<p>»Dale un beso de mi parte», me suelta <strong>Raúl Tejón</strong> (Getafe, 1975) cuando le comento que voy a ver a Ana Obregón. Ante mi cara de sorpresa, me recuerda que trabajó en ‘Ana y los 7’ al principio de su carrera, como en ‘Al salir de clase’, en ‘Compañeros’ o en tantas series de éxito en las que no logró consolidar el suyo. Pero no se rindió hasta que, ya pasados los 40,<strong> ‘Machos alfa’</strong> le ha consolidado como uno de los actores del momento. Este verano protagoniza, junto a Paco León,<strong> ‘Uno equis dos’ </strong>(estreno, el 8 de agosto), una comedia negra sobre las locuras que somos capaces de hacer por dinero. <br></p>
El éxito le ha llegado pasados los 40, pero su vocación jamás titubeó: «Viví 20 años cabreado y la ira me hacía sentir vivo, lo único que nunca me enfadó fue lo laboral»
«Dale un beso de mi parte», me suelta Raúl Tejón (Getafe, 1975) cuando le comento que voy a ver a Ana Obregón. Ante mi cara de sorpresa, me recuerda que trabajó en ‘Ana y los 7’ al principio de su carrera, como en ‘Al salir de clase’, en ‘Compañeros’ o en tantas series de éxito en las que no logró consolidar el suyo. Pero no se rindió hasta que, ya pasados los 40, ‘Machos alfa’ le ha consolidado como uno de los actores del momento. Este verano protagoniza, junto a Paco León, ‘Uno equis dos’ (estreno, el 8 de agosto), una comedia negra sobre las locuras que somos capaces de hacer por dinero.
- En la peli sois dos tipos en plena crisis de los 40, pero, sin ánimo de ofender, estás ya más en la de los 50.
- [Risas] Además yo las crisis las paso siempre por adelantado. Me pasó con los 30, me pasó con los 40 y creo que me pasó también con los 50. Hace un par de años murió mi madre y ahí fue un momento en el que me volví a replantear cosas y hacia dónde iba mi vida. Las crisis me llegan antes de lo que se supone que me tienen que llegar.
- Estás en tu mejor momento profesional, pero has remado mucho para llegar aquí. ¿Pensaste en tirar la toalla?
- Jamás. Es que no sé hacer otra cosa en la vida y creo que esto lo hago bien porque, más allá de los resultados que pueden ser mejores o peores, no me cansa. El sitio donde más feliz estoy en el mundo es en un set de rodaje o en un teatro y siempre estoy pensando en historias que contar, en lo que me queda por expresar. Tanto mi familia, que es la que me llenaba la nevera cuando no había trabajo, como yo hemos remado mucho y hemos remado bien. No cambiaría nada.
- Te escuché una vez que viviste cabreado 20 años.
- Más, más. Desde la adolescencia hasta casi los 40 estuve cabreado con todo menos con lo laboral, que no me ha cabreado nunca, ni cuando me iba mal o vivía injusticias como hacer un casting y que llamen a tu representante para decir que eres una maravilla, pero que no vas a pasar a la siguiente fase porque no eres lo suficientemente conocido. Sabía que ahí es donde tenía que estar y que ese director o directora dijera eso de mi actuación para mí bastaba: «Voy por el buen camino». Pero todo lo demás… La vida enfada y hay que aprender a aceptar los obstáculos y, sobre todo, a curarnos las heridas desde el amor y recuperar el amor por nosotros mismos para poder seguir avanzando.
- ¿Qué te enfadaba tanto?
- La vida es muy injusta, vivir duele mucho y cada uno se enfrenta a ella con lo que puede. No caí en la depresión, pero me dio por la ira porque con ese impulso me sentía vivo. La frustración me dominaba. Tenía de todo: una historia familiar complicada, el abandono de mi padre cuando era niño, haber nacido en el extrarradio de una ciudad como Madrid en una época tan jodida como los 80… Ahora todo el mundo habla de lo bonitos que eran los 80… ¡una mierda! Una década con un problema enorme de drogas en la juventud de barrio y absolutamente homófoba, sexista y patriarcal.
- No era el entorno ideal para crecer siendo homosexual.
- Claro. Si eras un chaval con cierta sensibilidad, te lo cercenaban y te lo afeaban. Si eres homosexual y toda una sociedad, como decía Jáuregui, te educa para la vergüenza, conseguir hacer de tu identidad una bandera es un acto de afirmación, pero también es un acto político y un acto de reivindicación. Yo logré hacerlo, pero para llegar hasta ahí tuve que reconciliarme conmigo mismo y decir: «Ah, que no era yo el que estaba confundido, eran los demás». Me llevó muchos años.
- ¿Te cansa la etiqueta de «el actor gay»?
- Me la tomo con humor. Si me dicen que no se me nota que soy gay, respondo que tampoco se te nota a ti que eres heterosexual. Si me preguntan si es difícil para mí hacer un personaje tan machirulo como el de ‘Machos alfa’, respondo que si le hubieran preguntado lo mismo a Tom Hanks cuando hizo ‘Philadelphia’. Me lo tomo con humor y de manera un poco didáctica. Diciendo amablemente: «Señores, todos estos comentarios son pensamiento patriarcal y homofobia». Hay que ir haciéndolo así, sin tomártelo como una afrenta. Es decir, sabemos el mundo en el que vivimos y las cartas con las que jugamos.
- En realidad, te has hartado a hacer machos muy machos y muy chungos.
- He hecho todos los hijos de puta del mundo, de asesinos a pedófilos. Y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado también los tengo todos. Incluso vigilantes jurados. Como artista huyo del estereotipo o intento deconstruirlo. Por ejemplo, en ‘Machos alfa’ intento que el estereotipo se rompa y, de repente, veamos a este machirulo deshacerse.
- ¿Cómo llevas la repentina popularidad que te ha dado la serie?
- Muy bien, lo que llevaba mal era estar en el sofá de mi casa esperando que me llamasen para trabajar. Acabo de salir de un sitio y había una cola de gente esperando para hacerse fotos, pues qué maravilla, ¿no? Ojalá me hubiera pasado antes porque mejor me habría ido.
- Ahora que entra dinero, ¿has hecho alguna locura?
- Ninguna. Vivo en Getafe, en la misma casa en la que nací y haciendo la misma vida en mi barrio con los mismos amigos. Este año soy embajador cultural de Getafe y voy a rodar una película allí como director. No hago locuras. También es verdad que la gente cree que ahora estoy ganando millones y millones y, señores, esto de ser actor no funciona así. Hay una idea preconcebida muy falsa sobre cuánto ganamos. ‘Machos alfa’ permite que yo trabaje cuatro meses fijos al año, pero luego sale lo que sale. Hay que ponerlo todo en contexto porque estoy muy lejos de estar forrado.
- Pero algún lujo te podrás dar.
- No tengo gustos excesivamente caros. Llevo una vida muy sencilla que me gusta y que es la que siempre he llevado. Tengo un coche chiquitito desde hace años y, ahora que me lo puedo permitir, en lo único que gasto un poco más es en viajar, pero me da lo mismo ir a un hotel de súperlujo que hacer una ruta con la mochila. No me olvido de quién soy ni de dónde vengo. Lo único que nos hace diferentes en este mundo, como artistas, como periodistas o como lo que seamos, es quiénes somos y quiénes hemos sido hasta llegar a este punto y estamos muertos si lo olvidamos. Si abrazas lo que eres, lo llevas con orgullo y yo soy un orgulloso chaval normal de extrarradio. Mantengo una fuerte conciencia de clase.
- Es algo que está desapareciendo.
- Totalmente. Cuando hablas de conciencia de clase te llaman antiguo, pero es que si no peleamos por la justicia social da igual el resto. Lo contrario de la pobreza no es la riqueza, es la justicia social y eso es algo que ha olvidado incluso una parte de izquierda, pero yo, como chaval nacido en los 70, en el extrarradio de Madrid, no me puedo olvidar. Yo puedo salir de Getafe, pero me niego a que Getafe salga de mí porque es mi identidad.
- Entonces, ¿estás preparando tu debut como director?
- Sí, voy a dirigir mi ópera prima este verano y parte del rodaje será en Getafe. Supongo que la noche antes de empezar no podré dormir, pero estoy bastante tranquilo por ahora. Llevo tanto tiempo en este negocio que algo sé de cómo va esto [risas].
- ¿Qué balance haces de todos estos años?
- Los balances nunca pueden ser negativos. En una vida y en una carrera siempre hay pasivo, pero en contabilidad las deudas también pertenecen a tu empresa y lo que hay que conseguir es que no te lleven al impago. Por ahora, mis deudas están pagadas y mis activos superan a mis pasivos. Al final, como dice Sabina, se trata sólo de poder dormir sin discutir con la almohada y eso tiene que ver con estar en paz contigo mismo. A veces lo consigo, a veces no, pero es el camino de una vida y el balance siempre es positivo. Soy feliz con todo lo que me ha pasado.
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