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La película comienza con una imagen en blanco y negro. En una entrevista televisiva, él dice con firmeza: “El más grande de todos los idealistas ha sido Jesucristo, que soñó que un día todos los hombres íbamos a dejar de ser pecadores. Creo que el que no es idealista es un cadáver viviente”. Quien habla es Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, conocido por todos en Argentina como el Padre Mugica. Su vida y parte de su legado están presentes en Padre Mugica, a la hora de la luz, el documental de Walter Peña y Nicolás Cuiñas que se presentará el miércoles, a las 15.15, en la Sala Cine Iberia de Casa de América, en Madrid.
Después de la proyección habrá un conversatorio con la presencia de Christian Asinelli, vicepresidente corporativo de Programación Estratégica del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina; José Cobo Cano, cardenal arzobispo de Madrid; Walter Peña, codirector del documental y director de la Pastoral Villera y el Padre Ignacio Bagattini, párroco del barrio Mugica (ex Villa 31).
Como si su vida fuese un gran caleidoscopio, la película va contando la historia de Mugica y de las últimas décadas del país. Allí aparecen el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo -fue uno de los fundadores-, la muerte de Eva Perón, su ordenación como sacerdote, la construcción de la Parroquia Cristo Obrero, el trabajo codo a codo junto a los más necesitados de la Villa 31 -hoy se llama barrio Padre Carlos Mugica- y su asesinato en mayo de 1974 a manos de un grupo de ultraderecha.
“Todavía hoy me sigue conmoviendo profundamente el testimonio de vida de Carlos, ese meter las patas en el barro. Él venía de una familia acomodada, que tenía todo resuelto. Es alguien que decidió no sólo entregar su vida, sino también convertirla. Trabajó por los que menos tienen y terminó dando su vida por ellos. Sigue siendo un faro y un ejemplo para las nuevas generaciones”, dice Walter Peña, codirector de la película.
“Queríamos refrescar la imagen que se tiene de Mugica”, agregó Nicolás Cuiñas, “y traerla al presente a 50 años de su asesinato. Su mirada siempre estuvo pegada a lo político, pero nunca dejó de ser cura, pese a los embates que recibió de la propia Iglesia y del poder político”.
“Sin el legado de Mugica, no hubiese habido un Francisco”
Hablar de Mugica remite al Concilio Vaticano II, los curas villeros y la necesidad de una Iglesia que tuviera compromiso con los más humildes. También aparece la imagen del Papa Francisco, que promovió el traslado de sus restos desde el cementerio de la Recoleta -el más aristocrático de Buenos Aires- a la Parroquia Cristo Obrero en la Villa 31.
“Sin el legado de Mugica, no hubiese habido un Francisco. El Papa era diez años menor que Carlos. Después del asesinato en 1974, su figura fue silenciada y opacada por la Iglesia. Recién a los 25 años de su muerte, Bergoglio rescató su figura como cura y marcó el hecho histórico del traslado de sus restos cuando el trazado de una autopista amenazaba con destruir su parroquia. Mucho tiempo después, Mugica comenzó a aparecer fuertemente como nombre en las homilías y palabras de curas y obispos”, apunta Cuiñas.
En algunas escenas de la película, el actor Víctor Laplace recorre algunas calles de la Villa 31 y lee fragmentos que escribió Mugica. “La categoría pueblo casi coincide con la categoría pobres, aunque no la abarque totalmente. Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la historia humana desde los pobres”, dice uno de ellos. Actuar en esta película tuvo un valor especial para Laplace porque conoció a Mugica y caminó por esas calles en sus años de militancia.
“Su trabajo fue extraordinario. En aquellos años, teníamos una consigna: ‘Sólo el pueblo salvará al pueblo’. Tenía una cabeza enorme, que todo el tiempo estaba generando cosas. Junto a otros artistas, nosotros intentábamos acompañarlo en lo que podíamos. Lo recuerdo muy metido en la villa trabajando por y para los obreros”, rememora el actor.
Después de su proyección en Madrid, la película tendrá otras exhibiciones en Roma, Nápoles y París. La gira europea de la película cuenta con el auspicio y la promoción de CAF-banco de desarrollo de América Latina y el Caribe. “CAF tiene trabajos de infraestructura en la Villa 31, donde está la parroquia del padre Mugica. Pero también realizamos otros trabajos de infraestructura institucional, con temas culturales, de liderazgo y de fortalecimiento de la democracia. Apoyamos la difusión de esta película porque nos parece importante para generar reflexión en un momento particular de la Argentina”, dice Christian Asinelli, vicepresidente corporativo de Programación Estratégica del CAF. “Su legado tiene sentido y relación con el trabajo que hacemos aportando planes y proyectos concretos para mejorar la calidad de vida de las personas por las que él luchaba”, agrega.
Aunque han pasado 51 años del asesinato, el legado de Mugica sigue vivo en los curas villeros, en los comedores populares y en las redes de contención que creó en los barrios populares. Pero los directores del documental creen que sus lecciones son aún más profundas y necesarias en un momento de exacerbación del individualismo.
El mensaje fundamental de Mugica, asegura Peña, es el trabajo en comunidad y que las cosas se resuelven de forma comunitaria. “Se trata de ayudar al que menos tiene para que logre una vida mejor. El individualismo que se vive ahora tiene una fecha de vencimiento cortita. Él siempre decía que al hablar de un ‘padre nuestro’ ya estamos refiriéndonos a un nosotros”.
“Él decía que las cosas tienen que surgir desde abajo para arriba. Fue un gran articulador del pensamiento de los villeros y todo lo hacía formando comunidad, desde la política y la fe que siempre se entremezclaban. Él tomó la posta y fue al frente. Se expuso para no exponer a los demás y las luchas que dio siempre fueron de paz. Nunca recurrió a la violencia”, apunta Cañas.
Alguna vez le preguntaron al padre Mugica qué es tener fe. Frontal como era, sin pelos en la lengua, respondió con una frase que aún hoy resuena por su vigencia incontestable: “Tener fe es amar al otro”.
El documental repasa la vida y el legado del cura argentino, se estrena en Madrid. Su trabajo en las villas y su opción por los pobres dejaron una huella profunda en la historia social
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La película comienza con una imagen en blanco y negro. En una entrevista televisiva, él dice con firmeza: “El más grande de todos los idealistas ha sido Jesucristo, que soñó que un día todos los hombres íbamos a dejar de ser pecadores. Creo que el que no es idealista es un cadáver viviente”. Quien habla es Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, conocido por todos en Argentina como el Padre Mugica. Su vida y parte de su legado están presentes en Padre Mugica, a la hora de la luz, el documental de Walter Peña y Nicolás Cuiñas que se presentará el miércoles, a las 15.15, en la Sala Cine Iberia de Casa de América, en Madrid.
Después de la proyección habrá un conversatorio con la presencia de Christian Asinelli, vicepresidente corporativo de Programación Estratégica del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina; José Cobo Cano, cardenal arzobispo de Madrid; Walter Peña, codirector del documental y director de la Pastoral Villera y el Padre Ignacio Bagattini, párroco del barrio Mugica (ex Villa 31).
Como si su vida fuese un gran caleidoscopio, la película va contando la historia de Mugica y de las últimas décadas del país. Allí aparecen el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo -fue uno de los fundadores-, la muerte de Eva Perón, su ordenación como sacerdote, la construcción de la Parroquia Cristo Obrero, el trabajo codo a codo junto a los más necesitados de la Villa 31 -hoy se llama barrio Padre Carlos Mugica- y su asesinato en mayo de 1974 a manos de un grupo de ultraderecha.
“Todavía hoy me sigue conmoviendo profundamente el testimonio de vida de Carlos, ese meter las patas en el barro. Él venía de una familia acomodada, que tenía todo resuelto. Es alguien que decidió no sólo entregar su vida, sino también convertirla. Trabajó por los que menos tienen y terminó dando su vida por ellos. Sigue siendo un faro y un ejemplo para las nuevas generaciones”, dice Walter Peña, codirector de la película.
“Queríamos refrescar la imagen que se tiene de Mugica”, agregó Nicolás Cuiñas, “y traerla al presente a 50 años de su asesinato. Su mirada siempre estuvo pegada a lo político, pero nunca dejó de ser cura, pese a los embates que recibió de la propia Iglesia y del poder político”.
“Sin el legado de Mugica, no hubiese habido un Francisco”
Hablar de Mugica remite al Concilio Vaticano II, los curas villeros y la necesidad de una Iglesia que tuviera compromiso con los más humildes. También aparece la imagen del Papa Francisco, que promovió el traslado de sus restos desde el cementerio de la Recoleta -el más aristocrático de Buenos Aires- a la Parroquia Cristo Obrero en la Villa 31.
“Sin el legado de Mugica, no hubiese habido un Francisco. El Papa era diez años menor que Carlos. Después del asesinato en 1974, su figura fue silenciada y opacada por la Iglesia. Recién a los 25 años de su muerte, Bergoglio rescató su figura como cura y marcó el hecho histórico del traslado de sus restos cuando el trazado de una autopista amenazaba con destruir su parroquia. Mucho tiempo después, Mugica comenzó a aparecer fuertemente como nombre en las homilías y palabras de curas y obispos”, apunta Cuiñas.

En algunas escenas de la película, el actor Víctor Laplace recorre algunas calles de la Villa 31 y lee fragmentos que escribió Mugica. “La categoría pueblo casi coincide con la categoría pobres, aunque no la abarque totalmente. Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la historia humana desde los pobres”, dice uno de ellos. Actuar en esta película tuvo un valor especial para Laplace porque conoció a Mugica y caminó por esas calles en sus años de militancia.
“Su trabajo fue extraordinario. En aquellos años, teníamos una consigna: ‘Sólo el pueblo salvará al pueblo’. Tenía una cabeza enorme, que todo el tiempo estaba generando cosas. Junto a otros artistas, nosotros intentábamos acompañarlo en lo que podíamos. Lo recuerdo muy metido en la villa trabajando por y para los obreros”, rememora el actor.
Después de su proyección en Madrid, la película tendrá otras exhibiciones en Roma, Nápoles y París. La gira europea de la película cuenta con el auspicio y la promoción de CAF-banco de desarrollo de América Latina y el Caribe. “CAF tiene trabajos de infraestructura en la Villa 31, donde está la parroquia del padre Mugica. Pero también realizamos otros trabajos de infraestructura institucional, con temas culturales, de liderazgo y de fortalecimiento de la democracia. Apoyamos la difusión de esta película porque nos parece importante para generar reflexión en un momento particular de la Argentina”, dice Christian Asinelli, vicepresidente corporativo de Programación Estratégica del CAF. “Su legado tiene sentido y relación con el trabajo que hacemos aportando planes y proyectos concretos para mejorar la calidad de vida de las personas por las que él luchaba”, agrega.
Aunque han pasado 51 años del asesinato, el legado de Mugica sigue vivo en los curas villeros, en los comedores populares y en las redes de contención que creó en los barrios populares. Pero los directores del documental creen que sus lecciones son aún más profundas y necesarias en un momento de exacerbación del individualismo.
El mensaje fundamental de Mugica, asegura Peña, es el trabajo en comunidad y que las cosas se resuelven de forma comunitaria. “Se trata de ayudar al que menos tiene para que logre una vida mejor. El individualismo que se vive ahora tiene una fecha de vencimiento cortita. Él siempre decía que al hablar de un ‘padre nuestro’ ya estamos refiriéndonos a un nosotros”.
“Él decía que las cosas tienen que surgir desde abajo para arriba. Fue un gran articulador del pensamiento de los villeros y todo lo hacía formando comunidad, desde la política y la fe que siempre se entremezclaban. Él tomó la posta y fue al frente. Se expuso para no exponer a los demás y las luchas que dio siempre fueron de paz. Nunca recurrió a la violencia”, apunta Cañas.
Alguna vez le preguntaron al padre Mugica qué es tener fe. Frontal como era, sin pelos en la lengua, respondió con una frase que aún hoy resuena por su vigencia incontestable: “Tener fe es amar al otro”.
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