problemas? Por eso me parece que hay que saber escuchar al antagonista. Es muy importante también saber escuchar a los antagonistas de nuestra vida, de nuestras historias y de nuestra ideología. Detrás de cada acto, ideología o problema se esconde una persona y siempre hay motivos.A este hombre, Moisés, ya lo fotografió en su libro Márgenes y le puso una camiseta de Dulceida. ¿Por qué? Bueno, creo que a nivel fotográfico contaba mucho. ¿Sabes lo que me pasa con mis obras? Que me parece una falta de respeto explicarlas yo. Porque cuando el autor o el artista explica el sentido de la obra le está quitando el privilegio al espectador de sacar su propia conclusión.En medio de todo ese horror también surge el humor involuntario. Algunas escenas y diálogos de Al margen son pura tragicomedia, con frases que van desde “¿y quién te quiere asesinar a ti?” a “¡pobre Katy Perry!”. “La comedia es inevitable”, concede Casanova. “La realidad es tan terrible como maravillosa, tan dramática como cómica. A mí a veces me cuesta mucho vivir en la vida real, por eso me refugio en la ficción. Tal vez hacer un documental era mi intento de reconciliarme con la vida real, porque es la que habito y a la que me tengo que adaptar. Me alegra que alguien piense que la película, por momentos, también pueda ser divertida”.¿No lo ha comprobado en los pases previos? ¿No se reía el público? No lo sé. La primera proyección a la que voy a acudir es la de hoy. Tengo pánico a ver mis películas con público. Se ha estrenado en México ya, también en el Atlántida Film Festival en Mallorca, pero no he acudido a ninguno de los dos porque tengo miedo de la reacción del público.Es curioso, si lleva 20 años expuesto a la opinión ajena. Las críticas como actor me dan completamente igual porque no soy actor, no me siento actor y cuando he actuado, que hace mucho que no lo hago, me da un poco igual lo que digan. Cuando han hablado de mí me duele, evidentemente, porque soy humano y desde entonces intento ser más respetuoso con mis palabras en las entrevistas porque tampoco quiero hacer daño a nadie. Pero mis películas son como hijos y me pongo delante de ellas para protegerlas. Lo que opinen de este documental me asusta porque llevo gestándolo seis años. Es mi criatura. Esto tan manido y falso de que no te importa lo que digan los demás… a mí sí me importa. Sobre todo porque yo me dedico a hacer cosas para los demás.¿Ya ha llegado a alguna conclusión sobre por qué le atraen tanto los cuerpos disidentes y las bellezas deformes? Sí, porque son invisibilizadas. Y todo lo que se invisibiliza, y no me quiero poner conspiranoico, es importante mirarlo. Porque si se invisibiliza es porque a alguien no le conviene que lo veamos. Así que es importante ver las problemáticas que suceden en otros lugares, ver cuerpos y personas disidentes y con discursos diferentes en un mundo en el que parece que nos están haciendo ad hoc para algo. De ahí nace mi obsesión con lo que mal llamamos malformaciones, o como lo queramos nombrar.De ahí también se podría sacar otra conclusión con la relación cercana que siempre ha habido entre colectivos históricamente vulnerables y la figura del monstruo. Del amor entre gente queer por el cine de terror, por ejemplo. Sí, hay cierta fascinación. Yo como persona queer mi género favorito es ese. También te digo que nunca consigo hacer ninguna película de terror, siempre termino haciendo una película de maricón. Es un refugio, nos hemos identificado con los monstruos. No todos, que hay muchos maricones que no dirigen películas relacionadas con monstruos.A usted le encanta el monstruo, pero alguien le podría decir: usted es convencionalmente bello y fotogénico. Pero yo me siento profundamente feo todos los días. Toda la vida me llevan diciendo: ay, qué ojos tan bonitos, qué guapo. Pero yo trabajo duramente mi autoestima para sentirme tan guapo como el resto dice que me ve. Y estoy lleno de contradicciones: cuestiono los cuerpos normativos cuando yo voy al gimnasio y quiero tener un cuerpo normativo. Ensalzo las arrugas y deformidades, pero me he presentado siempre maquillado y vestido de una forma muy pulida. Hasta el más consciente cae en las redes de un sistema que nos obliga a llegar a ser un modelo de perfección que no existe. Yo hecho grandes esfuerzos por mostrarme, hablar y vestir de una forma libre. Pero lo cierto es que de hace un tiempo para acá no lo hago. Y la pena de todo esto es que si seguimos juzgando y buscando el sensacionalismo en cualquier discurso un poco más complejo, lo que acabamos haciendo los personajes públicos es simplificar nuestro discurso para protegernos. Porque yo tengo que protegerme. Y es una pena para las personas a las que les apetece escuchar una opinión diferente. Es una pena que nos carguemos los discursos individuales.Usted siempre lo tiene, siempre ha sido un entrevistado muy generoso. Yo estoy muy a favor de que los personajes públicos cada vez se contengan más. La salud es lo primero, por delante del trabajo, del periodismo y de todo. Si se recibe tanto odio, habrá que poner una balanza. Igualmente también te digo: quedaos tranquilos, que mi mínimo de coartarme es el máximo de muchas otras personas.Es cierto que contra usted la inquina ha sido especialmente salvaje. Por lo que lleva puesto en una alfombra roja, por lo que dice en una entrevista… Hay épocas de todo tipo. Cuando estás en promoción tienes más exposición. Pero yo siento un gran cariño del público. Lo digo de corazón. No me considero un mal tío. Estoy lleno de defectos pero no soy un mal tío y he tenido la oportunidad de mostrarme haciendo entretenimiento en televisión como soy yo y me siento muy querido por la gente. Y esto es lo que quiero dejar claro. Si solo contamos lo negativo creamos un mundo demasiado oscuro. Y a mí la gente me quiere mucho. Me llevan acompañando 20 años. Sé que a menudo han criticado mi forma de contar historias o de vestir, pero también lo han ensalzado. No soy un icono de la moda por nada, cariño.Ese será el titular de la entrevista. ¡No, por Dios!Habla de los mainstream y de lo raro, pero ¿le gustaría tener un día un taquillazo como director? Bueno, yo no soy el productor de mis películas. De Al Margen sí, esta es la primera que produzco. Las anteriores ni las he producido ni financiado. A mí me han puesto un sueldo. De hecho, irrisorio. Pero hay muchas cosas que el público no sabe y está bien que lo sepan: yo dirijo publicidad. ¿Qué hay mas comercial que eso? También he dirigido la serie Nacho, el biopic de Nacho Vidal, que ha tenido muchísima audiencia y se ha visto en todo el mundo. En breve tengo una película que aunque es un remake de una joya autoral, Angustia, es una película de terror mainstream. Pueden estar ligadas las dos cosas. Y estamos en un buen momento para ello, ¡mira La sustancia!O sea que, para los que se lo preguntan o para los que sospechan, de estos otros trabajos es de donde saca el dinero usted. Aunque la gente no se lo crea, yo vivo bastante al día. Invierto mucho de mi dinero en mi trabajo y hay meses en los que llego con el agua al cuello, ¿eh? Pero incluso cuando dirijo cosas mainstream las hago por pasión. Me hace feliz dirigir publicidad y dirigir cosas de encargo. Y quiero recordar que mi película Pieles, que tal vez sea la más rara, está estrenada en 121 países en la plataforma más comercial del planeta, que es Netflix.Durante una charla con Esty Quesada habló del miedo a perder la radicalidad en sus películas. Remató con “intentaré no comprarme una casa muy grande”, un comentario que todo el mundo se tomó como una referencia a los Javis. Mira, a mí me parece que mis compañeros han trabajado durísimo para conseguir lo que tienen y está muy bien que disfruten de algo que tanto les ha costado. Porque vienen de donde yo vengo. Llevan mucho tiempo currándoselo para conseguir lo que tienen. Una cosa es un chascarrillo, un chiste, y otra cosa es otra cosa. Y otra cosa es cómo hacerlo o cómo mostrar lo que has conseguido. Ahí puede haber miles de discrepancias. Pero todos los éxitos que tienen son más que merecidos. Aunque no tengamos nada que ver y aunque no lo hubiésemos hecho igual.Mucha gente les sitúa en un plano muy parecido: son actores muy jóvenes que han terminado tras las cámaras. Yo no veo posible comparación, la verdad.¿Considera que un creador que se rodea del lujo pierde el contacto con su creatividad? Sí, puede pasar. Un creador que hace cosas raras difícilmente consigue comprarse una casa muy grande. Llevo mucho, mucho tiempo trabajando y tengo un pisito aquí en el centro, pero vivo de alquiler con mi novio. El mundo del arte y del cine tiene una lectura muy bonita desde fuera, pero desde dentro no lo ves así. Estaría bien que la gente supiese que los looks que llevamos, que son carísimos, ni son nuestros ni los pagamos nosotros. Que muchísima gente no consigue hacer nunca sus películas. Que las películas, la mayoría de veces, se hacen de forma muy precaria. John Waters no ha conseguido financiar su última película. ¡John Waters!A Pedro Almodóvar, precisamente, lo acusan algunos de haberse aburguesado. Pedro lleva haciendo historia en España mucho tiempo y acaba de ganar el León de Oro en Venecia. No hay más que decir.En su última entrevista en EL PAÍS se mostraba triste, misántropo, deprimido. ¿Se le ha pasado? Sí. ¡Estaba supertriste! La piedad fue para mí tremendo e hice una muy mala promoción. Porque hice la promoción enfadado y cansado. Cuando estás cansado, te enfadas. Seguramente con mis palabras hice mucho daño a gente, aunque pensemos diferente y eso no me gusta. No me gusta hacer daño con mis palabras porque cuando la gente lo ha hecho conmigo lo he sufrido. Seguir leyendo
Eduardo Casanova (Madrid, 33 años) no necesita presentación porque lleva 20 años haciendo cosas a la vista de todos. Probablemente demasiadas. Series de máxima audiencia, entrevistas, alfombras rojas, talent shows y películas raras y personalísimas. “Tengo una adicción al trabajo importante que tengo que tratar”, confiesa nada más comenzar la conversación. Acaba de hacer otra cosa: el documental Al margen, un proyecto casi de guerrilla en la que con una cámara de ojo de pez comienza interesándose por Moisés, el hombre cuyo rostro quedó deformado tras quemarse a lo bonzo en Madrid en 2010, y acaba descubriendo todo un mundo de precariedad, violencia y paranoia y a un protagonista que de una secuencia a otra pasa de ser una víctima a un auténtico villano sin dejar de ser nunca una víctima.
Cuando comenzamos a hablar del documental, que se estrenó anoche en el festival madrileño Rizoma, la primera pregunta la hace él: “¿te ha parecido lento?”. Parece preocuparle la extensión de las cosas. “Intento que todas mis películas sean cortas. La piedad duraba una hora y veinticinco y ya me asustaba. Creo que en este momento no tenemos capacidad para ver películas largas”.
¿Por qué cree que ya no soportamos dos horas frente a una película? La lectura de todo lo que está pasando, la única posible, es entender que las cosas son así, aceptarlas, adaptarse a ellas y hacer las cosas lo mejor posible. Acuérdate de cuando estaba la censura en España. Pues ahí nació el cuplé, para contar las cosas de una forma diferente y picantona. Y ahí quedaron, como un ejercicio de equilibrismo, para decir las cosas sin decirlas. Si ahora toca decir las cosas de una forma más rápida, para que sean consumidas, habrá que hacerlas más rápidas pero también más intensas.
En Al margen cabe de todo: una familia desestructurada y golpeada por la violencia, una teoría de la conspiración demasiado a la moda en estos tiempos y una demostración de cómo el sistema deja a muchos de sus ciudadanos a la deriva. “Empecé a grabar a Moisés porque había una historia detrás y mucho que rascar. Al principio me di cuenta, cuando soltó las primeras palabras, de que su historia había que contarla. Pero este proceso ha durado seis años, yo he empatizado, he conocido al personaje de una forma, y cuando me fui dando cuenta de otras cosas… ahí te planteas dejarlo. Pero yo no soy un juez. Me parecía que más allá de lo que yo opinase ética o moralmente sobre determinadas cosas que suceden en la película, que me resultan deleznables, me parecía importante poner en el centro de la historia, y no al margen, a las personas ya no solo como Moisés, sino de su entorno. Las que sufren sus daños colaterales”.
Se podría decir que su película la protagoniza un monstruo en todos los sentidos de la palabra. ¿En algún momento se ha sentido demasiado fascinado por él? La función de cualquier guionista o director o directora es intentar comprender a todos sus personajes. Cuando haces un documental y no hablas de personajes, sino de personas reales, es positivo. Intentar comprender a todo el mundo agranda tu mente y tu capacidad de comprensión y de empatía. No quiere decir que yo perdone, aunque no soy quien para perdonar, pero la película entra en un debate muy complejo y es que evidentemente los actos de Moisés en momentos determinados son horribles, ¿pero qué recursos ha tenido Moisés naciendo en un entorno deprimido, con graves problemas de todo tipo, sin saber ponerle nombre a esos problemas? Por eso me parece que hay que saber escuchar al antagonista. Es muy importante también saber escuchar a los antagonistas de nuestra vida, de nuestras historias y de nuestra ideología. Detrás de cada acto, ideología o problema se esconde una persona y siempre hay motivos.
A este hombre, Moisés, ya lo fotografió en su libro Márgenes y le puso una camiseta de Dulceida. ¿Por qué? Bueno, creo que a nivel fotográfico contaba mucho. ¿Sabes lo que me pasa con mis obras? Que me parece una falta de respeto explicarlas yo. Porque cuando el autor o el artista explica el sentido de la obra le está quitando el privilegio al espectador de sacar su propia conclusión.
En medio de todo ese horror también surge el humor involuntario. Algunas escenas y diálogos de Al margen son pura tragicomedia, con frases que van desde “¿y quién te quiere asesinar a ti?” a “¡pobre Katy Perry!”. “La comedia es inevitable”, concede Casanova. “La realidad es tan terrible como maravillosa, tan dramática como cómica. A mí a veces me cuesta mucho vivir en la vida real, por eso me refugio en la ficción. Tal vez hacer un documental era mi intento de reconciliarme con la vida real, porque es la que habito y a la que me tengo que adaptar. Me alegra que alguien piense que la película, por momentos, también pueda ser divertida”.
¿No lo ha comprobado en los pases previos? ¿No se reía el público? No lo sé. La primera proyección a la que voy a acudir es la de hoy. Tengo pánico a ver mis películas con público. Se ha estrenado en México ya, también en el Atlántida Film Festival en Mallorca, pero no he acudido a ninguno de los dos porque tengo miedo de la reacción del público.
Es curioso, si lleva 20 años expuesto a la opinión ajena. Las críticas como actor me dan completamente igual porque no soy actor, no me siento actor y cuando he actuado, que hace mucho que no lo hago, me da un poco igual lo que digan. Cuando han hablado de mí me duele, evidentemente, porque soy humano y desde entonces intento ser más respetuoso con mis palabras en las entrevistas porque tampoco quiero hacer daño a nadie. Pero mis películas son como hijos y me pongo delante de ellas para protegerlas. Lo que opinen de este documental me asusta porque llevo gestándolo seis años. Es mi criatura. Esto tan manido y falso de que no te importa lo que digan los demás… a mí sí me importa. Sobre todo porque yo me dedico a hacer cosas para los demás.
¿Ya ha llegado a alguna conclusión sobre por qué le atraen tanto los cuerpos disidentes y las bellezas deformes? Sí, porque son invisibilizadas. Y todo lo que se invisibiliza, y no me quiero poner conspiranoico, es importante mirarlo. Porque si se invisibiliza es porque a alguien no le conviene que lo veamos. Así que es importante ver las problemáticas que suceden en otros lugares, ver cuerpos y personas disidentes y con discursos diferentes en un mundo en el que parece que nos están haciendo ad hoc para algo. De ahí nace mi obsesión con lo que mal llamamos malformaciones, o como lo queramos nombrar.
De ahí también se podría sacar otra conclusión con la relación cercana que siempre ha habido entre colectivos históricamente vulnerables y la figura del monstruo. Del amor entre gente queer por el cine de terror, por ejemplo. Sí, hay cierta fascinación. Yo como persona queer mi género favorito es ese. También te digo que nunca consigo hacer ninguna película de terror, siempre termino haciendo una película de maricón. Es un refugio, nos hemos identificado con los monstruos. No todos, que hay muchos maricones que no dirigen películas relacionadas con monstruos.
A usted le encanta el monstruo, pero alguien le podría decir: usted es convencionalmente bello y fotogénico. Pero yo me siento profundamente feo todos los días. Toda la vida me llevan diciendo: ay, qué ojos tan bonitos, qué guapo. Pero yo trabajo duramente mi autoestima para sentirme tan guapo como el resto dice que me ve. Y estoy lleno de contradicciones: cuestiono los cuerpos normativos cuando yo voy al gimnasio y quiero tener un cuerpo normativo. Ensalzo las arrugas y deformidades, pero me he presentado siempre maquillado y vestido de una forma muy pulida. Hasta el más consciente cae en las redes de un sistema que nos obliga a llegar a ser un modelo de perfección que no existe. Yo hecho grandes esfuerzos por mostrarme, hablar y vestir de una forma libre. Pero lo cierto es que de hace un tiempo para acá no lo hago. Y la pena de todo esto es que si seguimos juzgando y buscando el sensacionalismo en cualquier discurso un poco más complejo, lo que acabamos haciendo los personajes públicos es simplificar nuestro discurso para protegernos. Porque yo tengo que protegerme. Y es una pena para las personas a las que les apetece escuchar una opinión diferente. Es una pena que nos carguemos los discursos individuales.
Usted siempre lo tiene, siempre ha sido un entrevistado muy generoso. Yo estoy muy a favor de que los personajes públicos cada vez se contengan más. La salud es lo primero, por delante del trabajo, del periodismo y de todo. Si se recibe tanto odio, habrá que poner una balanza. Igualmente también te digo: quedaos tranquilos, que mi mínimo de coartarme es el máximo de muchas otras personas.
Es cierto que contra usted la inquina ha sido especialmente salvaje. Por lo que lleva puesto en una alfombra roja, por lo que dice en una entrevista… Hay épocas de todo tipo. Cuando estás en promoción tienes más exposición. Pero yo siento un gran cariño del público. Lo digo de corazón. No me considero un mal tío. Estoy lleno de defectos pero no soy un mal tío y he tenido la oportunidad de mostrarme haciendo entretenimiento en televisión como soy yo y me siento muy querido por la gente. Y esto es lo que quiero dejar claro. Si solo contamos lo negativo creamos un mundo demasiado oscuro. Y a mí la gente me quiere mucho. Me llevan acompañando 20 años. Sé que a menudo han criticado mi forma de contar historias o de vestir, pero también lo han ensalzado. No soy un icono de la moda por nada, cariño.
Ese será el titular de la entrevista. ¡No, por Dios!
Habla de los mainstream y de lo raro, pero ¿le gustaría tener un día un taquillazo como director? Bueno, yo no soy el productor de mis películas. De Al Margen sí, esta es la primera que produzco. Las anteriores ni las he producido ni financiado. A mí me han puesto un sueldo. De hecho, irrisorio. Pero hay muchas cosas que el público no sabe y está bien que lo sepan: yo dirijo publicidad. ¿Qué hay mas comercial que eso? También he dirigido la serie Nacho, el biopic de Nacho Vidal, que ha tenido muchísima audiencia y se ha visto en todo el mundo. En breve tengo una película que aunque es un remake de una joya autoral, Angustia, es una película de terror mainstream. Pueden estar ligadas las dos cosas. Y estamos en un buen momento para ello, ¡mira La sustancia!
O sea que, para los que se lo preguntan o para los que sospechan, de estos otros trabajos es de donde saca el dinero usted. Aunque la gente no se lo crea, yo vivo bastante al día. Invierto mucho de mi dinero en mi trabajo y hay meses en los que llego con el agua al cuello, ¿eh? Pero incluso cuando dirijo cosas mainstream las hago por pasión. Me hace feliz dirigir publicidad y dirigir cosas de encargo. Y quiero recordar que mi película Pieles, que tal vez sea la más rara, está estrenada en 121 países en la plataforma más comercial del planeta, que es Netflix.
Durante una charla con Esty Quesada habló del miedo a perder la radicalidad en sus películas. Remató con “intentaré no comprarme una casa muy grande”, un comentario que todo el mundo se tomó como una referencia a los Javis. Mira, a mí me parece que mis compañeros han trabajado durísimo para conseguir lo que tienen y está muy bien que disfruten de algo que tanto les ha costado. Porque vienen de donde yo vengo. Llevan mucho tiempo currándoselo para conseguir lo que tienen. Una cosa es un chascarrillo, un chiste, y otra cosa es otra cosa. Y otra cosa es cómo hacerlo o cómo mostrar lo que has conseguido. Ahí puede haber miles de discrepancias. Pero todos los éxitos que tienen son más que merecidos. Aunque no tengamos nada que ver y aunque no lo hubiésemos hecho igual.
Mucha gente les sitúa en un plano muy parecido: son actores muy jóvenes que han terminado tras las cámaras. Yo no veo posible comparación, la verdad.
¿Considera que un creador que se rodea del lujo pierde el contacto con su creatividad? Sí, puede pasar. Un creador que hace cosas raras difícilmente consigue comprarse una casa muy grande. Llevo mucho, mucho tiempo trabajando y tengo un pisito aquí en el centro, pero vivo de alquiler con mi novio. El mundo del arte y del cine tiene una lectura muy bonita desde fuera, pero desde dentro no lo ves así. Estaría bien que la gente supiese que los looks que llevamos, que son carísimos, ni son nuestros ni los pagamos nosotros. Que muchísima gente no consigue hacer nunca sus películas. Que las películas, la mayoría de veces, se hacen de forma muy precaria. John Waters no ha conseguido financiar su última película. ¡John Waters!
A Pedro Almodóvar, precisamente, lo acusan algunos de haberse aburguesado. Pedro lleva haciendo historia en España mucho tiempo y acaba de ganar el León de Oro en Venecia. No hay más que decir.
En su última entrevista en EL PAÍS se mostraba triste, misántropo, deprimido. ¿Se le ha pasado? Sí. ¡Estaba supertriste! La piedad fue para mí tremendo e hice una muy mala promoción. Porque hice la promoción enfadado y cansado. Cuando estás cansado, te enfadas. Seguramente con mis palabras hice mucho daño a gente, aunque pensemos diferente y eso no me gusta. No me gusta hacer daño con mis palabras porque cuando la gente lo ha hecho conmigo lo he sufrido.
EL PAÍS