<p>El <strong>mundo del arte</strong> atendía con expectación el resultado que obtendría <strong>el plátano de Maurizio Cattelan</strong> (1960) y si acabaría aguantando con tesón la subasta que se celebró anoche. Y lo hizo satisfaciendo las expectativas que siempre genera este artista superdotado para la provocación. </p>
La presentación «en sociedad» de la fruta derivó en una semana de locura en 2019, en la que el público se aglutinaba cada día frente a la obra para hacerse fotografías.
El mundo del arte atendía con expectación el resultado que obtendría el plátano de Maurizio Cattelan (1960) y si acabaría aguantando con tesón la subasta que se celebró anoche. Y lo hizo satisfaciendo las expectativas que siempre genera este artista superdotado para la provocación.
La pieza en venta, titulada Comediante (2019), da para muchas bromas y juegos de palabras. Es algo que forma parte de su naturaleza satírica. Para empezar, lo que se vende no es un objeto, sino una idea certificada como original por el artista que pretende mediante el humor responder a la vieja pregunta de cuáles son los límites del arte. ¿Un plátano pegado con cinta adhesiva a la pared lo es? Desde el urinal volteado de Marcel Duchamp, sabemos que sí. ¿La pieza de Cattelan es una buena obra de arte? Para el joven criptoinversor chino que la ha adquirido, sin duda. Los 5,8 millones de euros que ha pagado por ella, tras impuestos, así lo atestiguan.
Según Justin Sun, el coleccionista que se llevó la pieza a casa tras cinco minutos de intensa puja, esta obra le interesaba porque «representa un fenómeno cultural que conecta el mundo del arte, los memes y la comunidad cripto». También, ha asegurado que va a comerse el plátano de Cattelan «como parte de esta experiencia única, honrando su lugar en la historia del arte y la cultura popular».
No será el primero que lo haga. La respuesta de un desconocido artista llamado David Datuna a la provocadora obra del italiano cuando fue presentada en la feria Art Basel Miami en 2019 fue arrancarlo de la pared donde su galerista francés Emmanuel Perrotin lo exponía y comérselo. El precio de esta edición de tres ejemplares -ni si quiera es una pieza única- era de 120.000 dólares. Ahora, ha multiplicado su valor por sesenta.
Los resultados que han dejado las subastas de arte moderno y contemporáneo celebradas esta semana en Nueva York, en Christie’s y Sotheby’s principalmente, no han sido malas, pero tampoco excelentes. Muchos analistas esperaban ver la reacción del mundo del arte, de los coleccionistas megamillonarios, a la elección de Trump. Si las ventajas que el empresario podría facilitar al mercado financiero desbloquearían la cautela que los compradores de arte han demostrado los dos últimos años, forzados por la inflación y la guerra en Ucrania.
Como es lógico, si hay buen material hay buenas pujas. Un sublime lienzo del pintor surrealista René Magritte, que forma parte de la serie El imperio de la luz, en la que pintó una casa con ventanas iluminadas a contra luz de un cielo diurno, alcanzó el pasado martes 121 millones de dólares. Forma parte de una serie de 27 obras, 17 de ellas óleos, que hizo el pintor francés, pero esta versión es de las mejores. Era propiedad de Mica Ertegün, una célebre interiorista y dama de la alta sociedad neoyorquina de origen rumano que estuvo casada con el fundador de Atlantic Records, Ahmet Ertegun y falleció en 2023.
En su colección, que ha puesto a la venta Christie’s, había también un potente cuadro del pintor pop estadounidense Ed Ruscha (1937), que se ha vendido por 68 millones de dólares. Se trata de una gasolinera Standard, una de las muchas que pintó. Además, una par de divertidos camellos de tamaño natural creados por el matrimonio Lalanne, diseñadores franceses conocidos por las esculturas de animales que realizaron a finales del Siglo pasado y principios de este, han sido adjudicados por más de 7 millones de dólares por la misma casa de subastas, superando su estimación más alta y demostrando el creciente interés hacia su obra.
Un aspecto llama la atención, observando la tendencia general de la semana. Las mujeres artistas de perfil histórico no han superado las estimaciones previstas por las casas de subastas. Joan Mitchel, Georgia O’Keeffe, Agnes Martin, o la japonesa Yayoi Kusama, apenas han generado sorpresas.
Los artistas más jóvenes, por otro lado, que esta semana a se sometían al juicio del mercado promovidos por la subasta de Sotheby’s, han respondido con entereza. Louis Fratino (1993), Laura Owens (1979) o Hillary Pecis (1979) han marcado buenos resultados. Pero quien se ha llevado el premio gordo ha sido Adam Pendleton (1984), cuya obra abstracta Black Dada (K) de 2022 ha rebasado el millón de euros, cuando se esperaba que pudiera alcanzar los 120.000.
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