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  Libros  ‘Una a una en la oscuridad’, las vidas rotas en Irlanda del Norte
Libros

‘Una a una en la oscuridad’, las vidas rotas en Irlanda del Norte

octubre 11, 2025
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Deirdre Madden, “genio constante de las letras irlandesas” según Sebastian Barry, “novelista de primera” en palabras de Richard Ford, admitió en una entrevista algunos años atrás que la violencia política en Irlanda del Norte está presente de una manera u otra en todos sus libros, 10 hasta la fecha. Cate —que es la protagonista de este, el segundo suyo traducido al español— no parece interesada en ella, sin embargo. Vive en Londres, donde trabaja en una revista de moda y decoración. Es atractiva. Tiene uno o dos amantes. Es una mujer libre. De alguna manera, parece haber conseguido dejar atrás los “Troubles”. Pero, cuando regrese a Irlanda para dar una noticia impactante, y en la medida en que se reencuentre con su madre y con sus dos hermanas, el recuerdo de los peores años del enfrentamiento entre católicos y protestantes irá desplazando y dándole un significado distinto a todo lo que vea: los campos, los pueblecitos, las calles, el lago.

Una a una en la oscuridad fue publicada por primera vez en 1996, dos años después del primer alto el fuego y otros dos antes del Acuerdo de Viernes Santo de 1998. De todas las guerras, se sabe, las peores son las guerras civiles, y Madden narra cómo la norirlandesa cambió radicalmente la vida de muchísimas personas, también las más corrientes: por ejemplo, tres mujeres que “si no hubieran sido hermanas, jamás habrían sido amigas”. Helen, una abogada especializada en terrorismo cuyo despacho está en la zona más peligrosa de Belfast. Sally, maestra en el mismo colegio católico en el que las monjas trataron de inculcar en ella y en sus hermanas la piedad y la sumisión unos pocos años atrás. Cate, la que escapó. Para hacerlo, Madden sigue un procedimiento que consiste en alternar pasado y presente. Por una parte, los paseos, las conversaciones y las risas y discusiones de las hermanas durante la semana que Cate pasa en el pueblo.

Por otra, el recuerdo de una vida anterior al conflicto cuyo alcance “era mínimo pero profundo”: visitas a la iglesia y a la tienda, excursiones a la feria de atracciones de cada año y a lugares con nombres como la Cruz de Ardbee y el Pozo Sagrado, celebraciones familiares. Entre un tiempo y otro hay otro tiempo, el de la violencia política, que Madden entreteje en su relato con gran habilidad: las primeras manifestaciones por los derechos de la minoría católica de Irlanda del Norte y su violenta represión por parte de las autoridades, la radicalización de las opiniones, los enfrentamientos con la policía, el surgimiento de los grupos paramilitares, las detenciones irregulares de personas arrancadas de sus casas delante de sus hijos, las bombas, los asesinatos de políticos y —­más a menudo— de personas corrientes y sin filiación aparente con ninguna organización, las amistades rotas, las familias separadas, las vidas rotas.

Madden es astuta al presentar el asesinato del padre de Cate, Helen y Sally no como una partición de aguas, sino como parte de la terrible secuencia de actos violentos de esos años

Madden es astuta al presentar el asesinato de Charlie Quinn —el padre de Cate, Helen y Sally— no como una partición de aguas, sino como parte de la terrible secuencia de actos violentos de esos años. Quizás cierto didactismo en su presentación del modo en que se desarrolló el conflicto resulte innecesario —y debe de haberle parecido extrañísimo a los lectores de la época, que leían a diario acerca de él—, pero Madden es una buena escritora en la línea de Frank O’Connor, Colm Tóibín y Edna O’Brien: no juzga a sus personajes y es capaz de presentar un complejo asunto histórico a través del prisma de un puñado de vidas. Sobre todo, es una escritora de gran sensibilidad, y cada página de este libro parece florecer con cada nueva descripción, con cada nuevo retrato que compone la autora.

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Deirdre Madden, “genio constante de las letras irlandesas” según Sebastian Barry, “novelista de primera” en palabras de Richard Ford, admitió en una entrevista algunos años atrás que la violencia política en Irlanda del Norte está presente de una manera u otra en todos sus libros, 10 hasta la fecha. Cate —que es la protagonista de este, el segundo suyo traducido al español— no parece interesada en ella, sin embargo. Vive en Londres, donde trabaja en una revista de moda y decoración. Es atractiva. Tiene uno o dos amantes. Es una mujer libre. De alguna manera, parece haber conseguido dejar atrás los “Troubles”. Pero, cuando regrese a Irlanda para dar una noticia impactante, y en la medida en que se reencuentre con su madre y con sus dos hermanas, el recuerdo de los peores años del enfrentamiento entre católicos y protestantes irá desplazando y dándole un significado distinto a todo lo que vea: los campos, los pueblecitos, las calles, el lago.

Una a una en la oscuridad fue publicada por primera vez en 1996, dos años después del primer alto el fuego y otros dos antes del Acuerdo de Viernes Santo de 1998. De todas las guerras, se sabe, las peores son las guerras civiles, y Madden narra cómo la norirlandesa cambió radicalmente la vida de muchísimas personas, también las más corrientes: por ejemplo, tres mujeres que “si no hubieran sido hermanas, jamás habrían sido amigas”. Helen, una abogada especializada en terrorismo cuyo despacho está en la zona más peligrosa de Belfast. Sally, maestra en el mismo colegio católico en el que las monjas trataron de inculcar en ella y en sus hermanas la piedad y la sumisión unos pocos años atrás. Cate, la que escapó. Para hacerlo, Madden sigue un procedimiento que consiste en alternar pasado y presente. Por una parte, los paseos, las conversaciones y las risas y discusiones de las hermanas durante la semana que Cate pasa en el pueblo.

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Madden es astuta al presentar el asesinato del padre de Cate, Helen y Sally no como una partición de aguas, sino como parte de la terrible secuencia de actos violentos de esos años

Madden es astuta al presentar el asesinato de Charlie Quinn —el padre de Cate, Helen y Sally— no como una partición de aguas, sino como parte de la terrible secuencia de actos violentos de esos años. Quizás cierto didactismo en su presentación del modo en que se desarrolló el conflicto resulte innecesario —y debe de haberle parecido extrañísimo a los lectores de la época, que leían a diario acerca de él—, pero Madden es una buena escritora en la línea de Frank O’Connor, Colm Tóibín y Edna O’Brien: no juzga a sus personajes y es capaz de presentar un complejo asunto histórico a través del prisma de un puñado de vidas. Sobre todo, es una escritora de gran sensibilidad, y cada página de este libro parece florecer con cada nueva descripción, con cada nuevo retrato que compone la autora.

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Deirdre Madden
Traducción de Regina López Muñoz. Errata Naturae, 2025. 288 páginas. 20,50 euros

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