Podría haber sido otra historia más de modernas heroínas —princesas o no— aventureras. Sin embargo, el éxito de Vaiana (Moana, en el original) pilló a Disney desprevenido hace ocho años. La niña del Pacífico amiga de las olas se convirtió en un sensacional triunfo de crítica y de público, con dos nominaciones a los premios Oscar y una recaudación mundial de casi 650 millones de dólares, cuatro veces más de lo que costó. Año tras año es la película más vista del streaming en la plataforma Disney+ (el año pasado, con 11.600 millones de minutos, según Nielsen). Era un escenario nunca antes visto en una película de animación de la productora: una protagonista decidida y rebelde ayudada por un secundario cargado de carisma, una puesta en valor de la naturaleza y de los valores familiares, unas canciones pegadizas y un cuento sobre el inexplorado Pacífico y sus leyendas fueron la combinación perfecta para hacer del filme el éxito de las Navidades de 2016. Pero en el audiovisual ocho años son muchos años. ¿Por qué vuelve ahora Vaiana?
El estudio de animación estrena este fin de semana —previo a la Navidad y coincidiendo con la celebración de Acción de Gracias en EE UU— la segunda parte de la película. Con una protagonista ya más adolescente que niña, personajes nuevos y canciones pegadizas (aunque se echa de menos el toque de Lin-Manuel Miranda, que se ha pasado a la saga El rey león), así como con tres nuevos directores, dos de ellos procedentes del Pacífico, la historia de Vaiana crece y da lugar a todo un universo: se ha rodado una película con los personajes en carne y hueso, y todo apunta a que también una tercera de animación. Pero la cuestión es: ¿era necesario? ¿Aporta algo? Y ¿por qué ahora?
Sus responsables están convencidos de que sí. Vaiana ha crecido en edad, pero también en profundidad y técnica; y en cuanto a la historia, en la conexión personal con su isla y su entorno. Así lo aseguran David Derrick Jr., Jason Hand y Dana Ledoux Miller, los tres nuevos directores de la película. Ellos dos habían formado parte de los equipos de otras películas de la casa como Encanto, Zootrópolis o la Vaiana original, en el caso de Derrick (que es, además, originario de las islas del Pacífico); para Ledoux Miller, samoana, es su primer paso en Disney. Pero todos tienen claro el mensaje que quieren transmitir: se sienten honrados (y algo asustados) por continuar esta saga.
Con la película recién terminada, los tres se reúnen con un grupo de medios, entre ellos EL PAÍS, para una jornada de prensa en los estudios de animación que la empresa del ratón tiene desde hace casi 80 años en Burbank, al norte de Los Ángeles. Ante la pregunta de si era necesaria una continuación, y de que si lo era por qué ha tardado ocho años, Derrick también se para a pensar. “Estoy de acuerdo contigo. Recuerdo acabar la primera película y que todos pensaran: ‘Listo, hecha’. Pero yo siempre pensé: ‘No, hemos creado el origen de una historia, ¡sigamos!’. Pero no fue hasta 2020 o 2021 cuando empezamos a tener conversaciones. Llamé a Jason, y necesitábamos a Dana para completar el grupo. Estas cosas llevan tiempo, ya sabes. Decidimos crear una historia de crecimiento personal y evolución y nuestra película pasó por eso. Empezamos por una conversación de cómo sería y evolucionó a lo que necesitábamos ver en la pantalla grande. Y estamos muy agradecidos por ello”.
Ledoux Miller, al ser preguntada por cuál era el mayor reto, explicaba que le resultaba “increíble hacer una inmersión en el mundo de Vaiana, poder seguir ampliando esta historia, tan emocionante, pero también que haya mucha verdad cultural en ella”. Ella le ha dado mucha importancia a mantenerse fiel a la cultura del Pacífico, a ser “protectora, pero también a empujar los límites”. Ha visto “historias de la gente del Pacífico contadas por gente de fuera tantas veces”, por lo que “estar dentro, con Dave y junto a organizaciones culturales, y con todos los isleños del Pacífico del equipo, implica un nuevo nivel de responsabilidad, pero también de alegría a la hora de contar la historia de manera creativa”. “Al fin y al cabo”, afirmaba la directora, apoyada por sus compañeros, “esta es una historia que cala profundamente en nuestra comunidad y yo soy quien responde. Y cuando el mundo la vea, serán mis primos, mis tíos, la gente de mi comunidad quienes quiero que la vean y la disfruten, y que para ellos sea una celebración y el mundo la vea brillar”.
“Esta es una historia que cala profundamente en nuestra comunidad y yo soy quien responde. Y cuando el mundo la vea, serán mis primos, mis tíos, quienes quiero que la vean y la disfruten”
Dana Ledoux Miller, samoana y directora de ‘Vaiana 2’
El legado cultural de la película y su acogida en la comunidad eran importantes para todos ellos. De ahí que hayan contado con organizaciones para darles apoyo, con el Oceanic Cultural Trust (que arrancó en 2011, precisamente al rodar la primera película) para asesorarles, con antropólogos y músicos locales, con maestros locales del arte del tatuaje. La investigación fue clave, se reunían cada par de semanas con todos los grupos para poner ideas en común y viajaron a las islas. “Hay historias increíbles en el Pacífico, que han inspirado algunas de las cosas que vemos en esta película, y con las que hemos aprendido. Lo que hacen los navegantes, con conocimiento increíble sobre estrellas, corrientes…”, apunta Hand.
El sentido de responsabilidad fue importante para todos ellos, “por hacer algo que se mantuviera auténtico con respecto a la película original”, explica Derrick. “Es algo que siempre hablamos, que queríamos asegurarnos de ser fieles a quién es Vaiana al final de la primera película, poniéndole por delante retos para sacar lo mejor de ella. Se trataba de asegurar de que Maui y Vaiana, después de la primera película, vista por tanta gente, avancen desde donde estaban”. Inicialmente, Bob Iger, director ejecutivo de Disney, reconoció que la calidad del proyecto, que inicialmente iba a ser una serie para plataformas, le animó a que se convirtiera en película y a lanzarlo en salas.
Una hermana y un océano
Más allá de la pata cultural, está el propio viaje de Vaiana, “una heroína poderosa”, como la define Ledoux Miller. En esta entrega, la joven sigue teniendo a sus carismáticos amigos, Pua y Hei Hei, pero también incorpora una novedad importante: su hermana pequeña. “Es todo un reto para ella, está más implicada en el futuro de su gente y en su isla, y su hermana le enseña que la isla está floreciendo y es un añadido genial, pero también le hace todo más difícil esta vez”, reflexiona Derrick. “Y además es muy divertida”, remacha Ledoux Miller, sabiendo que la pequeña Simea se convertirá en uno de los personajes favoritos del público (y también del merchandising).
“Soy samoana”, cuenta la directora, “para nosotros no hay nada más fuerte que la familia y la comunidad, y eso es lo que quería explorar. Hay un dicho en el Pacífico que dice: ‘El océano no nos divide, es lo que nos conecta”. Para Ledoux Miller, no hay mejor sitio que el mar, pero también es un reto para la protagonista: “Tiene todo lo que quiere, es la líder, y les trae de vuelta el océano, están floreciendo. Pero cuando crecemos, las cosas cambian, las circunstancias cambian, nos obligan a examinar lo que somos. Y parte de ello es ir más allá en ese océano y enfrentar obstáculos nunca antes anticipados”.
Por tanto, querían reflejar esa riqueza del Pacífico unida a la madurez de la protagonista. Por eso para ellos era clave mostrar una historia de crecimiento y superación con el mar como hilo conductor y que copa algunas de las secuencias principales de la película. “Ella lo dijo muy claramente: ‘Yo soy Vaiana”, rememora Hand. “Por eso va a descubrir que hay a partir de eso, y ahí es donde empieza nuestra historia. Y el viaje de esta película es ella descubriendo lo que eso significa”.
“El mayor reto es saber que es una película tan querida. Tiene que ser como la primera o mejor. Es la misión, que guste más, siempre buscábamos cómo mejorarla”
Joan Pons, iluminador en ‘Vaiana 2’
Uno de los creadores de ese magnífico Pacífico que acuna a los personajes ha sido el catalán Joan Pons, artista de iluminación de 25 años nacido en Igualada, y para el que este es su primer trabajo en Disney. Ha estado un año y medio iluminando la película, dotando de color y luz a sus personajes y sus situaciones. Y él también siente esa sensación de responsabilidad de los directores. “El mayor reto”, confiesa, “es saber que es una película tan querida. Tiene que ser como la primera o mejor. Es la misión, que guste más, siempre buscábamos cómo mejorarla; por ejemplo, el agua se ve mucho mejor en la segunda que en la primera, está mucho más detallada. Tenemos herramientas para trabajarla de forma mucho más realista”.
En animación no hay actores ni lugares reales, todo es creado y todo está supervisado al milímetro. “Me encargo de generar sensaciones en el espectador. Es la etapa final, donde gracias a la luz y el color se transmite al espectador lo que queremos, lo que se va a ver en cine. Lo comparo con la iluminación de un teatro, quien pone los focos, pero en el ordenador en formato 3D”, explica el iluminador, parte de un equipo más grande de casi 90 personas. Pons juega con sensaciones, siguiendo las instrucciones de los responsables de arte y los directores. “Es como una obra de arte, como detallada al milímetro”, relata. Ahora queda por ver si la taquilla responde ante ella con tanto gusto como con la primera.
El estreno de ‘Vaiana 2′, que se planteó como serie, resucita a la heroína del Pacífico ocho años después, tras su éxito inesperado en el estreno y haber arrasado en la plataforma de su productora, Disney+
Podría haber sido otra historia más de modernas heroínas —princesas o no— aventureras. Sin embargo, el éxito de Vaiana (Moana, en el original) pilló a Disney desprevenido hace ocho años. La niña del Pacífico amiga de las olas se convirtió en un sensacional triunfo de crítica y de público, con dos nominaciones a los premios Oscar y una recaudación mundial de casi 650 millones de dólares, cuatro veces más de lo que costó. Año tras año es la película más vista del streaming en la plataforma Disney+ (el año pasado, con 11.600 millones de minutos, según Nielsen). Era un escenario nunca antes visto en una película de animación de la productora: una protagonista decidida y rebelde ayudada por un secundario cargado de carisma, una puesta en valor de la naturaleza y de los valores familiares, unas canciones pegadizas y un cuento sobre el inexplorado Pacífico y sus leyendas fueron la combinación perfecta para hacer del filme el éxito de las Navidades de 2016. Pero en el audiovisual ocho años son muchos años. ¿Por qué vuelve ahora Vaiana?
El estudio de animación estrena este fin de semana —previo a la Navidad y coincidiendo con la celebración de Acción de Gracias en EE UU— la segunda parte de la película. Con una protagonista ya más adolescente que niña, personajes nuevos y canciones pegadizas (aunque se echa de menos el toque de Lin-Manuel Miranda, que se ha pasado a la saga El rey león), así como con tres nuevos directores, dos de ellos procedentes del Pacífico, la historia de Vaiana crece y da lugar a todo un universo: se ha rodado una película con los personajes en carne y hueso, y todo apunta a que también una tercera de animación. Pero la cuestión es: ¿era necesario? ¿Aporta algo? Y ¿por qué ahora?
Sus responsables están convencidos de que sí. Vaiana ha crecido en edad, pero también en profundidad y técnica; y en cuanto a la historia, en la conexión personal con su isla y su entorno. Así lo aseguran David Derrick Jr., Jason Hand y Dana Ledoux Miller, los tres nuevos directores de la película. Ellos dos habían formado parte de los equipos de otras películas de la casa como Encanto, Zootrópolis o la Vaiana original, en el caso de Derrick (que es, además, originario de las islas del Pacífico); para Ledoux Miller, samoana, es su primer paso en Disney. Pero todos tienen claro el mensaje que quieren transmitir: se sienten honrados (y algo asustados) por continuar esta saga.
Con la película recién terminada, los tres se reúnen con un grupo de medios, entre ellos EL PAÍS, para una jornada de prensa en los estudios de animación que la empresa del ratón tiene desde hace casi 80 años en Burbank, al norte de Los Ángeles. Ante la pregunta de si era necesaria una continuación, y de que si lo era por qué ha tardado ocho años, Derrick también se para a pensar. “Estoy de acuerdo contigo. Recuerdo acabar la primera película y que todos pensaran: ‘Listo, hecha’. Pero yo siempre pensé: ‘No, hemos creado el origen de una historia, ¡sigamos!’. Pero no fue hasta 2020 o 2021 cuando empezamos a tener conversaciones. Llamé a Jason, y necesitábamos a Dana para completar el grupo. Estas cosas llevan tiempo, ya sabes. Decidimos crear una historia de crecimiento personal y evolución y nuestra película pasó por eso. Empezamos por una conversación de cómo sería y evolucionó a lo que necesitábamos ver en la pantalla grande. Y estamos muy agradecidos por ello”.
Ledoux Miller, al ser preguntada por cuál era el mayor reto, explicaba que le resultaba “increíble hacer una inmersión en el mundo de Vaiana, poder seguir ampliando esta historia, tan emocionante, pero también que haya mucha verdad cultural en ella”. Ella le ha dado mucha importancia a mantenerse fiel a la cultura del Pacífico, a ser “protectora, pero también a empujar los límites”. Ha visto “historias de la gente del Pacífico contadas por gente de fuera tantas veces”, por lo que “estar dentro, con Dave y junto a organizaciones culturales, y con todos los isleños del Pacífico del equipo, implica un nuevo nivel de responsabilidad, pero también de alegría a la hora de contar la historia de manera creativa”. “Al fin y al cabo”, afirmaba la directora, apoyada por sus compañeros, “esta es una historia que cala profundamente en nuestra comunidad y yo soy quien responde. Y cuando el mundo la vea, serán mis primos, mis tíos, la gente de mi comunidad quienes quiero que la vean y la disfruten, y que para ellos sea una celebración y el mundo la vea brillar”.
“Esta es una historia que cala profundamente en nuestra comunidad y yo soy quien responde. Y cuando el mundo la vea, serán mis primos, mis tíos, quienes quiero que la vean y la disfruten”
Dana Ledoux Miller, samoana y directora de ‘Vaiana 2’
El legado cultural de la película y su acogida en la comunidad eran importantes para todos ellos. De ahí que hayan contado con organizaciones para darles apoyo, con el Oceanic Cultural Trust (que arrancó en 2011, precisamente al rodar la primera película) para asesorarles, con antropólogos y músicos locales, con maestros locales del arte del tatuaje. La investigación fue clave, se reunían cada par de semanas con todos los grupos para poner ideas en común y viajaron a las islas. “Hay historias increíbles en el Pacífico, que han inspirado algunas de las cosas que vemos en esta película, y con las que hemos aprendido. Lo que hacen los navegantes, con conocimiento increíble sobre estrellas, corrientes…”, apunta Hand.
El sentido de responsabilidad fue importante para todos ellos, “por hacer algo que se mantuviera auténtico con respecto a la película original”, explica Derrick. “Es algo que siempre hablamos, que queríamos asegurarnos de ser fieles a quién es Vaiana al final de la primera película, poniéndole por delante retos para sacar lo mejor de ella. Se trataba de asegurar de que Maui y Vaiana, después de la primera película, vista por tanta gente, avancen desde donde estaban”. Inicialmente, Bob Iger, director ejecutivo de Disney, reconoció que la calidad del proyecto, que inicialmente iba a ser una serie para plataformas, le animó a que se convirtiera en película y a lanzarlo en salas.
Una hermana y un océano
Más allá de la pata cultural, está el propio viaje de Vaiana, “una heroína poderosa”, como la define Ledoux Miller. En esta entrega, la joven sigue teniendo a sus carismáticos amigos, Pua y Hei Hei, pero también incorpora una novedad importante: su hermana pequeña. “Es todo un reto para ella, está más implicada en el futuro de su gente y en su isla, y su hermana le enseña que la isla está floreciendo y es un añadido genial, pero también le hace todo más difícil esta vez”, reflexiona Derrick. “Y además es muy divertida”, remacha Ledoux Miller, sabiendo que la pequeña Simea se convertirá en uno de los personajes favoritos del público (y también del merchandising).
“Soy samoana”, cuenta la directora, “para nosotros no hay nada más fuerte que la familia y la comunidad, y eso es lo que quería explorar. Hay un dicho en el Pacífico que dice: ‘El océano no nos divide, es lo que nos conecta”. Para Ledoux Miller, no hay mejor sitio que el mar, pero también es un reto para la protagonista: “Tiene todo lo que quiere, es la líder, y les trae de vuelta el océano, están floreciendo. Pero cuando crecemos, las cosas cambian, las circunstancias cambian, nos obligan a examinar lo que somos. Y parte de ello es ir más allá en ese océano y enfrentar obstáculos nunca antes anticipados”.
Por tanto, querían reflejar esa riqueza del Pacífico unida a la madurez de la protagonista. Por eso para ellos era clave mostrar una historia de crecimiento y superación con el mar como hilo conductor y que copa algunas de las secuencias principales de la película. “Ella lo dijo muy claramente: ‘Yo soy Vaiana”, rememora Hand. “Por eso va a descubrir que hay a partir de eso, y ahí es donde empieza nuestra historia. Y el viaje de esta película es ella descubriendo lo que eso significa”.
“El mayor reto es saber que es una película tan querida. Tiene que ser como la primera o mejor. Es la misión, que guste más, siempre buscábamos cómo mejorarla”
Joan Pons, iluminador en ‘Vaiana 2’
Uno de los creadores de ese magnífico Pacífico que acuna a los personajes ha sido el catalán Joan Pons, artista de iluminación de 25 años nacido en Igualada, y para el que este es su primer trabajo en Disney. Ha estado un año y medio iluminando la película, dotando de color y luz a sus personajes y sus situaciones. Y él también siente esa sensación de responsabilidad de los directores. “El mayor reto”, confiesa, “es saber que es una película tan querida. Tiene que ser como la primera o mejor. Es la misión, que guste más, siempre buscábamos cómo mejorarla; por ejemplo, el agua se ve mucho mejor en la segunda que en la primera, está mucho más detallada. Tenemos herramientas para trabajarla de forma mucho más realista”.
En animación no hay actores ni lugares reales, todo es creado y todo está supervisado al milímetro. “Me encargo de generar sensaciones en el espectador. Es la etapa final, donde gracias a la luz y el color se transmite al espectador lo que queremos, lo que se va a ver en cine. Lo comparo con la iluminación de un teatro, quien pone los focos, pero en el ordenador en formato 3D”, explica el iluminador, parte de un equipo más grande de casi 90 personas. Pons juega con sensaciones, siguiendo las instrucciones de los responsables de arte y los directores. “Es como una obra de arte, como detallada al milímetro”, relata. Ahora queda por ver si la taquilla responde ante ella con tanto gusto como con la primera.
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