<p>Un pequeño estudio español se ha impuesto en el Premio RIBA Internacional, uno de los más importantes en el ámbito de la arquitectura, con unas viviendas sociales de madera en Cornellà de Llobregat, en la periferia de Barcelona. <strong>Los arquitectos Marta Peris y José Toral</strong> han ganado el galardón que otorga el Royal Institute of British Architects (RIBA) por Modulus Matrix, un radical edificio de 85 viviendas que sorprende por su alta calidad y una estética cercana al zen japonés.</p>
El estudio Peris+Toral ha ganado el RIBA Internacional por 85 pisos de protección oficial en Cornellà, el «proyecto más significativo e inspirador» del año
Un pequeño estudio español se ha impuesto en el Premio RIBA Internacional, uno de los más importantes en el ámbito de la arquitectura, con unas viviendas sociales de madera en Cornellà de Llobregat, en la periferia de Barcelona. Los arquitectos Marta Peris y José Toral han ganado el galardón que otorga el Royal Institute of British Architects (RIBA) por Modulus Matrix, un radical edificio de 85 viviendas que sorprende por su alta calidad y una estética cercana al zen japonés.
«El inspirador proyecto de vivienda de Peris+Toral Arquitectes en España encarna el tipo de espíritu transformador que es a la vez aspiracional y demuestra un cambio genuino», ha destacado Muyiwa Oki, presidente del RIBA, que ensalza el «enfoque radical» y el «esquema visionario» de Modulus Matrix. «Es un claro ejemplo de las formas en que los arquitectos pueden crear soluciones nuevas e implementables para el desafío común de construir viviendas para todos», añade.
El edificio impulsado por el Instituto Metropolitano de Promoción de Suelo (IMPSOL) sienta precedente a nivel mundial: «Demuestra que se pueden hacer viviendas sociales de alta calidad, utilizando un material como la madera», defiende José Toral. Con estas viviendas en el área metropolitana de Barcelona, Peris+Toral ha eclipsado a los otros dos finalistas del RIBA Internacional: el mismísimo David Chipperfield, que ha transformado un antiguo monasterio y hospital en sede de la compañía Jacoby Studios, en la ciudad medieval de Paderborn (Alemania), y el estudio chino O-office, que ha levantado un moderno Museo de Fotografía en Lianzhou.
Creado en 2015, el RIBA Internacional se otorga al «proyecto considerado más significativo e inspirador a nivel mundial», a «edificios que cambian el mundo». Con una periodicidad bianual, esta modalidad internacional se suma a las emblemáticas Medallas de Oro que el RIBA entrega desde el siglo XIX y que solo ha ganado un español, Rafael Moneo. Aunque también ha habido una rara excepción: Barcelona, la primera vez que el premio recayó en una ciudad (fue en 1999, aún por el efecto de Olimpiadas, que se sumó a la regeneración urbanística de la capital catalana en las primeras décadas de democracia).
¿Y cómo son las 85 viviendas de Modulus Matrix que desde el barrio más humilde de Cornellà han irrumpido en el podio de la arquitectura mundial? Lo primero que destaca es su colosal estructura de madera, procedente de los bosques vascos. Con una superficie de más de 12.000 metros cuadrados que ocupa toda una manzana y sus cinco plantas de altura, ha sido el mayor edificio residencial de España construido en madera.
«Llevamos años muchos años enfocados en viviendas que brindan nuevas formas de vida, investigando nuevas formas de habitar», explica Marta Peris, autora de la tesis doctoral La casa japonesa a través del cine de Yasujiro Ozu (un cineasta de culto considerado el más japonés de los directores japoneses). «La arquitectura tiene la capacidad de transformar la sociedad. Creemos en un lugar que puede encarnar una serie de valores, de igualdad de género, de equidad social», reivindica.
Desde que Peris y Toral fundaran su estudio en 2005 para desarrollar unos pisos para jóvenes en Barcelona, su trayectoria se ha centrado en la vivienda, también en el ámbito académico (ambos son profesores en la Universidad Politécnica de Cataluña). Y Modulus Matrix se ha convertido en su particular manifiesto arquitectónico, el referente de una nueva forma de entender la vivienda pública.
El edificio está diseñado en torno a un patio-plaza y se accede a los pisos a través de una terraza interior (hay otra exterior, que sería la habitual). En las casas no hay pasillos y la cocina abierta distribuye el espacio a través de módulos de 13 metros cuadrados: no hay diferencia entre los lugares para vivir, comer o dormir. Cada habitante decide cuál será la función de las habitaciones, sin imposiciones que vengan marcadas por la arquitectura.
Para el jurado del RIBA, «el edificio permite la adaptación a formas de vida nuevas y culturalmente específicas (más allá de la familia nuclear tradicional) y proporciona flexibilidad y adaptabilidad a lo largo del tiempo, ya que el uso de cada habitación se puede cambiar fácilmente». La familia tradicional ha cambiado radicalmente en los últimos años. Y la arquitectura puede hacer que las casas sean más democráticas, para todos.
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