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  Libros  Toda una vida en el mejor de los mundos posibles: la música de Bach
Libros

Toda una vida en el mejor de los mundos posibles: la música de Bach

junio 13, 2025
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Desde muy pronto, Christoph Wolff decidió ligar su destino a Johann Sebastian Bach, que no es mal compañero de viaje. Su tesis doctoral, El stile antico en la música de Johann Sebastian Bach, publicada en forma de libro en Wiesbaden en 1968, sigue siendo un texto imprescindible, por más que la investigación bachiana haya dado un salto de gigante en el último medio siglo, a pesar de que siga habiendo grandes zonas de sombra que parecen refractarias a la luz. Desde entonces no ha dejado prácticamente de escribir sobre el compositor: la exhaustiva bibliografía bachiana que compila rigurosamente Yo Tomita en la Universidad de Belfast contiene nada menos que 554 entradas con su autoría, la penúltima el artículo con que se abre el recién publicado Bach-Jahrbuch 2024, el anuario que recibimos puntualmente en primavera los socios de la Neue Bachgesellschaft, titulado ¿Qué sabemos sobre la soprano Anna Magdalena Bach? Su interés no se agota en Bach, sino que se amplía también a su circunstancia.

El nombre de Wolff, junto con los de Christine Blanken y Peter Wollny, figura asimismo como coeditor en la tercera edición del Bach-Werke-Verzeichnis (2022), el catálogo del que se toman los números de las ubicuas siglas BWV que acompañan a las obras de Bach, aunque él propuso a partir de 1985, con Hans-Joachim Schulze, otro “repertorio analítico-bibliográfico” alternativo, el Bach-Compendium, quizá más lógico y sistemático, pero que no ha logrado desbancar al ya muy consolidado anterior, que vio la luz en 1950. Es también editor de multitud de obras de Bach y accedió por primera vez al gran público con su biografía Johann Sebastian Bach. The Learned Musician, cuya única mácula es un tramo final algo apresurado, quizá porque tenía que estar terminada a tiempo para su publicación en 2000, uno de esos años redondos con efeméride bachiana incorporada. Finalista del Premio Pulitzer, este libro imprescindible fue devastado entre nosotros por una pésima traducción. Bach ha sido incluso la causa del distanciamiento de Wolff, catedrático durante décadas en Harvard, de quien fuera uno de sus amigos más cercanos, Joshua Rifkin, también residente en Cambridge (Massachusetts) y otro sabio bachiano, aunque su inmensa erudición se ha plasmado únicamente en artículos académicos y jamás en un libro. Su tesis de que las obras vocales de Bach no se interpretaron en su día con lo que hoy entendemos por un coro (varios cantantes por voz) fue acerbamente contestada por intérpretes como Ton Koopman, respaldado rápidamente por Wolff (autor de las notas al programa de su integral de las cantatas para el sello Erato). Y la disputa académica, con lecturas antagónicas de idénticos documentos, acabó por instalarse también en sus vidas privadas.

Wolff, director del Bach-Archiv entre 2001 y 2013, oficia como el gran pope de la investigación bachiana (no solo de la de Johann Sebastian: gracias a él, Packard Humanities Institute ha sufragado la primera edición completa de las obras de Carl Philipp Emanuel, recientemente finalizada), admirado y temido por igual. Si su gran biografía de Bach era un libro eminentemente narrativo, El universo musical de Bach, aparecido originalmente en inglés en 2020, es inequívocamente descriptivo, una brújula muy completa para orientarse en la prolija y compleja producción del compositor. Como Wolff conoce todas las fuentes primarias, porque las ha tenido entre sus manos y porque ha escrito profusamente sobre ellas, el principal reto que ha tenido para escribir este libro no es el de informarse o actualizar conocimientos, sino el de presentarlos con la misma lógica que él atribuye a su creador. Hay tecnicismos inevitables, por supuesto, pero Wolff sabe perfectamente a quién se dirige y no lo pierde nunca de vista. No es este un libro académico, sino dirigido al lector de a pie, específicamente al admirador de Bach deseoso de comprender mejor los cómos y porqués de la grandeza de su legado musical.

El legado de Bach, pertrechado con principal arma, su sabiduría contrapuntística, es un universo cuidadosamente preestablecido

Y lo novedoso de la aproximación de Wolff es que presenta este último como un universo cuidadosamente preestablecido, con Bach convertido en una suerte de Sumo Hacedor que, pertrechado con su principal arma (su sabiduría contrapuntística, simbolizada en la “tarjeta de visita” con ese canon triplex a seis voces con que lo retrató Haussmann), fue afrontando de manera sistemática cada uno de sus grandes proyectos: sus colecciones enciclopédicas, a la manera de mundos completos y cerrados sobre sí mismos; las grandes compilaciones instrumentales; las cantatas corales de su segundo año en Leipzig, que califica, no sin razón, del “proyecto más ambicioso”; sus (auto)publicaciones para teclado, a caballo entre la afirmación de su talento y consideraciones externas más mundanas; las pasiones y oratorios, concebidos en opinión de Wolff como un gran ciclo cristológico para cubrir el año litúrgico; sus obras vocales e instrumentales revisadas o recicladas al final de su vida; y, en fin, sus creaciones especulativas de los últimos años, desligadas casi de la realidad y cada una de ellas una summa diferente de su saber musical, al tiempo que un símbolo del progresivo desasimiento de Bach respecto de su entorno y de sus obligaciones profesionales.

El título del libro no es, pues, baladí. Wolff nos invita a contemplar, ya desde el prólogo, lo que califica de “planetas discernibles dentro del amplio firmamento de la música de Bach”. Él ejerce de Astrónomo Mayor y nos arroja luz casi en cada página para que disfrutemos, maravillados, del privilegio de poder vivir, como él, en el mejor de los mundos posibles.

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 Desde muy pronto, Christoph Wolff decidió ligar su destino a Johann Sebastian Bach, que no es mal compañero de viaje. Su tesis doctoral, El stile antico en la música de Johann Sebastian Bach, publicada en forma de libro en Wiesbaden en 1968, sigue siendo un texto imprescindible, por más que la investigación bachiana haya dado un salto de gigante en el último medio siglo, a pesar de que siga habiendo grandes zonas de sombra que parecen refractarias a la luz. Desde entonces no ha dejado prácticamente de escribir sobre el compositor: la exhaustiva bibliografía bachiana que compila rigurosamente Yo Tomita en la Universidad de Belfast contiene nada menos que 554 entradas con su autoría, la penúltima el artículo con que se abre el recién publicado Bach-Jahrbuch 2024, el anuario que recibimos puntualmente en primavera los socios de la Neue Bachgesellschaft, titulado ¿Qué sabemos sobre la soprano Anna Magdalena Bach? Su interés no se agota en Bach, sino que se amplía también a su circunstancia.El nombre de Wolff, junto con los de Christine Blanken y Peter Wollny, figura asimismo como coeditor en la tercera edición del Bach-Werke-Verzeichnis (2022), el catálogo del que se toman los números de las ubicuas siglas BWV que acompañan a las obras de Bach, aunque él propuso a partir de 1985, con Hans-Joachim Schulze, otro “repertorio analítico-bibliográfico” alternativo, el Bach-Compendium, quizá más lógico y sistemático, pero que no ha logrado desbancar al ya muy consolidado anterior, que vio la luz en 1950. Es también editor de multitud de obras de Bach y accedió por primera vez al gran público con su biografía Johann Sebastian Bach. The Learned Musician, cuya única mácula es un tramo final algo apresurado, quizá porque tenía que estar terminada a tiempo para su publicación en 2000, uno de esos años redondos con efeméride bachiana incorporada. Finalista del Premio Pulitzer, este libro imprescindible fue devastado entre nosotros por una pésima traducción. Bach ha sido incluso la causa del distanciamiento de Wolff, catedrático durante décadas en Harvard, de quien fuera uno de sus amigos más cercanos, Joshua Rifkin, también residente en Cambridge (Massachusetts) y otro sabio bachiano, aunque su inmensa erudición se ha plasmado únicamente en artículos académicos y jamás en un libro. Su tesis de que las obras vocales de Bach no se interpretaron en su día con lo que hoy entendemos por un coro (varios cantantes por voz) fue acerbamente contestada por intérpretes como Ton Koopman, respaldado rápidamente por Wolff (autor de las notas al programa de su integral de las cantatas para el sello Erato). Y la disputa académica, con lecturas antagónicas de idénticos documentos, acabó por instalarse también en sus vidas privadas.Wolff, director del Bach-Archiv entre 2001 y 2013, oficia como el gran pope de la investigación bachiana (no solo de la de Johann Sebastian: gracias a él, Packard Humanities Institute ha sufragado la primera edición completa de las obras de Carl Philipp Emanuel, recientemente finalizada), admirado y temido por igual. Si su gran biografía de Bach era un libro eminentemente narrativo, El universo musical de Bach, aparecido originalmente en inglés en 2020, es inequívocamente descriptivo, una brújula muy completa para orientarse en la prolija y compleja producción del compositor. Como Wolff conoce todas las fuentes primarias, porque las ha tenido entre sus manos y porque ha escrito profusamente sobre ellas, el principal reto que ha tenido para escribir este libro no es el de informarse o actualizar conocimientos, sino el de presentarlos con la misma lógica que él atribuye a su creador. Hay tecnicismos inevitables, por supuesto, pero Wolff sabe perfectamente a quién se dirige y no lo pierde nunca de vista. No es este un libro académico, sino dirigido al lector de a pie, específicamente al admirador de Bach deseoso de comprender mejor los cómos y porqués de la grandeza de su legado musical.El legado de Bach, pertrechado con principal arma, su sabiduría contrapuntística, es un universo cuidadosamente preestablecidoY lo novedoso de la aproximación de Wolff es que presenta este último como un universo cuidadosamente preestablecido, con Bach convertido en una suerte de Sumo Hacedor que, pertrechado con su principal arma (su sabiduría contrapuntística, simbolizada en la “tarjeta de visita” con ese canon triplex a seis voces con que lo retrató Haussmann), fue afrontando de manera sistemática cada uno de sus grandes proyectos: sus colecciones enciclopédicas, a la manera de mundos completos y cerrados sobre sí mismos; las grandes compilaciones instrumentales; las cantatas corales de su segundo año en Leipzig, que califica, no sin razón, del “proyecto más ambicioso”; sus (auto)publicaciones para teclado, a caballo entre la afirmación de su talento y consideraciones externas más mundanas; las pasiones y oratorios, concebidos en opinión de Wolff como un gran ciclo cristológico para cubrir el año litúrgico; sus obras vocales e instrumentales revisadas o recicladas al final de su vida; y, en fin, sus creaciones especulativas de los últimos años, desligadas casi de la realidad y cada una de ellas una summa diferente de su saber musical, al tiempo que un símbolo del progresivo desasimiento de Bach respecto de su entorno y de sus obligaciones profesionales.El título del libro no es, pues, baladí. Wolff nos invita a contemplar, ya desde el prólogo, lo que califica de “planetas discernibles dentro del amplio firmamento de la música de Bach”. Él ejerce de Astrónomo Mayor y nos arroja luz casi en cada página para que disfrutemos, maravillados, del privilegio de poder vivir, como él, en el mejor de los mundos posibles. Seguir leyendo  

Desde muy pronto, Christoph Wolff decidió ligar su destino a Johann Sebastian Bach, que no es mal compañero de viaje. Su tesis doctoral, El stile antico en la música de Johann Sebastian Bach, publicada en forma de libro en Wiesbaden en 1968, sigue siendo un texto imprescindible, por más que la investigación bachiana haya dado un salto de gigante en el último medio siglo, a pesar de que siga habiendo grandes zonas de sombra que parecen refractarias a la luz. Desde entonces no ha dejado prácticamente de escribir sobre el compositor: la exhaustiva bibliografía bachiana que compila rigurosamenteYo Tomita en la Universidad de Belfast contiene nada menos que 554 entradas con su autoría, la penúltima el artículo con que se abre el recién publicado Bach-Jahrbuch 2024, el anuario que recibimos puntualmente en primavera los socios de la Neue Bachgesellschaft, titulado ¿Qué sabemos sobre la soprano Anna Magdalena Bach? Su interés no se agota en Bach, sino que se amplía también a su circunstancia.

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Wolff, director del Bach-Archiv entre 2001 y 2013, oficia como el gran pope de la investigación bachiana (no solo de la de Johann Sebastian: gracias a él, Packard Humanities Institute ha sufragado la primera edición completa de las obras de Carl Philipp Emanuel, recientemente finalizada), admirado y temido por igual. Si su gran biografía de Bach era un libro eminentemente narrativo, El universo musical de Bach, aparecido originalmente en inglés en 2020, es inequívocamente descriptivo, una brújula muy completa para orientarse en la prolija y compleja producción del compositor. Como Wolff conoce todas las fuentes primarias, porque las ha tenido entre sus manos y porque ha escrito profusamente sobre ellas, el principal reto que ha tenido para escribir este libro no es el de informarse o actualizar conocimientos, sino el de presentarlos con la misma lógica que él atribuye a su creador. Hay tecnicismos inevitables, por supuesto, pero Wolff sabe perfectamente a quién se dirige y no lo pierde nunca de vista. No es este un libro académico, sino dirigido al lector de a pie, específicamente al admirador de Bach deseoso de comprender mejor los cómos y porqués de la grandeza de su legado musical.

El legado de Bach, pertrechado con principal arma, su sabiduría contrapuntística, es un universo cuidadosamente preestablecido

Y lo novedoso de la aproximación de Wolff es que presenta este último como un universo cuidadosamente preestablecido, con Bach convertido en una suerte de Sumo Hacedor que, pertrechado con su principal arma (su sabiduría contrapuntística, simbolizada en la “tarjeta de visita” con ese canon triplex a seis voces con que lo retrató Haussmann), fue afrontando de manera sistemática cada uno de sus grandes proyectos: sus colecciones enciclopédicas, a la manera de mundos completos y cerrados sobre sí mismos; las grandes compilaciones instrumentales; las cantatas corales de su segundo año en Leipzig, que califica, no sin razón, del “proyecto más ambicioso”; sus (auto)publicaciones para teclado, a caballo entre la afirmación de su talento y consideraciones externas más mundanas; las pasiones y oratorios, concebidos en opinión de Wolff como un gran ciclo cristológico para cubrir el año litúrgico; sus obras vocales e instrumentales revisadas o recicladas al final de su vida; y, en fin, sus creaciones especulativas de los últimos años, desligadas casi de la realidad y cada una de ellas una summa diferente de su saber musical, al tiempo que un símbolo del progresivo desasimiento de Bach respecto de su entorno y de sus obligaciones profesionales.

El título del libro no es, pues, baladí. Wolff nos invita a contemplar, ya desde el prólogo, lo que califica de “planetas discernibles dentro del amplio firmamento de la música de Bach”. Él ejerce de Astrónomo Mayor y nos arroja luz casi en cada página para que disfrutemos, maravillados, del privilegio de poder vivir, como él, en el mejor de los mundos posibles.

Christoph Wolff 
Traducción de Vicent Minguet
y Francisco López Martín
Acantilado, 2025. 616 páginas. 32 euros

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