Desde las casas en los árboles que construyeron los Médici en el Renacimiento hasta el glamping que ha causado furor recientemente, pasando las guinguettes del París decimonónico, la cabaña de Wittgenstein en un acantilado o el Cabanon que Le Corbusier le regaló a su esposa, Eva Morell (Granada, 43 años) acerca con desenfado su pasión y conocimiento por estas construcciones en su primer libro Refugios. Una historia de cabañas (Debate), ilustrado por Eduard Bagur.
¿Qué libro fue su primera cabaña? Momo, de Michael Ende.
¿Qué tres libros han alimentado su obsesión por las cabañas? El barón rampante, de Italo Calvino; Astérix. La Residencia de los dioses; y Notas sobre la cabaña, de Gilles Tiberghien.
¿Dónde sintoniza con las tendencias literarias? Tengo a mi dealer particular de novedades, que es la Librería Rayuela de Málaga, regentada por una de mis mejores amigas. Es nuestro refugio particular y cada semana salgo cargada de libros que no sé si llegaré a leer.
¿Qué libro ha leído más veces? No ha sido por placer (aunque me ha gustado mucho), sino más por trabajo y bibliografía, y el que más he leído en estos dos años: Cabañas para pensar de Eduardo Outeiro, en una edición preciosa de la Fundación Luis Seoane.
¿Y cuál ha regalado con más frecuencia? El País de las últimas cosas, de Paul Auster. Es el libro que siempre regalo a esas personas especiales desde hace más de veinte años.
¿Qué libro no ha podido terminar? Paradójicamente a mi obsesión cabañil, Walden de Thoreau. Lo he intentado varias veces, pero no lo he conseguido.
¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado? Orbital, de Samantha Harvey. Me sigue teniendo fascinada.
¿Qué autor/a está injustamente olvidado? Gloria Fuertes debería tener mucha más presencia en las generaciones actuales, por su obra, su reivindicación, su persona. A mí me marcó la infancia pero no mucha gente la tiene tan presente. Debería ser materia obligada en literatura de Bachillerato.
¿Qué película ha visto más veces? Orgullo y prejuicio, la de Joe Wright de 2005. Es un bucle bastante frecuente en noches de insomnio; esos primeros planos de las manos de Elisabeth Bennet y el Señor Darcy son mi imperio romano.
¿Cuál es la última serie que vio del tirón? Dept. Q en Netflix. Maravillosa de principio a fin. Sin lagunas, muy escocesa y claro, con Matthew Goode nada puede salir mal.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? On the nature of daylight de Max Richter, sin duda.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museé d’Orsay. El templo del impresionismo. No hay museo más cabaña que ese, donde te puedes perder en los paisajes de Monet o Renoir, el colorismo de Gaugin o viajar por la mente de Van Gogh.
¿Qué suceso histórico admira más? Creo que el nacimiento de la imprenta.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? Cualquiera que significara romper con mis principios.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? El tiempo libre. El ocio. El tener que hacer planes todo el rato.
De no dedicarse a la escritura le habría gustado ser… Astronauta. Pero soy de letras.
Desde las casas en los árboles que construyeron los Médici en el Renacimiento hasta el glamping que ha causado furor recientemente, pasando las guinguettes del París decimonónico, la cabaña de Wittgenstein en un acantilado o el Cabanon que Le Corbusier le regaló a su esposa, Eva Morell (Granada, 43 años) acerca con desenfado su pasión y conocimiento por estas construcciones en su primer libro Refugios. Una historia de cabañas (Debate), ilustrado por Eduard Bagur.¿Qué libro fue su primera cabaña? Momo, de Michael Ende.¿Qué tres libros han alimentado su obsesión por las cabañas? El barón rampante, de Italo Calvino; Astérix. La Residencia de los dioses; y Notas sobre la cabaña, de Gilles Tiberghien.¿Dónde sintoniza con las tendencias literarias? Tengo a mi dealer particular de novedades, que es la Librería Rayuela de Málaga, regentada por una de mis mejores amigas. Es nuestro refugio particular y cada semana salgo cargada de libros que no sé si llegaré a leer.¿Qué libro ha leído más veces? No ha sido por placer (aunque me ha gustado mucho), sino más por trabajo y bibliografía, y el que más he leído en estos dos años: Cabañas para pensar de Eduardo Outeiro, en una edición preciosa de la Fundación Luis Seoane. ¿Y cuál ha regalado con más frecuencia? El País de las últimas cosas, de Paul Auster. Es el libro que siempre regalo a esas personas especiales desde hace más de veinte años.¿Qué libro no ha podido terminar? Paradójicamente a mi obsesión cabañil, Walden de Thoreau. Lo he intentado varias veces, pero no lo he conseguido.¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado? Orbital, de Samantha Harvey. Me sigue teniendo fascinada. ¿Qué autor/a está injustamente olvidado? Gloria Fuertes debería tener mucha más presencia en las generaciones actuales, por su obra, su reivindicación, su persona. A mí me marcó la infancia pero no mucha gente la tiene tan presente. Debería ser materia obligada en literatura de Bachillerato.¿Qué película ha visto más veces? Orgullo y prejuicio, la de Joe Wright de 2005. Es un bucle bastante frecuente en noches de insomnio; esos primeros planos de las manos de Elisabeth Bennet y el Señor Darcy son mi imperio romano.¿Cuál es la última serie que vio del tirón? Dept. Q en Netflix. Maravillosa de principio a fin. Sin lagunas, muy escocesa y claro, con Matthew Goode nada puede salir mal.Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? On the nature of daylight de Max Richter, sin duda.¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museé d’Orsay. El templo del impresionismo. No hay museo más cabaña que ese, donde te puedes perder en los paisajes de Monet o Renoir, el colorismo de Gaugin o viajar por la mente de Van Gogh.¿Qué suceso histórico admira más? Creo que el nacimiento de la imprenta. ¿Qué encargo no aceptaría jamás? Cualquiera que significara romper con mis principios. ¿Qué está socialmente sobrevalorado? El tiempo libre. El ocio. El tener que hacer planes todo el rato.De no dedicarse a la escritura le habría gustado ser… Astronauta. Pero soy de letras. Seguir leyendo
Desde las casas en los árboles que construyeron los Médici en el Renacimiento hasta el glamping que ha causado furor recientemente, pasando las guinguettes del París decimonónico, la cabaña de Wittgenstein en un acantilado o el Cabanon que Le Corbusier le regaló a su esposa, Eva Morell (Granada, 43 años) acerca con desenfado su pasión y conocimiento por estas construcciones en su primer libro Refugios. Una historia de cabañas (Debate), ilustrado por Eduard Bagur.
¿Qué libro fue su primera cabaña? Momo, de Michael Ende.
¿Qué tres libros han alimentado su obsesión por las cabañas? El barón rampante, de Italo Calvino; Astérix. La Residencia de los dioses; y Notas sobre la cabaña, de Gilles Tiberghien.
¿Dónde sintoniza con las tendencias literarias? Tengo a mi dealer particular de novedades, que es la Librería Rayuela de Málaga, regentada por una de mis mejores amigas. Es nuestro refugio particular y cada semana salgo cargada de libros que no sé si llegaré a leer.
¿Qué libro ha leído más veces? No ha sido por placer (aunque me ha gustado mucho), sino más por trabajo y bibliografía, y el que más he leído en estos dos años: Cabañas para pensar de Eduardo Outeiro, en una edición preciosa de la Fundación Luis Seoane.
¿Y cuál ha regalado con más frecuencia? El País de las últimas cosas, de Paul Auster. Es el libro que siempre regalo a esas personas especiales desde hace más de veinte años.
¿Qué libro no ha podido terminar? Paradójicamente a mi obsesión cabañil, Walden de Thoreau. Lo he intentado varias veces, pero no lo he conseguido.
¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado? Orbital, de Samantha Harvey. Me sigue teniendo fascinada.
¿Qué autor/a está injustamente olvidado? Gloria Fuertes debería tener mucha más presencia en las generaciones actuales, por su obra, su reivindicación, su persona. A mí me marcó la infancia pero no mucha gente la tiene tan presente. Debería ser materia obligada en literatura de Bachillerato.
¿Qué película ha visto más veces? Orgullo y prejuicio, la de Joe Wright de 2005. Es un bucle bastante frecuente en noches de insomnio; esos primeros planos de las manos de Elisabeth Bennet y el Señor Darcy son mi imperio romano.
¿Cuál es la última serie que vio del tirón? Dept. Q en Netflix. Maravillosa de principio a fin. Sin lagunas, muy escocesa y claro, con Matthew Goode nada puede salir mal.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? On the nature of daylight de Max Richter, sin duda.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museé d’Orsay. El templo del impresionismo. No hay museo más cabaña que ese, donde te puedes perder en los paisajes de Monet o Renoir, el colorismo de Gaugin o viajar por la mente de Van Gogh.
¿Qué suceso histórico admira más? Creo que el nacimiento de la imprenta.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? Cualquiera que significara romper con mis principios.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? El tiempo libre. El ocio. El tener que hacer planes todo el rato.
De no dedicarse a la escritura le habría gustado ser… Astronauta. Pero soy de letras.
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