El rostro de Keira Knightley (Teddington, Reino Unido, 39 años) es para muchos el de Elizabeth Swann, la hija del gobernador convertida en pirata en la famosa y lucrativa saga de Piratas del Caribe, que la actriz rodó entre 2003 y 2007 junto a Johnny Depp y Orlando Bloom. Ha protagonizado muchas otras películas y ha encarnado otros papeles muy sonados, como el de Lizzie en Orgullo y prejuicio, pero el de la joven aristócrata británica que acaba siendo reina de la hermandad de piratas es probablemente el que más fama le ha dado. Sin embargo, ella no guarda muy buen recuerdo de esa experiencia. “Fueron las películas más exitosas en las que participaré nunca y también son la razón por la que me desprestigian públicamente”, lamenta la intérprete en una nueva entrevista con The Times.
Knightley define esos años de su veintena como “un lugar muy confuso” en su cabeza y garantiza al diario británico que no va a volver a aparecer en una franquicia después de esa experiencia. “Las horas que inviertes son una locura. Son años de tu vida, no tienes control sobre dónde estás rodando, cuánto tiempo estás rodando, qué estás rondando”, explica. Ahora que tiene dos hijos (Edie, de nueve años, y Delilah, de cuatro), fruto de su relación con el músico británico James Righton, con quien está casada desde 2013, tiene claro que sus prioridades son otras. “Ahora no podría ir de trabajo en trabajo [en el extranjero]. No sería justo para ellos de ninguna manera y no querría hacerlo. Elegí tener hijos, quiero criarlos, así que tuve que dar un gran paso atrás”, afirma.
Mundialmente conocida desde los 17 años gracias a su papel en la película Quiero ser como Beckham, reconoce que la franquicia cinematográfica de aventuras marinas estaba realizándola como actriz al mismo tiempo que la destruía. “Me veían como una mierda por ellas y, sin embargo, como funcionaron tan bien, me dieron la oportunidad de hacer las películas por las que acabé recibiendo nominaciones a los Oscar”, rememora Knightley. La intérprete británica estuvo nominada a la estatuilla dorada en 2006 por su actuación en Orgullo y prejuicio y una segunda vez, en 2015, por su papel en The Imitation Game, aunque en ninguna de las dos veces se la llevó.
Actualmente, Knightley se encuentra inmersa en el rodaje de The Woman in Cabin 10, un thriller de Netflix en el que comparte protagonismo con Guy Pearce o Hannah Waddingham. También aparecerá en la próxima serie de suspense de la misma plataforma Black Doves, en la que interpreta a una espía británica enredada en una aventura amorosa arriesgada. Lo que le apetece ahora, cuenta, son proyectos divertidos y, sobre todo, tomarse descansos cuando le dé la gana. “En los últimos años, me ha sorprendido mucho a qué he sido capaz de decir que no. Quería centrarme más en entretenimiento puro y tal vez sea porque lo necesitaba. Me siguen ofreciendo cosas sobre niños que mueren o sobre madres que mueren. Pero no puedo hacerlo”, se sincera. También aprecia el entretenimiento fuera del trabajo, cuando descansa en familia un sábado por la noche: “No hay nada más placentero que sentarse a ver Strictly Come Dancing con tu hijo de nueve años. Es jodidamente fabuloso”.
La franquicia de Piratas del Caribe tuvo un enorme éxito y su segunda entrega, El cofre del hombre muerto, batió récords en su momento como la película que más rápido recaudó mil millones de dólares en todo el mundo y se convirtió en la tercera película más taquillera de la historia. Pero también provocó que la prensa sensacionalista acosara a Knightley y que los medios especularan sobre si la actriz sufría o no un trastorno alimentario debido a su delgada constitución. “Yo sabía que no era así. Sabía que estaba comiendo”, confiesa la actriz en la entrevista sobre esa época. “No lo recuerdo en el sentido clásico del trauma. Lo he borrado por completo. Pero luego surgen algunas cosas y de repente tengo un recuerdo muy corporal de todo eso porque, en última estancia, era humillación pública, ¿no? Obviamente, forma parte de mi psique, dado lo joven que era cuando ocurrió. Me he construido alrededor de ello”, asegura.
En los años 2000, su vestuario de camisetas diminutas, vaqueros de tiro bajo y bufandas estrechas fue imitado sin cesar, como recuerda The Times. “Todo giraba en torno a mi abdomen”, considera ella. Desde que ha sido madre, dice que su estilo es mucho más práctico. Las botas Dr. Martens, por ejemplo, se han convertido en su inseparable calzado. “Tengo un par marrón y un par negro, y me cuesta mucho quitármelos. Ya no tengo ni idea de cómo caminar con tacones”, asegura. La actriz, que cumple los 40 años en marzo del año que viene, afronta con muchas ganas esta nueva década: “Mis hijos están en un punto en el que de repente estoy recuperando un poco de vida. Siento que podría ser muy divertido”.
La actriz reconoce que esta saga de aventuras es la más exitosa en la que prevé participar, pero ahora le interesa más el “entretenimiento puro”, proyectos divertidos y descansar con su familia cuando le plazca. “Me siguen ofreciendo cosas sobre niños que mueren, pero no puedo hacerlo”, asegura
El rostro de Keira Knightley (Teddington, Reino Unido, 39 años) es para muchos el de Elizabeth Swann, la hija del gobernador convertida en pirata en la famosa y lucrativa saga de Piratas del Caribe, que la actriz rodó entre 2003 y 2007 junto a Johnny Depp y Orlando Bloom. Ha protagonizado muchas otras películas y ha encarnado otros papeles muy sonados, como el de Lizzie en Orgullo y prejuicio, pero el de la joven aristócrata británica que acaba siendo reina de la hermandad de piratas es probablemente el que más fama le ha dado. Sin embargo, ella no guarda muy buen recuerdo de esa experiencia. “Fueron las películas más exitosas en las que participaré nunca y también son la razón por la que me desprestigian públicamente”, lamenta la intérprete en una nueva entrevista con The Times.
Knightley define esos años de su veintena como “un lugar muy confuso” en su cabeza y garantiza al diario británico que no va a volver a aparecer en una franquicia después de esa experiencia. “Las horas que inviertes son una locura. Son años de tu vida, no tienes control sobre dónde estás rodando, cuánto tiempo estás rodando, qué estás rondando”, explica. Ahora que tiene dos hijos (Edie, de nueve años, y Delilah, de cuatro), fruto de su relación con el músico británico James Righton, con quien está casada desde 2013, tiene claro que sus prioridades son otras. “Ahora no podría ir de trabajo en trabajo [en el extranjero]. No sería justo para ellos de ninguna manera y no querría hacerlo. Elegí tener hijos, quiero criarlos, así que tuve que dar un gran paso atrás”, afirma.
Mundialmente conocida desde los 17 años gracias a su papel en la película Quiero ser como Beckham, reconoce que la franquicia cinematográfica de aventuras marinas estaba realizándola como actriz al mismo tiempo que la destruía. “Me veían como una mierda por ellas y, sin embargo, como funcionaron tan bien, me dieron la oportunidad de hacer las películas por las que acabé recibiendo nominaciones a los Oscar”, rememora Knightley. La intérprete británica estuvo nominada a la estatuilla dorada en 2006 por su actuación en Orgullo y prejuicio y una segunda vez, en 2015, por su papel en The Imitation Game, aunque en ninguna de las dos veces se la llevó.
Actualmente, Knightley se encuentra inmersa en el rodaje de The Woman in Cabin 10, un thriller de Netflix en el que comparte protagonismo con Guy Pearce o Hannah Waddingham. También aparecerá en la próxima serie de suspense de la misma plataforma Black Doves, en la que interpreta a una espía británica enredada en una aventura amorosa arriesgada. Lo que le apetece ahora, cuenta, son proyectos divertidos y, sobre todo, tomarse descansos cuando le dé la gana. “En los últimos años, me ha sorprendido mucho a qué he sido capaz de decir que no. Quería centrarme más en entretenimiento puro y tal vez sea porque lo necesitaba. Me siguen ofreciendo cosas sobre niños que mueren o sobre madres que mueren. Pero no puedo hacerlo”, se sincera. También aprecia el entretenimiento fuera del trabajo, cuando descansa en familia un sábado por la noche: “No hay nada más placentero que sentarse a ver Strictly Come Dancing con tu hijo de nueve años. Es jodidamente fabuloso”.
La franquicia de Piratas del Caribe tuvo un enorme éxito y su segunda entrega, El cofre del hombre muerto, batió récords en su momento como la película que más rápido recaudó mil millones de dólares en todo el mundo y se convirtió en la tercera película más taquillera de la historia. Pero también provocó que la prensa sensacionalista acosara a Knightley y que los medios especularan sobre si la actriz sufría o no un trastorno alimentario debido a su delgada constitución. “Yo sabía que no era así. Sabía que estaba comiendo”, confiesa la actriz en la entrevista sobre esa época. “No lo recuerdo en el sentido clásico del trauma. Lo he borrado por completo. Pero luego surgen algunas cosas y de repente tengo un recuerdo muy corporal de todo eso porque, en última estancia, era humillación pública, ¿no? Obviamente, forma parte de mi psique, dado lo joven que era cuando ocurrió. Me he construido alrededor de ello”, asegura.
En los años 2000, su vestuario de camisetas diminutas, vaqueros de tiro bajo y bufandas estrechas fue imitado sin cesar, como recuerda The Times. “Todo giraba en torno a mi abdomen”, considera ella. Desde que ha sido madre, dice que su estilo es mucho más práctico. Las botas Dr. Martens, por ejemplo, se han convertido en su inseparable calzado. “Tengo un par marrón y un par negro, y me cuesta mucho quitármelos. Ya no tengo ni idea de cómo caminar con tacones”, asegura. La actriz, que cumple los 40 años en marzo del año que viene, afronta con muchas ganas esta nueva década: “Mis hijos están en un punto en el que de repente estoy recuperando un poco de vida. Siento que podría ser muy divertido”.
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