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  Libros  La vida de triunfador y la solitaria muerte a los 53 años de Carlos Marín, el español de Il Divo
Libros

La vida de triunfador y la solitaria muerte a los 53 años de Carlos Marín, el español de Il Divo

junio 22, 2025
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“Muere Carlos Marín, el español de Il Divo, a los 53 años”. La noticia se dio el 19 de diciembre de 2021. Dos cosas llamaron la atención a muchos lectores. La prematura edad con la que falleció y el nombre de alguien que era mayoritariamente conocido como “el español de Il Divo”. Así de desconocido era en su país Carlos Marín, en contraste con su popularidad internacional. 30 millones de discos vendidos; giras, con Il Divo o en solitario, por Japón, Australia, Estados Unidos o Latinoamérica; actuaciones conjuntas con Barbra Streisand; besamanos con la reina Isabel II; recitales en el Madison Square Garden o en La Scala de Milán… Céline Dion escribió en sus redes sociales al conocer la noticia de la muerte: “Tu talento y pasión por actuar fueron hermosas y colaborar contigo fue un verdadero privilegio”. Antonio Banderas también se despidió: “Tu voz seguirá brillando donde estés”. Felipe VI y Letizia Ortiz enviaron un telegrama a la familia Marín: “Deseamos hacerles llegar todo nuestro apoyo y cariño, junto a nuestro sincero reconocimiento a su destacada trayectoria musical”. Julio Iglesias se sumó, con su peculiar y cercano estilo: “Mi querido Carlos Marín. Qué tristeza da, cuando la vida de un amigo tan joven y tan querido se va de nosotros. Siempre tu recuerdo quedará grabado en mi alma. Hasta siempre, campeón”. The New York Times le dedicó un texto. También la BBC, Variety, CNN…

Miguel Ángel Bargueño, escritor, periodista musical y colaborador de EL PAÍS, acaba de publicar Carlos Marín. El Divo (Libros Cúpula), donde repasa la vida del artista y esclarece su nebulosa y solitaria muerte. En conversación con este periódico en Madrid, Bargueño apunta: “Posiblemente, Carlos Marín sea el cantante español con mayor repercusión internacional en el ámbito del pop después de Julio y Enrique Iglesias. No se me ocurre qué otros cantantes españoles vinculados al pop son conocidos a nivel masivo en Japón, Australia o Sudáfrica”.

La reina Isabel II de Inglaterra, en una recepción en 2013 con Il Divo. Carlos Marín es el segundo por la derecha.

Todas las cosas importantes de su vida le ocurrieron a Marín en el extranjero. Nació en Rüsselsheim (Alemania), comenzó su éxito en el Reino Unido, se casó en Disneyland de California y murió en Mánchester. Sus padres, españoles, emigraron a Alemania por empatía familiar: la hermana de la madre se había casado con un militar americano destinado a Alemania que viajaba mucho y la madre de Carlos se mudó de Madrid a Rüsselsheim para hacerle compañía. Marín nació en Alemania, aunque solo tuvo la nacionalidad española. Regresó a Madrid con 12 años, donde estudió en el Real Conservatorio. De niño le llamaban “el pequeño Caruso” por su temprana destreza como barítono. Comenzó su carrera profesional pronto, editando discos como Carlito; ya en la veintena actuó en óperas como La Traviata y en musicales como Los miserables o El hombre de La Mancha.

A principios de 2000 su vida profesional giró camino del estrellato cuando entró en juego Simon Cowell, un tiburón de la industria musical con olfato para crear proyectos de éxito e impulsor de programas de talentos musicales como American Idol, Factor X o Got Talent. Cowell también dio forma a la figura de jurado duro y borde, que en España explotó más tarde Risto Mejide. “Cowell trabajaba con muchas boy bands”, cuenta Bargueño. “Su concepto de grupo pop era ese: niños guapos y jóvenes realizando pop comercial. La otra pata de su proyecto llegó cuando vio el éxito de Los Tres Tenores [José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti]. Entonces Cowell vio una fórmula de éxito: mezclar el concepto de boy band, pero con vocalistas líricos”.

Barbra Streisand y Il Divo, durante la gira que realizaron juntos en 2006. Marín es el primero por la derecha.

Con ese propósito, Cowell organizó castings en varios países, monitorizados por sus ayudantes. Él esperaba noticias en su despacho londinense. “Marín estaba haciendo ópera en Lausana, Suiza, y su entorno le convenció para presentarse al casting, porque él tenía muchas dudas. Llegó a la prueba y vio una cola de candidatos. Entonces dijo al encargado: ‘Soy Carlos Marín’. Pensaba que le iban a recibir inmediatamente, pero le dieron un número: ‘Póngase a la cola”, cuenta Bargueño. Marín les embelesó. El español fue el primer fichaje del grupo, “el líder”, como cuenta su biógrafo. “Se encargaba de los arreglos vocales, los crescendos finales y ejercía de enlace con los técnicos, con los productores. Entre bastidores era el que llevaba las riendas”. El cuarteto quedó conformado por un suizo (Urs Bühler), un estadounidense (David Miller) y un francés (Sébastien Izambard). Hombres en la treintena, apuestos, con deliciosas voces operísticas y vestidos de Armani. “Era un producto salido del laboratorio de Cowell y destinado a que lo consumieran mujeres de unos 50”, asume el autor de Carlos Marín. El Divo. El repertorio se componía en gran medida por versiones de éxitos adornados con las limpias y potentes voces de los cuatro.

Editaron su primer álbum en 2004 y fue un éxito en Reino Unido gracias en sobre todo a la canción Regresa a mí, versión en castellano del éxito de Toni Braxton Un-Break My Heart. Tardó algo más en calar en Japón, Estados Unidos y otros países. Se cuenta en el libro que la discográfica española se percató de la existencia del cuarteto cuando detectó unas ventas considerables en Marbella, atribuidas a ingleses residentes en la ciudad malagueña. “Creo que existen varias circunstancias por las que no funcionaron igual de bien en España que en otros países”, avanza Bargueño. “Era un producto difícil de trabajar, porque a los expertos en clásica no se lo podían vender, porque son canciones pop; y a los especialistas de pop les parecía poco atractivo”. El crítico de The New York Times se acercó a ver el espectáculo de Il Divo junto a Barbra Streisand en el Madison Square Garden y no acabó muy satisfecho con el cuarteto: “Poseen la espontaneidad emocional de robots con esmoquin”, escribió.

Carlos Marín, de pequeño, bailando flamenco.

Marín compatibilizó el trabajo en Il Divo con su carrera en solitario. De esta historia también forma parte Geraldine Larrosa, cantante y actriz hispano-francesa. Se conocieron en un musical, se casaron en Disneyland (ella llegó en una carroza de Cenicienta) y Marín produjo los discos de ella, que ha hecho carrera como vocalista con el nombre de Innocence. Geraldine participa en el libro siempre con comentarios laudatorios hacia Marín, del que se separó en 2009, aunque siempre mantuvieron buena relación: incluso ella abría como telonera los conciertos de él.

En diciembre de 2019, Marín vivía un momento dulce, con una carrera en solitario asentada y consolidado como cabecilla de Il Divo: el cuarteto se había desligado contractualmente de Cowell. Pero llegaron de golpe los problemas de salud. De gira con Il Divo por Estados Unidos comenzó a sentirse mal: no podía respirar bien. No había empezado 2020 y la covid todavía era un virus desconocido que había afectado sobre todo en la opaca China. En el libro se apunta que lo que incubó en Estados Unidos Marín fue el coronavirus, pero le diagnosticaron neumonía. Le dieron un antibiótico con un efecto secundario: podía afectar a los tendones de los pies. Y ocurrió: Marín, ya en España, debió permanecer en silla de ruedas durante tres meses con una afección de los tendones de sus pies. La gira de Il Divo se canceló. Una vez recuperado, el español retomó la actividad. En diciembre de 2021, cuando lo duro de la covid iba cediendo, el cantante volvió a sentirse mal. Le pilló de gira, como casi siempre. Esta vez en Mánchester. El test informó de que la responsable era la especialmente contagiosa variante delta. Perdió el olfato, el gusto. El cantante, solo en la ciudad inglesa, trató de tranquilizar a su madre, que vivía con nerviosismo en Madrid la enfermedad de su hijo: realizaba videoconferencias con ella asegurando que “pronto estaría bien”.

El féretro de Carlos Marín en el Tanatorio de San Isidro (Madrid), el 27 de diciembre de 2021.

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Pero el músico no conseguía abandonar la UCI. Se le detectó una fisura en un pulmón. Aun así, puso buena cara y le envió a su madre una foto de él en el hospital comiendo un bocadillo. Sin duda para no preocuparla. Ante el empeoramiento de su estado, su hermana Rosie decidió viajar a Mánchester. Le dio tiempo a poco. “Debió ser muy duro para él”, señala Bargueño. “Estaba solo, en un país extranjero. Al principio temió por su carrera y no permitió que le entubasen por si perdía la voz. Luego ya fue inevitable. Su hermana llegó al final, pero las visitas estaban restringidas porque estaba en la UCI. Al menos le dio tiempo a cogerle la mano y a decirle que lo quería”.

Al entierro, celebrado en Madrid, no acudió ningún miembro de Il Divo. Tampoco Simon Cowell. Tanto el grupo como el cazatalentos emitieron comunicados de pésame. Al poco tiempo se anunció una nueva gira de Il Divo. Greatest Hits Tour. Special Tribute to Carlos Marín. Se comunicó que ejercería de artista invitado el barítono estadounidense Steven Labrie; pasada la prueba, se oficializó que Labrie era el sustituto de Marín. La vida continúa…

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 Un libro pone luz a la carrera musical del cantante y esclarece su nebuloso fallecimiento  

“Muere Carlos Marín, el español de Il Divo, a los 53 años”. La noticia se dio el 19 de diciembre de 2021. Dos cosas llamaron la atención a muchos lectores. La prematura edad con la que falleció y el nombre de alguien que era mayoritariamente conocido como “el español de Il Divo”. Así de desconocido era en su país Carlos Marín, en contraste con su popularidad internacional. 30 millones de discos vendidos; giras, con Il Divo o en solitario, por Japón, Australia, Estados Unidos o Latinoamérica; actuaciones conjuntas con Barbra Streisand; besamanos con la reina Isabel II; recitales en el Madison Square Garden o en La Scala de Milán… Céline Dion escribió en sus redes sociales al conocer la noticia de la muerte: “Tu talento y pasión por actuar fueron hermosas y colaborar contigo fue un verdadero privilegio”. Antonio Banderas también se despidió: “Tu voz seguirá brillando donde estés”. Felipe VI y Letizia Ortiz enviaron un telegrama a la familia Marín: “Deseamos hacerles llegar todo nuestro apoyo y cariño, junto a nuestro sincero reconocimiento a su destacada trayectoria musical”. Julio Iglesias se sumó, con su peculiar y cercano estilo: “Mi querido Carlos Marín. Qué tristeza da, cuando la vida de un amigo tan joven y tan querido se va de nosotros. Siempre tu recuerdo quedará grabado en mi alma. Hasta siempre, campeón”. The New York Times le dedicó un texto. También la BBC, Variety, CNN…

Más información

El español Carlos Marín, del grupo Il Divo, en coma inducido

Miguel Ángel Bargueño, escritor, periodista musical y colaborador de EL PAÍS, acaba de publicar Carlos Marín. El Divo (Libros Cúpula), donde repasa la vida del artista y esclarece su nebulosa y solitaria muerte. En conversación con este periódico en Madrid, Bargueño apunta: “Posiblemente, Carlos Marín sea el cantante español con mayor repercusión internacional en el ámbito del pop después de Julio y Enrique Iglesias. No se me ocurre qué otros cantantes españoles vinculados al pop son conocidos a nivel masivo en Japón, Australia o Sudáfrica”.

La reina Isabel II de Inglaterra, en una recepción en 2013 con Il Divo. Carlos Marín es el segundo por la derecha.
La reina Isabel II de Inglaterra, en una recepción en 2013 con Il Divo. Carlos Marín es el segundo por la derecha. Cedida por la familia Marín

Todas las cosas importantes de su vida le ocurrieron a Marín en el extranjero. Nació en Rüsselsheim (Alemania), comenzó su éxito en el Reino Unido, se casó en Disneyland de California y murió en Mánchester. Sus padres, españoles, emigraron a Alemania por empatía familiar: la hermana de la madre se había casado con un militar americano destinado a Alemania que viajaba mucho y la madre de Carlos se mudó de Madrid a Rüsselsheim para hacerle compañía. Marín nació en Alemania, aunque solo tuvo la nacionalidad española. Regresó a Madrid con 12 años, donde estudió en el Real Conservatorio. De niño le llamaban “el pequeño Caruso” por su temprana destreza como barítono. Comenzó su carrera profesional pronto, editando discos como Carlito; ya en la veintena actuó en óperas como La Traviata y en musicales como Los miserables o El hombre de La Mancha.

A principios de 2000 su vida profesional giró camino del estrellato cuando entró en juego Simon Cowell, un tiburón de la industria musical con olfato para crear proyectos de éxito e impulsor de programas de talentos musicales como American Idol, Factor X o Got Talent. Cowell también dio forma a la figura de jurado duro y borde, que en España explotó más tarde Risto Mejide. “Cowell trabajaba con muchas boy bands”, cuenta Bargueño. “Su concepto de grupo pop era ese: niños guapos y jóvenes realizando pop comercial. La otra pata de su proyecto llegó cuando vio el éxito de Los Tres Tenores [José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti]. Entonces Cowell vio una fórmula de éxito: mezclar el concepto de boy band, pero con vocalistas líricos”.

Barbra Streisand y Il Divo, durante la gira que realizaron juntos en 2006. Marín es el primero por la derecha.
Barbra Streisand y Il Divo, durante la gira que realizaron juntos en 2006. Marín es el primero por la derecha. Kevin Mazur (Kevin Mazur/WireImage.com)

Con ese propósito, Cowell organizó castings en varios países, monitorizados por sus ayudantes. Él esperaba noticias en su despacho londinense. “Marín estaba haciendo ópera en Lausana, Suiza, y su entorno le convenció para presentarse al casting, porque él tenía muchas dudas. Llegó a la prueba y vio una cola de candidatos. Entonces dijo al encargado: ‘Soy Carlos Marín’. Pensaba que le iban a recibir inmediatamente, pero le dieron un número: ‘Póngase a la cola”, cuenta Bargueño. Marín les embelesó. El español fue el primer fichaje del grupo, “el líder”, como cuenta su biógrafo. “Se encargaba de los arreglos vocales, los crescendos finales y ejercía de enlace con los técnicos, con los productores. Entre bastidores era el que llevaba las riendas”. El cuarteto quedó conformado por un suizo (Urs Bühler), un estadounidense (David Miller) y un francés (Sébastien Izambard). Hombres en la treintena, apuestos, con deliciosas voces operísticas y vestidos de Armani. “Era un producto salido del laboratorio de Cowell y destinado a que lo consumieran mujeres de unos 50”, asume el autor de Carlos Marín. El Divo. El repertorio se componía en gran medida por versiones de éxitos adornados con las limpias y potentes voces de los cuatro.

Editaron su primer álbum en 2004 y fue un éxito en Reino Unido gracias en sobre todo a la canción Regresa a mí, versión en castellano del éxito de Toni Braxton Un-Break My Heart. Tardó algo más en calar en Japón, Estados Unidos y otros países. Se cuenta en el libro que la discográfica española se percató de la existencia del cuarteto cuando detectó unas ventas considerables en Marbella, atribuidas a ingleses residentes en la ciudad malagueña. “Creo que existen varias circunstancias por las que no funcionaron igual de bien en España que en otros países”, avanza Bargueño. “Era un producto difícil de trabajar, porque a los expertos en clásica no se lo podían vender, porque son canciones pop; y a los especialistas de pop les parecía poco atractivo”. El crítico de The New York Times se acercó a ver el espectáculo de Il Divo junto a Barbra Streisand en el Madison Square Garden y no acabó muy satisfecho con el cuarteto: “Poseen la espontaneidad emocional de robots con esmoquin”, escribió.

Carlos Marín, de pequeño, bailando flamenco.
Carlos Marín, de pequeño, bailando flamenco.Cedida por la familia Marín

Marín compatibilizó el trabajo en Il Divo con su carrera en solitario. De esta historia también forma parte Geraldine Larrosa, cantante y actriz hispano-francesa. Se conocieron en un musical, se casaron en Disneyland (ella llegó en una carroza de Cenicienta) y Marín produjo los discos de ella, que ha hecho carrera como vocalista con el nombre de Innocence. Geraldineparticipa en el libro siempre con comentarios laudatorios hacia Marín, del que se separó en 2009, aunque siempre mantuvieron buena relación: incluso ella abría como telonera los conciertos de él.

En diciembre de 2019, Marín vivía un momento dulce, con una carrera en solitario asentada y consolidado como cabecilla de Il Divo: el cuarteto se había desligado contractualmente de Cowell. Pero llegaron de golpe los problemas de salud. De gira con Il Divo por Estados Unidos comenzó a sentirse mal: no podía respirar bien. No había empezado 2020 y la covid todavía era un virus desconocido que había afectado sobre todo en la opaca China. En el libro se apunta que lo que incubó en Estados Unidos Marín fue el coronavirus, pero le diagnosticaron neumonía. Le dieron un antibiótico con un efecto secundario: podía afectar a los tendones de los pies. Y ocurrió: Marín, ya en España, debió permanecer en silla de ruedas durante tres meses con una afección de los tendones de sus pies. La gira de Il Divo se canceló. Una vez recuperado, el español retomó la actividad. En diciembre de 2021, cuando lo duro de la covid iba cediendo, el cantante volvió a sentirse mal. Le pilló de gira, como casi siempre. Esta vez en Mánchester. El test informó de que la responsable era la especialmente contagiosa variante delta. Perdió el olfato, el gusto. El cantante, solo en la ciudad inglesa, trató de tranquilizar a su madre, que vivía con nerviosismo en Madrid la enfermedad de su hijo: realizaba videoconferencias con ella asegurando que “pronto estaría bien”.

El féretro de Carlos Marín en el Tanatorio de San Isidro (Madrid), el 27 de diciembre de 2021.
El féretro de Carlos Marín en el Tanatorio de San Isidro (Madrid), el 27 de diciembre de 2021.Europa Press Entertainment (Europa Press via Getty Images)

Pero el músico no conseguía abandonar la UCI. Se le detectó una fisura en un pulmón. Aun así, puso buena cara y le envió a su madre una foto de él en el hospital comiendo un bocadillo. Sin duda para no preocuparla. Ante el empeoramiento de su estado, su hermana Rosie decidió viajar a Mánchester. Le dio tiempo a poco. “Debió ser muy duro para él”, señala Bargueño. “Estaba solo, en un país extranjero. Al principio temió por su carrera y no permitió que le entubasen por si perdía la voz. Luego ya fue inevitable. Su hermana llegó al final, pero las visitas estaban restringidas porque estaba en la UCI. Al menos le dio tiempo a cogerle la mano y a decirle que lo quería”.

Al entierro, celebrado en Madrid, no acudió ningún miembro de Il Divo. Tampoco Simon Cowell. Tanto el grupo como el cazatalentos emitieron comunicados de pésame. Al poco tiempo se anunció una nueva gira de Il Divo. Greatest Hits Tour. Special Tribute to Carlos Marín. Se comunicó que ejercería de artista invitado el barítono estadounidense Steven Labrie; pasada la prueba, se oficializó que Labrie era el sustituto de Marín. La vida continúa…

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