<p>«Únicos, delicados, pero fuertes», como describe <strong>Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional</strong>, los cuatro valiosos instrumentos del Cuarteto Palatino, fabricados por <strong>Antonio Stradivari </strong>(1644-1737), en principio, como regalo para Felipe V a finales del siglo XVII, necesitan «ser tocados para mantenerse vivos». Por eso, se pulsan cuatro veces al año en la Sala de Columnas del Palacio Real, en recitales de cámara, para que estos dos violines, viola y violonchelo conserven bien afinadas sus <strong>«cualidades de sonoridad absolutamente únicas»</strong> en el mundo. De carácter excepcional, sólo una ocasión a la misma altura puede justificar que, por primera vez en 27 años, los stradivarius abandonen el <strong>Palacio Real</strong>, donde se preservan entre medidas de seguridad. Aunque sólo será por un día: el concierto benéfico a manos del <strong>Cuarteto Casals</strong>, el próximo 20 de enero, que se celebrará en el <strong>Teatro Real</strong>, para los afectados por la dana.</p>
Patrimonio Nacional y el Teatro Real ofrecen un recital benéfico para los afectados por la DANA, con los valiosos instrumentos fabricados por el lutier cremonense
«Únicos, delicados, pero fuertes», como describe Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, los cuatro valiosos instrumentos del Cuarteto Palatino, fabricados por Antonio Stradivari (1644-1737), en principio, como regalo para Felipe V a finales del siglo XVII, necesitan «ser tocados para mantenerse vivos». Por eso, se pulsan cuatro veces al año en la Sala de Columnas del Palacio Real, en recitales de cámara, para que estos dos violines, viola y violonchelo conserven bien afinadas sus «cualidades de sonoridad absolutamente únicas» en el mundo. De carácter excepcional, sólo una ocasión a la misma altura puede justificar que, por primera vez en 27 años, los stradivarius abandonen el Palacio Real, donde se preservan entre medidas de seguridad. Aunque sólo será por un día: el concierto benéfico a manos del Cuarteto Casals, el próximo 20 de enero, que se celebrará en el Teatro Real, para los afectados por la dana.
De hecho, la viola tenor, que completaba el quinteto original del maestro cremonense, desapareció durante la Guerra de la Independencia, mientras que la viola contralto, también robada, fue recuperada en 1950 gracias al afán del conservador de entonces, Juan Antonio Ruiz-Casaux, que dedicó 30 años de su vida a intentar rescatarla. «Tras la dana, Patrimonio Nacional se puso a disposición del Estado para colaborar en lo que fuera necesario», explicó De la Cueva durante la presentación de esta insólita velada. «En el ámbito musical debíamos hacerlo con nuestro mejor activo», subrayó.
Es decir, con el que también conocido como Cuarteto Real, el único decorado que se conserva en todo el mundo. Las piezas fueron adquiridas por Carlos III para la Real Cámara, creada por el entonces Príncipe de Asturias Carlos IV, apasionado de la música, y desde aquella época se atesoran en el Palacio Real.
Esta vez abandonarán sus vitrinas para cruzar los 400 metros de la Plaza de Oriente, y custodiados por la Policía, para que resuene desde sus cuerdas y sus maderas de arce y conífera la pieza El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach, que, como recuerda el musicólogo Luis Gago, es una composición melancólica, pero que, tal como describió el alemán Paul Hindemith en una conferencia de 1950, se corresponde con una «melancolía de la capacidad», la de tratar de llegar a lo más alto. Una partitura de superación, por tanto, que justamente recuerda a lo sostenido por las víctimas de la dana, y que el Cuarteto Casals incluyó en su trabajo discográfico de hace dos años.
«El fin es recaudar fondos para la recuperación del tejido cultural de los territorios afectados por la terrible catástrofe», explicó Gregorio Marañón, presidente del Teatro Real. El cobro de las entradas y las donaciones de una fila 0 -ya se han logrado «40.000 euros»- se destinarán, a través de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana, a asociaciones, entidades y escuelas musicales afectadas, también en Albacete. «Hay pueblos que se han quedado sin la posibilidad de que sus bandas funcionen con normalidad, porque han perdido sus instrumentos y se han anegado sus locales de ensayo. Queremos ayudar para que la música vuelva a esos pueblos», añadió De la Cueva, sobre la alianza entre estas casas vecinas.
Los violinistas Vera Martínez y Abel Tomàs, la viola Cristina Cordero y el violonchelista Arnau Tomàs serán quienes tengan la oportunidad de tocar los stradivarius de fama mundial. Tan distinguidos, no sólo por su «calidad extraordinaria», sino también por su decoración, con cenefas de rombos, círculos de marfil y formas zoomorfas y antropomorfas. Verán vida más allá de palacio, algo inédito en este siglo, pero, tranquilidad, una conservadora no les quitará ojo.
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