Mikey Madison (Los Ángeles, 25 años) contesta desde París, un par de días después de haber recogido un premio en el Festival de Deauville, por su interpretación en Anora, de Sean Baker, Palma de Oro en el último Cannes, una película disparada a la carrera de Oscars. Es su primera vez en París. Este es un año de muchas primeras veces. La primera vez que fue a Cannes (y compitió y ganaron). La primera vez que un director (y uno de prestigio, como Baker, con el que que estaba obsesionada por The Florida Project o Tangerine) escribe un papel alrededor de ella, para ella. La primera vez que protagoniza una película. Madison es la Anora del título, una trabajadora sexual de un club de Brighton Beach, en medio de la comunidad rusa de Brooklyn. Es una stripper que habla mucho y muy rápido, nacida allí pero de abuela rusa, con ideas muy claras, que parece aún creer en ese sueño americano materialista… Cuando se le cruza el hijo fiestero de un oligarca ruso que se la lleva de juerga a Las Vegas y se casan en mitad de la borrachera, antes de que la resaca asome, los padres de él se plantan allí exigiendo el divorcio. “La película pasa de ser una comedia romántica a una comedia de slapstick en segundos, otras veces parecía que rodábamos un drama…”, explica la actriz. “Fue muy emocionante trabajar todo ese rango de géneros dentro de mi personaje y seguir siendo coherente también”, añade.
Madison transmitía ya esa capacidad de mezclar géneros y esa energía vibrante en la serie Better Things (2016-2022), creada y protagonizada por Pamela Adlon, en la que interpretaba a su problemática hija adolescente, pero Baker “comprometido solo con el cine” —“Hace años que desistí de ver series porque no tengo tiempo”, admite el director— descubrió a la actriz más tarde, en su debut en gran pantalla, encarnando a una de las chicas Manson en el filme de Quentin Tarantino Érase una vez en… Hollywood (2019). “Robaba la escena y me quedé con su nombre”, recuerda el director. “Años después, mi mujer y productora, Samantha [Quan] y yo, decidimos hacer Anora y no sabíamos cómo iba a ser el casting, no teníamos ni historia, fuimos el fin de semana de estreno a ver Scream (2022) y vimos a Mikey y supimos que era ella: tenía rango, podía ser divertida, tenía actitud, era sexy, intensa y podía gritar… y si algo sabíamos de nuestra Anora entonces es que iba a tener que gritar mucho. Además, tiene un aspecto muy único que podíamos fotografiarla de manera interesante”.
Se conocieron al día siguiente y fue un flechazo. Madison aceptó el reto y se pasaron un año escribiendo el guion para ella, mientras la actriz aprendía ruso, aprendía twerking, pole dance y se convertía en sombra de trabajadoras sexuales. “Aprendí todo lo que pude de ellas, si no lo hubiera hecho, esta habría sido otra película”, reconoce Madison, que se pasa buena parte de la película sin ropa. “Pero nunca me sentí desnuda, no era la única en el set y para estas mujeres su cuerpo es parte de su trabajo, es algo natural, es su herramienta de trabajo”, continúa. Por eso, y por la confianza que había establecido con Sean y Samantha, no necesitó coordinadora de intimidad. “Estoy deseando trabajar con una en futuros proyectos, pero en este no la necesité, me sentía más cómoda en una conversación más directa con ellos”, explica.
Mikey Madison habla despacio, bajito, de una manera muy dulce. Justo al contrario que estos personajes que, en los últimos años, la han alzado ahora como uno de los nombres más atractivos de Hollywood. Aunque el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil. “No conocía a nadie en la industria, ni en nada artístico, solo tenía a mi madre, dispuesta a llevarme a castings, no sabía nada de cine, ni de interpretación… me llevó mucho tiempo conseguir una oportunidad, muchos rechazos, tiempo sin trabajar”, reflexiona ahora.
Hija de psicólogos, con tres hermanos (uno de ellos su gemelo), escolarizada en casa, iba para amazona profesional, como su abuela, cuando la interpretación se cruzó por su camino. En ella descubrió una forma de vencer su timidez patológica (“No podía ni hacer contacto visual, ni abrir la boca”, reconoce). Y haber pasado la vida hablando abiertamente de sus emociones por la profesión de sus padres, probablemente ayudó: “No tengo nada con qué compararlo, esa ha sido mi experiencia, pero supongo que me ha ayudado mucho a entender más profundamente mis emociones y controlarlas en mi trabajo”.
Cuando surgió Better Things, decidió abandonar los caballos y centrarse 100% en la interpretación. “Con un trabajo estable podía hacerlo”, asegura. Y ahora, gracias a Anora, el futuro se plantea también estable y, sobre todo, emocionante, lleno de más primeras (y segundas y terceras…) veces. Solo puede adelantar que está estudiando proyectos. Seguramente se está pensando mucho su siguiente paso. No es fácil dar el correcto después de una película y un trabajo de colaboración así. Y, por eso, por ahora… “Solo quiero seguir hablando de Anora por el mundo —dice—, animando a la gente a ir al cine a conocerla”.
Mikey Madison (Los Ángeles, 25 años) contesta desde París, un par de días después de haber recogido un premio en el Festival de Deauville, por su interpretación en Anora, de Sean Baker, Palma de Oro en el último Cannes, una película disparada a la carrera de Oscars. Es su primera vez en París. Este es un año de muchas primeras veces. La primera vez que fue a Cannes (y compitió y ganaron). La primera vez que un director (y uno de prestigio, como Baker, con el que que estaba obsesionada por The Florida Project o Tangerine) escribe un papel alrededor de ella, para ella. La primera vez que protagoniza una película. Madison es la Anora del título, una trabajadora sexual de un club de Brighton Beach, en medio de la comunidad rusa de Brooklyn. Es una stripper que habla mucho y muy rápido, nacida allí pero de abuela rusa, con ideas muy claras, que parece aún creer en ese sueño americano materialista… Cuando se le cruza el hijo fiestero de un oligarca ruso que se la lleva de juerga a Las Vegas y se casan en mitad de la borrachera, antes de que la resaca asome, los padres de él se plantan allí exigiendo el divorcio. “La película pasa de ser una comedia romántica a una comedia de slapstick en segundos, otras veces parecía que rodábamos un drama…”, explica la actriz. “Fue muy emocionante trabajar todo ese rango de géneros dentro de mi personaje y seguir siendo coherente también”, añade.Madison transmitía ya esa capacidad de mezclar géneros y esa energía vibrante en la serie Better Things (2016-2022), creada y protagonizada por Pamela Adlon, en la que interpretaba a su problemática hija adolescente, pero Baker “comprometido solo con el cine” —“Hace años que desistí de ver series porque no tengo tiempo”, admite el director— descubrió a la actriz más tarde, en su debut en gran pantalla, encarnando a una de las chicas Manson en el filme de Quentin Tarantino Érase una vez en… Hollywood (2019). “Robaba la escena y me quedé con su nombre”, recuerda el director. “Años después, mi mujer y productora, Samantha [Quan] y yo, decidimos hacer Anora y no sabíamos cómo iba a ser el casting, no teníamos ni historia, fuimos el fin de semana de estreno a ver Scream (2022) y vimos a Mikey y supimos que era ella: tenía rango, podía ser divertida, tenía actitud, era sexy, intensa y podía gritar… y si algo sabíamos de nuestra Anora entonces es que iba a tener que gritar mucho. Además, tiene un aspecto muy único que podíamos fotografiarla de manera interesante”.Se conocieron al día siguiente y fue un flechazo. Madison aceptó el reto y se pasaron un año escribiendo el guion para ella, mientras la actriz aprendía ruso, aprendía twerking, pole dance y se convertía en sombra de trabajadoras sexuales. “Aprendí todo lo que pude de ellas, si no lo hubiera hecho, esta habría sido otra película”, reconoce Madison, que se pasa buena parte de la película sin ropa. “Pero nunca me sentí desnuda, no era la única en el set y para estas mujeres su cuerpo es parte de su trabajo, es algo natural, es su herramienta de trabajo”, continúa. Por eso, y por la confianza que había establecido con Sean y Samantha, no necesitó coordinadora de intimidad. “Estoy deseando trabajar con una en futuros proyectos, pero en este no la necesité, me sentía más cómoda en una conversación más directa con ellos”, explica.Mikey Madison habla despacio, bajito, de una manera muy dulce. Justo al contrario que estos personajes que, en los últimos años, la han alzado ahora como uno de los nombres más atractivos de Hollywood. Aunque el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil. “No conocía a nadie en la industria, ni en nada artístico, solo tenía a mi madre, dispuesta a llevarme a castings, no sabía nada de cine, ni de interpretación… me llevó mucho tiempo conseguir una oportunidad, muchos rechazos, tiempo sin trabajar”, reflexiona ahora.Hija de psicólogos, con tres hermanos (uno de ellos su gemelo), escolarizada en casa, iba para amazona profesional, como su abuela, cuando la interpretación se cruzó por su camino. En ella descubrió una forma de vencer su timidez patológica (“No podía ni hacer contacto visual, ni abrir la boca”, reconoce). Y haber pasado la vida hablando abiertamente de sus emociones por la profesión de sus padres, probablemente ayudó: “No tengo nada con qué compararlo, esa ha sido mi experiencia, pero supongo que me ha ayudado mucho a entender más profundamente mis emociones y controlarlas en mi trabajo”.Cuando surgió Better Things, decidió abandonar los caballos y centrarse 100% en la interpretación. “Con un trabajo estable podía hacerlo”, asegura. Y ahora, gracias a Anora, el futuro se plantea también estable y, sobre todo, emocionante, lleno de más primeras (y segundas y terceras…) veces. Solo puede adelantar que está estudiando proyectos. Seguramente se está pensando mucho su siguiente paso. No es fácil dar el correcto después de una película y un trabajo de colaboración así. Y, por eso, por ahora… “Solo quiero seguir hablando de Anora por el mundo —dice—, animando a la gente a ir al cine a conocerla”. Seguir leyendo Mikey Madison, protagonista de ‘Anora’, fotografiada en el Festival de Cine de Toronto el pasado septiembre.Gareth Cattermole/Getty Images
Mikey Madison (Los Ángeles, 25 años) contesta desde París, un par de días después de haber recogido un premio en el Festival de Deauville, por su interpretación en Anora, de Sean Baker, Palma de Oro en el último Cannes, una película disparada a la carrera de Oscars. Es su primera vez en París. Este es un año de muchas primeras veces. La primera vez que fue a Cannes (y compitió y ganaron). La primera vez que un director (y uno de prestigio, como Baker, con el que que estaba obsesionada por The Florida Project o Tangerine) escribe un papel alrededor de ella, para ella. La primera vez que protagoniza una película. Madison es la Anora del título, una trabajadora sexual de un club de Brighton Beach, en medio de la comunidad rusa de Brooklyn. Es una stripper que habla mucho y muy rápido, nacida allí pero de abuela rusa, con ideas muy claras, que parece aún creer en ese sueño americano materialista… Cuando se le cruza el hijo fiestero de un oligarca ruso que se la lleva de juerga a Las Vegas y se casan en mitad de la borrachera, antes de que la resaca asome, los padres de él se plantan allí exigiendo el divorcio. “La película pasa de ser una comedia romántica a una comedia de slapstick en segundos, otras veces parecía que rodábamos un drama…”, explica la actriz. “Fue muy emocionante trabajar todo ese rango de géneros dentro de mi personaje y seguir siendo coherente también”, añade.
Los protagonistas de ‘Anora’, en un momento de la película en Las Vegas.Drew Daniels / Universal Pictures
Madison transmitía ya esa capacidad de mezclar géneros y esa energía vibrante en la serie Better Things (2016-2022), creada y protagonizada por Pamela Adlon, en la que interpretaba a su problemática hija adolescente, pero Baker “comprometido solo con el cine” —“Hace años que desistí de ver series porque no tengo tiempo”, admite el director— descubrió a la actriz más tarde, en su debut en gran pantalla, encarnando a una de las chicas Manson en el filme de Quentin Tarantino Érase una vez en… Hollywood(2019).“Robaba la escena y me quedé con su nombre”, recuerda el director. “Años después, mi mujer y productora, Samantha [Quan] y yo, decidimos hacer Anora y no sabíamos cómo iba a ser el casting, no teníamos ni historia, fuimos el fin de semana de estreno a ver Scream (2022) y vimos a Mikey y supimos que era ella: tenía rango, podía ser divertida, tenía actitud, era sexy, intensa y podía gritar… y si algo sabíamos de nuestra Anora entonces es que iba a tener que gritar mucho. Además, tiene un aspecto muy único que podíamos fotografiarla de manera interesante”.
Mikey Madison y Mark Eidelshtein, en ‘Anora’.Augusta Quirk / Anora Productions, LLC / Universal Pictures
Se conocieron al día siguiente y fue un flechazo. Madison aceptó el reto y se pasaron un año escribiendo el guion para ella, mientras la actriz aprendía ruso, aprendía twerking, pole dance y se convertía en sombra de trabajadoras sexuales. “Aprendí todo lo que pude de ellas, si no lo hubiera hecho, esta habría sido otra película”, reconoce Madison, que se pasa buena parte de la película sin ropa. “Pero nunca me sentí desnuda, no era la única en el set y para estas mujeres su cuerpo es parte de su trabajo, es algo natural, es su herramienta de trabajo”, continúa. Por eso, y por la confianza que había establecido con Sean y Samantha, no necesitó coordinadora de intimidad. “Estoy deseando trabajar con una en futuros proyectos, pero en este no la necesité, me sentía más cómoda en una conversación más directa con ellos”, explica.
Mikey Madison habla despacio, bajito, de una manera muy dulce. Justo al contrario que estos personajes que, en los últimos años, la han alzado ahora como uno de los nombres más atractivos de Hollywood. Aunque el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil. “No conocía a nadie en la industria, ni en nada artístico, solo tenía a mi madre, dispuesta a llevarme a castings, no sabía nada de cine, ni de interpretación… me llevó mucho tiempo conseguir una oportunidad, muchos rechazos, tiempo sin trabajar”, reflexiona ahora.
Sean Baker, dando instrucciones a los actores durante el rodaje de ‘Anora’.Augusta Quirk / Anora Productions, LLC / Universal Pictures
Hija de psicólogos, con tres hermanos (uno de ellos su gemelo), escolarizada en casa, iba para amazona profesional, como su abuela, cuando la interpretación se cruzó por su camino. En ella descubrió una forma de vencer su timidez patológica (“No podía ni hacer contacto visual, ni abrir la boca”, reconoce). Y haber pasado la vida hablando abiertamente de sus emociones por la profesión de sus padres, probablemente ayudó: “No tengo nada con qué compararlo, esa ha sido mi experiencia, pero supongo que me ha ayudado mucho a entender más profundamente mis emociones y controlarlas en mi trabajo”.
Cuando surgió Better Things, decidió abandonar los caballos y centrarse 100% en la interpretación. “Con un trabajo estable podía hacerlo”, asegura. Y ahora, gracias a Anora, el futuro se plantea también estable y, sobre todo, emocionante, lleno de más primeras (y segundas y terceras…) veces. Solo puede adelantar que está estudiando proyectos. Seguramente se está pensando mucho su siguiente paso. No es fácil dar el correcto después de una película y un trabajo de colaboración así. Y, por eso, por ahora… “Solo quiero seguir hablando de Anora por el mundo —dice—, animando a la gente a ir al cine a conocerla”.
EL PAÍS