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  Cultura  Joachim Rønning, director de Tron: Ares: «La película no remite al futuro, sino a mañana mismo»
Cultura

Joachim Rønning, director de Tron: Ares: «La película no remite al futuro, sino a mañana mismo»

octubre 9, 2025
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<p>¿Puede una historia de los tiempos de Naranjito evolucionar hasta convertirse en una de las mayores epopeyas audiovisuales de lo que llevamos de siglo XXI? Respuesta corta: sí. Respuesta larga: si algo ha demostrado <i>Tron </i>en casi cuatro décadas y media es que en su universo ultratecnológico cualquier cosa es posible, <strong>Jeff Bridges</strong> mediante. Viajes en el espacio-tiempo que comienzan en una sala de máquinas recreativas. Escenarios urbanos donde todo parece milimétricamente cortado con un láser. Y, por supuesto, motos de luz que circulan a la velocidad del rayo y con cuya estela más vale no cruzarse.</p>

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 El director presenta Tron: Ares, el regreso de la saga de ciencia ficción con Jared Leto. Por primera vez, la acción transcurre fuera de la cárcel con forma de videojuego  

¿Puede una historia de los tiempos de Naranjito evolucionar hasta convertirse en una de las mayores epopeyas audiovisuales de lo que llevamos de siglo XXI? Respuesta corta: sí. Respuesta larga: si algo ha demostrado Tron en casi cuatro décadas y media es que en su universo ultratecnológico cualquier cosa es posible, Jeff Bridges mediante. Viajes en el espacio-tiempo que comienzan en una sala de máquinas recreativas. Escenarios urbanos donde todo parece milimétricamente cortado con un láser. Y, por supuesto, motos de luz que circulan a la velocidad del rayo y con cuya estela más vale no cruzarse.

«Es el vehículo icónico de la franquicia. Probablemente lo más divertido a lo que nos hemos enfrentado desde el punto de vista del diseño fue crear una moto con una imagen vanguardista y que, al mismo tiempo, pudiera correr por el mundo real. Siempre he visto la moto de luz casi como un coche de Fórmula 1. La nuestra es como uno de ellos: rapidísimo… pero incapaz de subir escaleras«, explica con media sonrisa el director Joachim Rønning.

Sus palabras, además de las de un fetichista de la cultura pop, son las del máximo responsable de Tron: Ares, la película que ensancha la saga de ciencia ficción con la participación estelar de Jared Leto y que llegará a los cines españoles este viernes 10 de octubre. También la prueba de que Disney apuesta a lo grande por la saga que advirtió de la angustia cibernético-existencial en la edad de oro del joystick y anticipó las contradicciones filosóficas del metaverso cuando Mark Zuckerberg insistía en moverse rápido y romper cosas.

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La nueva entrega explora de forma nietzschiana qué significa ser humano cuando el mundo virtual y el real colisionan. A diferencia de Tron (1982) y Tron: Legacy (2010), Tron: Ares sitúa por primera vez la acción fuera de la cárcel con arquitectura de videojuego en la que el personaje interpretado por Bridges se quedaba encerrado. Ares, digámoslo ya, es un software que adquiere forma humana gracias a la inteligencia artificial y a la impresión 3D. Su misión como arma de destrucción masiva andante tiene que ver con el pulso que mantienen dos gigantes tecnológicos a propósito de un descubrimiento crucial para la ciencia.

Sucede que el soldado definitivo -interpretado por Leto, que además de protagonizar la cinta la produce- decide no serlo para aspirar a la carnalidad más genuinamente imperfecta. Su transición de übermensch a simple mortal tiene ecos de mitos clásicos como Pinocho y Frankenstein. Y, además, permite mostrar la delicadeza y profundidad de Rønning en el retrato del héroe, que ya había evidenciado en La joven y el mar (a propósito de la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha) o Kon-Tiki (sobre el explorador que atravesó el Pacífico en una balsa de madera para confirmar que los indios sudamericanos pudieron llegar a Polinesia).

«Antes de nada, lo que me atrajo del proyecto fue la posibilidad de ver el mundo a través de los ojos de Ares, un programa que descubre la humanidad y es capaz de ver las cosas hermosas de nuestro mundo. Ése es el corazón de la historia y el núcleo emocional con el que conecto como cineasta», comenta el director noruego en un hotel de Fuengirola en plena San Diego Comic-Con Málaga (SDCCM), donde los asistentes pudieron ver en primicia dos de las espectaculares persecuciones de la película. «Luego, obviamente, está el espectáculo de los efectos visuales impactando en el mundo real y las motos de luz a todo trapo por las calles. Pero eso no sería nada sin la conexión con el personaje. Pienso que la IA puede ser algo bueno. Como profesional del cine, tengo sentimientos encontrados porque me da miedo y creo que necesita límites. Pero la IA también podría ser algo hermoso. Si la película contiene algún mensaje es ése: que la tecnología bien utilizada puede ser fantástica y ayudar a la humanidad«.

La superproducción toca precisamente algunos de los puntos de dolor más sensibles del debate tecnológico contemporáneo, como el uso de la IA en el ámbito militar, el reconocimiento facial como herramienta de vigilancia masiva, la amenaza del software malicioso o la ambición de los milmillonarios de Silicon Valley. Cuestiones que emergen entre efectos visuales para ofrecer coordenadas reconocibles al espectador.

«Para mí era fundamental que, aunque se trata de una película de ciencia ficción, pareciera real», admite Rønning. «Tron siempre ha sido interesante porque no remite demasiado al futuro, sino al mañana mismo. Y eso es lo que he pretendido, que la tecnología de la que hablamos en la película fuera lo más real posible. He dedicado mucho tiempo a investigar la impresión 3D y a cómo podíamos aplicarla. Recursos como el de las cámaras de vigilancia hacen que la trama parezca plausible».

Confirma el director que Leto fue clave para que la película saliera adelante. «Sin él no habría sido posible. Ha sido el guardián que ha mantenido encendida la llama y un gran compañero», dice de quien reveló en SDCCM que se había estado preparando toda su vida para el papel de Tron: Ares desde que vio la cinta original con 10 años. Los guiños ochenteros en esta tercera entrega, por cierto, no son pocos.

Además de una banda sonora a cargo de Nine Inch Nails, en la película se oye dos veces un pasaje del Frankenstein de Mary Shelley: «No tengo miedo y, por tanto, soy poderoso». Ares es lo contrario de un monstruo, pero su humanización enlaza con la que ofrecen las últimas entregas de sagas como Alien y Predator. En ambas, el extraterrestre se convierte en aliado. ¿Por qué? ¿Será que ahora lo que nos da miedo de verdad no es una criatura venida del espacio exterior sino no tener cubiertas necesidades tan mundanas como tener un techo bajo el que vivir o pagar las facturas?

«Es una buena pregunta. Cuando quieres contar una historia, piensas en levantar todas las piedras y hacer que los arcos narrativos se entrecrucen. Lo que me funciona bien en esta historia es que los arcos de Ares y Eve [la coprotagonista] lo hacen un poco. Él ofrece una razón de por qué la vida es maravillosa y después ella orienta sobre lo que significa ser humano. Es un momento importante en la historia y un giro argumental original», reflexiona.

Rønning comparte qué fue lo más complicado de manejar los 150 millones de dólares del presupuesto. «En estas películas tan grandes hay mucha gente involucrada. Te sientes un poco ignorante y a la vez, aprendes sobre la marcha y vas ganando experiencia», apunta el hombre detrás de la cámara en Piratas del Caribe: la venganza de Salazar y Maléfica: maestra del mal. «Cada vez que me llega un nuevo proyecto, pienso: esta vez lo haré de la manera fácil. No quiero compararlo con dar a luz, pero es como si una parte del cerebro se olvidara de lo malo y se quedara sólo con lo bueno, con el resultado. Estando aquí, con la película ya terminada, me digo que es divertido y que quiero repetir. Pero cuando rodaba en la madrugada del 30 de marzo en Vancouver, calado hasta los huesos, me sentía un desgraciado y pensaba: ‘Vaya mierda'».

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