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  Libros  Miguel Ángel Noceda: “El ser humano es débil cuando se puede hacer dinero fácil”
Libros

Miguel Ángel Noceda: “El ser humano es débil cuando se puede hacer dinero fácil”

junio 23, 2025
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Miguel Ángel Noceda (Comillas, Cantabria, 1957) trabajó durante 33 años en EL PAÍS, donde fue redactor jefe, como periodista especializado en información económica. Ahora acaba de publicar Fiascos, S. A. (Debate), un libro donde se repasan los grandes fracasos empresariales desde que llegó la democracia. En sus páginas desfilan nombres como Rumasa, Banca Catalana, Banesto, KIO, Ibercorp, Gowex, Abengoa, Marsans, Fadesa, Pescanova, Bankia o Banco Popular, entre otros.

Pregunta. El título es un poco benevolente. El término fiasco lleva implícita cierta dosis de involuntariedad. ¿No cree que habría sido mejor titularlo Fraudes S. A.?

Respuesta. Puede ser, pero muchas de las veces el fraude fue más involuntario que voluntario. La palabra fiasco remite a fracaso, decepción o resultado adverso de algo que se esperaba que terminase bien. Además, en el subtítulo se habla de fracasos y en el contraportada se hace mención a los grandes casos de corrupción del país.

P. ¿Ve elementos comunes entre los casos que relata?

R. Se parecen en que sus protagonistas buscan un beneficio personal en contra de una gran masa de perjudicados. Algunos casos no tuvieron un nivel de fraude muy alto, pero su repercusión social fue muy fuerte, caso de Ibercorp (por la implicación del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio) o Gescartera, en el que un iluminado hizo tambalear al segundo Gobierno de Aznar.

P. Muchos de los personajes ya eran ricos. ¿Qué los llevó a traspasar ciertos límites?

R. La ambición de poder y dinero. El que tiene un euro quiere tener dos y muchos de ellos, para conseguirlo, abren la puerta a la corrupción.

P. ¿Cree que estos fraudes han estigmatizado la figura del empresario?

R. Absolutamente. Con la entrada de España en la UE la economía nacional se abrió al mundo, se modernizó. Las empresas españolas empezaron a crecer y a internacionalizarse. Hoy podemos presumir de tener compañías y sectores que son referentes en el mundo. La gran mayoría de los empresarios han hecho las cosas bien, pero su imagen se ha visto maltratada por una serie de personajes que son el ejemplo de lo que no hay que hacer.

Miguel Ángel Noceda, el lunes pasado en Madrid.

P. ¿Cuál es el empresario que más le ha decepcionado?

R. Mientras que a [José María] Ruiz-Mateos, [Mario] Conde o [Javier] de la Rosa se les veía venir, aunque algunos colegas les bailaban el agua, a otros no tanto. El caso que más me sorprendió fue el de Ángel Ron en el Banco Popular. Su situación no está relacionada con el egoísmo de enriquecerse personalmente, más bien fue víctima de una espiral de la que no supo salir por un error en la política hipotecaria del banco.

P. En el libro se mencionan malas prácticas que salpican a ministros, directores del FMI, gobernadores del Banco de España, presidentes de autonomías… ¿No será que lo que está roto es el sistema?

R. Creo que sí. A eso hay que añadir la condición humana. El ser humano es débil cuando aparece la posibilidad de hacer dinero fácil, de dar el pelotazo.

P. Si los supervisores y reguladores funcionasen bien, esa condición humana a la que se refiere para explicar la corrupción lo tendría más difícil, ¿no?

R. Totalmente de acuerdo. Los mecanismos de control, aunque con los años han mejorado, no han funcionado como tenían que hacerlo bien porque no se gestionaban bien, bien porque había lagunas de las que podían servirse los corruptos. Además, los procesos judiciales son muy lentos.

P. ¿Ha sufrido presiones para no publicar determinadas informaciones?

R. Sí, todos recibimos presiones. Afortunadamente, trabajaba en un sitio en el que esas presiones se podían solventar bien.

P. ¿Quién fue el que más le presionó?

R. El más insistente fue Mario Conde. Meses antes de la intervención de Banesto, presionó porque yo tenía la información de que el Banco de España le había conminado a no distribuir dividendo. Creo que he dado pruebas suficientes de que era muy difícil convencerme mediante una presión de no publicar una información que estaba totalmente contrastada.

P. Estos días vuelven a aparecer casos de corrupción vinculados a los contratos públicos que salpican a grandes compañías. ¿Fiascos empresariales siempre va a haber?

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R. Lamentablemente, sí. Siempre va a haber gente muy lista que use la ingeniería financiera para saltarse las normas.

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 Miguel Ángel Noceda (Comillas, Cantabria, 1957) trabajó durante 33 años en EL PAÍS, donde fue redactor jefe, como periodista especializado en información económica. Ahora acaba de publicar Fiascos, S. A. (Debate), un libro donde se repasan los grandes fracasos empresariales desde que llegó la democracia. En sus páginas desfilan nombres como Rumasa, Banca Catalana, Banesto, KIO, Ibercorp, Gowex, Abengoa, Marsans, Fadesa, Pescanova, Bankia o Banco Popular, entre otros. Pregunta. El título es un poco benevolente. El término fiasco lleva implícita cierta dosis de involuntariedad. ¿No cree que habría sido mejor titularlo Fraudes S. A.?Respuesta. Puede ser, pero muchas de las veces el fraude fue más involuntario que voluntario. La palabra fiasco remite a fracaso, decepción o resultado adverso de algo que se esperaba que terminase bien. Además, en el subtítulo se habla de fracasos y en el contraportada se hace mención a los grandes casos de corrupción del país.P. ¿Ve elementos comunes entre los casos que relata?R. Se parecen en que sus protagonistas buscan un beneficio personal en contra de una gran masa de perjudicados. Algunos casos no tuvieron un nivel de fraude muy alto, pero su repercusión social fue muy fuerte, caso de Ibercorp (por la implicación del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio) o Gescartera, en el que un iluminado hizo tambalear al segundo Gobierno de Aznar. P. Muchos de los personajes ya eran ricos. ¿Qué los llevó a traspasar ciertos límites? R. La ambición de poder y dinero. El que tiene un euro quiere tener dos y muchos de ellos, para conseguirlo, abren la puerta a la corrupción.P. ¿Cree que estos fraudes han estigmatizado la figura del empresario?R. Absolutamente. Con la entrada de España en la UE la economía nacional se abrió al mundo, se modernizó. Las empresas españolas empezaron a crecer y a internacionalizarse. Hoy podemos presumir de tener compañías y sectores que son referentes en el mundo. La gran mayoría de los empresarios han hecho las cosas bien, pero su imagen se ha visto maltratada por una serie de personajes que son el ejemplo de lo que no hay que hacer.P. ¿Cuál es el empresario que más le ha decepcionado?R. Mientras que a [José María] Ruiz-Mateos, [Mario] Conde o [Javier] de la Rosa se les veía venir, aunque algunos colegas les bailaban el agua, a otros no tanto. El caso que más me sorprendió fue el de Ángel Ron en el Banco Popular. Su situación no está relacionada con el egoísmo de enriquecerse personalmente, más bien fue víctima de una espiral de la que no supo salir por un error en la política hipotecaria del banco.P. En el libro se mencionan malas prácticas que salpican a ministros, directores del FMI, gobernadores del Banco de España, presidentes de autonomías… ¿No será que lo que está roto es el sistema?R. Creo que sí. A eso hay que añadir la condición humana. El ser humano es débil cuando aparece la posibilidad de hacer dinero fácil, de dar el pelotazo.P. Si los supervisores y reguladores funcionasen bien, esa condición humana a la que se refiere para explicar la corrupción lo tendría más difícil, ¿no?R. Totalmente de acuerdo. Los mecanismos de control, aunque con los años han mejorado, no han funcionado como tenían que hacerlo bien porque no se gestionaban bien, bien porque había lagunas de las que podían servirse los corruptos. Además, los procesos judiciales son muy lentos. P. ¿Ha sufrido presiones para no publicar determinadas informaciones?R. Sí, todos recibimos presiones. Afortunadamente, trabajaba en un sitio en el que esas presiones se podían solventar bien.P. ¿Quién fue el que más le presionó?R. El más insistente fue Mario Conde. Meses antes de la intervención de Banesto, presionó porque yo tenía la información de que el Banco de España le había conminado a no distribuir dividendo. Creo que he dado pruebas suficientes de que era muy difícil convencerme mediante una presión de no publicar una información que estaba totalmente contrastada.P. Estos días vuelven a aparecer casos de corrupción vinculados a los contratos públicos que salpican a grandes compañías. ¿Fiascos empresariales siempre va a haber?R. Lamentablemente, sí. Siempre va a haber gente muy lista que use la ingeniería financiera para saltarse las normas. Seguir leyendo  

Miguel Ángel Noceda (Comillas, Cantabria, 1957) trabajó durante 33 años en EL PAÍS, donde fue redactor jefe, como periodista especializado en información económica. Ahora acaba de publicar Fiascos, S. A. (Debate), un libro donde se repasan los grandes fracasos empresariales desde que llegó la democracia. En sus páginas desfilan nombres como Rumasa, Banca Catalana, Banesto, KIO, Ibercorp, Gowex, Abengoa, Marsans, Fadesa, Pescanova, Bankia o Banco Popular, entre otros.

Pregunta. El título es un poco benevolente. El término fiasco lleva implícita cierta dosis de involuntariedad. ¿No cree que habría sido mejor titularlo Fraudes S. A.?

Respuesta. Puede ser, pero muchas de las veces el fraude fue más involuntario que voluntario. La palabra fiasco remite a fracaso, decepción o resultado adverso de algo que se esperaba que terminase bien. Además, en el subtítulo se habla de fracasos y en el contraportada se hace mención a los grandes casos de corrupción del país.

P. ¿Ve elementos comunes entre los casos que relata?

R. Se parecen en que sus protagonistas buscan un beneficio personal en contra de una gran masa de perjudicados. Algunos casos no tuvieron un nivel de fraude muy alto, pero su repercusión social fue muy fuerte, caso de Ibercorp (por la implicación del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio) o Gescartera, en el que un iluminado hizo tambalear al segundo Gobierno de Aznar.

P. Muchos de los personajes ya eran ricos. ¿Qué los llevó a traspasar ciertos límites?

R. La ambición de poder y dinero. El que tiene un euro quiere tener dos y muchos de ellos, para conseguirlo, abren la puerta a la corrupción.

P. ¿Cree que estos fraudes han estigmatizado la figura del empresario?

R. Absolutamente. Con la entrada de España en la UE la economía nacional se abrió al mundo, se modernizó. Las empresas españolas empezaron a crecer y a internacionalizarse. Hoy podemos presumir de tener compañías y sectores que son referentes en el mundo. La gran mayoría de los empresarios han hecho las cosas bien, pero su imagen se ha visto maltratada por una serie de personajes que son el ejemplo de lo que no hay que hacer.

Miguel Ángel Noceda, el lunes pasado en Madrid.
Miguel Ángel Noceda, el lunes pasado en Madrid.Pablo Monge

P. ¿Cuál es el empresario que más le ha decepcionado?

R. Mientras que a [José María] Ruiz-Mateos, [Mario] Conde o [Javier] de la Rosa se les veía venir, aunque algunos colegas les bailaban el agua, a otros no tanto. El caso que más me sorprendió fue el de Ángel Ron en el Banco Popular. Su situación no está relacionada con el egoísmo de enriquecerse personalmente, más bien fue víctima de una espiral de la que no supo salir por un error en la política hipotecaria del banco.

P. En el libro se mencionan malas prácticas que salpican a ministros, directores del FMI, gobernadores del Banco de España, presidentes de autonomías… ¿No será que lo que está roto es el sistema?

R. Creo que sí. A eso hay que añadir la condición humana. El ser humano es débil cuando aparece la posibilidad de hacer dinero fácil, de dar el pelotazo.

P. Si los supervisores y reguladores funcionasen bien, esa condición humana a la que se refiere para explicar la corrupción lo tendría más difícil, ¿no?

R. Totalmente de acuerdo. Los mecanismos de control, aunque con los años han mejorado, no han funcionado como tenían que hacerlo bien porque no se gestionaban bien, bien porque había lagunas de las que podían servirse los corruptos. Además, los procesos judiciales son muy lentos.

P. ¿Ha sufrido presiones para no publicar determinadas informaciones?

R. Sí, todos recibimos presiones. Afortunadamente, trabajaba en un sitio en el que esas presiones se podían solventar bien.

P. ¿Quién fue el que más le presionó?

R. El más insistente fue Mario Conde. Meses antes de la intervención de Banesto, presionó porque yo tenía la información de que el Banco de España le había conminado a no distribuir dividendo. Creo que he dado pruebas suficientes de que era muy difícil convencerme mediante una presión de no publicar una información que estaba totalmente contrastada.

P. Estos días vuelven a aparecer casos de corrupción vinculados a los contratos públicos que salpican a grandes compañías. ¿Fiascos empresariales siempre va a haber?

R. Lamentablemente, sí. Siempre va a haber gente muy lista que use la ingeniería financiera para saltarse las normas.

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