Skip to content
  domingo 22 junio 2025
Novedad
junio 22, 2025Bruce Springsteen protesta contra Donald Trump en su concierto de San Sebastián: «Os pido que alcéis la voz y os unáis a nosotros contra el autoritarismo» junio 22, 2025A ningún lado junio 22, 2025En un vivero, como en las librerías, se entremezclan historias y emociones junio 22, 2025Inma Benedito: “La peña hetero no tiene la menor idea de cómo follamos las lesbianas” junio 22, 2025No vamos a ser más papistas que el Papa junio 22, 2025La vida de triunfador y la solitaria muerte a los 53 años de Carlos Marín, el español de Il Divo junio 22, 2025Un rastro de luz o de destrozos junio 22, 2025Libros para comprender el proceso de fermentación del pan: lo que tu ‘router’ puede hacer por tu masa madre y otros trucos junio 21, 2025José Sacristán, lucidez crítica en la tarima de la izquierda junio 21, 2025Leiva arrasa en Madrid: en su sitio, mutando en Andrés y por encima de los tópicos
  • Entradas
  • Sobre Nosotros
  • Contacto
EscritoresdeÉlite | Todo lo que pase en la Élite lo contamos.
  • Arte
  • Cine
  • Televisión
  • Cultura
  • Libros
  • Teatro
  • Historia
  • Contacto
EscritoresdeÉlite | Todo lo que pase en la Élite lo contamos.
EscritoresdeÉlite | Todo lo que pase en la Élite lo contamos.
  • Arte
  • Cine
  • Televisión
  • Cultura
  • Libros
  • Teatro
  • Historia
  • Contacto
  • Entradas
  • Sobre Nosotros
  • Contacto
EscritoresdeÉlite | Todo lo que pase en la Élite lo contamos.
  Cultura  28 años después: los zombi-infectados me confunden, me fascinan y hasta me matan (***)
Cultura

28 años después: los zombi-infectados me confunden, me fascinan y hasta me matan (***)

junio 19, 2025
FacebookX TwitterPinterestLinkedInTumblrRedditVKWhatsAppEmail

<p>A los zombis hay que quererlos. Aunque ni siquiera sean zombis sino infectados. Hace ya tiempo que llegamos a la conclusión de que ningún otro monstruo nos representa de foma tan cabal como el muerto que no está muerto en verdad.<strong> Y la razón es que no es solo un monstruo, también es un no-monstruo.</strong> En la alegre zombificación audiovisual que no cesa y de la que en buena parte es responsable la primera entrega de la saga que nos ocupa, el cadáver en vida ejemplifica con una cruel perfección el estado de aversión a lo real del mundo tecnoenfermo que pisamos; un mundo en el que la política sólo es espectáculo y la economía, simulacro financiero. El zombi o infectado cabreado, tanto da, se erige en la única metáfora de una sociedad controlada por el miedo, por el terror a perder el empleo, por el pavor a no ser <i>retuiteado</i>, <i>likeado </i>o solo ignorado, por la congoja de saberse vigilado, por el simple acojono ante un futuro sin pensiones, sin trabajo, sin certezas… «Zombi», escribe Jorge Fernández Gonzalo en su brillante y pionero ensayo <i>Filosofía zombi,</i> «es esa extraña palabra que denomina lo que no tiene nexo, identidad, fisonomía, cuerpo». El zombi no reconoce al otro. Su identidad es el vacío. Es y no es a la vez.</p>

Seguir leyendo

 Danny Boyle y Alex Garland recuperan su amistad para cerrar una trilogía e inaugurar otra de forma tan accidentada e irregular como irresistible  

A los zombis hay que quererlos. Aunque ni siquiera sean zombis sino infectados. Hace ya tiempo que llegamos a la conclusión de que ningún otro monstruo nos representa de foma tan cabal como el muerto que no está muerto en verdad. Y la razón es que no es solo un monstruo, también es un no-monstruo. En la alegre zombificación audiovisual que no cesa y de la que en buena parte es responsable la primera entrega de la saga que nos ocupa, el cadáver en vida ejemplifica con una cruel perfección el estado de aversión a lo real del mundo tecnoenfermo que pisamos; un mundo en el que la política sólo es espectáculo y la economía, simulacro financiero. El zombi o infectado cabreado, tanto da, se erige en la única metáfora de una sociedad controlada por el miedo, por el terror a perder el empleo, por el pavor a no ser retuiteado, likeado o solo ignorado, por la congoja de saberse vigilado, por el simple acojono ante un futuro sin pensiones, sin trabajo, sin certezas… «Zombi», escribe Jorge Fernández Gonzalo en su brillante y pionero ensayo Filosofía zombi, «es esa extraña palabra que denomina lo que no tiene nexo, identidad, fisonomía, cuerpo». El zombi no reconoce al otro. Su identidad es el vacío. Es y no es a la vez.

Más Noticias

El culebrón judicial de NewJeans, las rebeldes del K-pop: «Han sido muy valientes por denunciar el acoso laboral»

junio 9, 2025

Almodóvar rueda ‘Amarga navidad’, su regreso al español tras el León de Oro por ‘La habitación de al lado’

junio 10, 2025

Quiero que me des like

junio 18, 2025

Recomendación para Ernesto

junio 14, 2025

Pues bien, Danny Boyle y su guionista de antes Alex Garland (partieron peras en 2007 después de Sunshine) han recuperado la memoria y, desde la autoridad moral que otorga el ser refundadores de la plaga zombi, se aplican a reconfigurar una a una todas las metáforas de las que puede ser capaz un género que, a tenor de lo dicho, solo puede ser un no-género. 28 años después llega casi 20 años después de 28 semanas después, la película que Juan Carlos Fresnadillo firmó en 2007 como continuación evidente de la original 28 días después, firmada por los dos, Boyle y Garland, en 2002. Después de después por tanto. Lo que ahora presentan es lo mismo, pero completamente diferente. Por seguir con el estribillo, es y no es a la vez. Es irregular, es pomposo, es caótico, es tremendo, es salvajemente contradictorio y, por todo ello y contra todo ello, es fascinante. Por momentos, seduce; a ratos, despista; cuando menos se espera, tiembla y, siempre, desconcierta, que, con toda seguridad, es de lo que se trata.

Estamos, ya se ha dicho, en el después del después, en un universo pos-pos-apocalíptico en el que ya no queda nada. Apenas una comunidad de gentes condenada a vivir en el pasado sin electricidad, sin internet y con la única red social del bar de la esquina. Es lo que tienen las catástrofes y, en efecto, los zombis. Solo tienen dos cosas: miedo y la memoria de un tiempo muy anterior a todo que, según creen, fue mejor; un tiempo de gloria, reyes victoriosos, torneos a caballo, Shakespeare, flechas y honor. ¿Y si esto también fuera nada más que un cadáver semoviente?, se pregunta la propia película. Y si esto fuera y no fuera a la vez. Todo muy zombi.

«Como si se avergonzaran de la violencia cruda y conceptual de las entregas anteriores, ahora todo aparece barnizado por una redundante profundidad entre metafísica y solo melodramática que despista con la misma fuerza que fascina»

La primera escena hace soñar con lo mejor, que, en estos casos, suele ser lo peor. Un grupo de niños contempla en la tele a los queridos e inocentes Teletubbies y, de repente, la cosa se tuerce. La introducción sorprende por lo que se le supone a una inmejorable escena de terror y sorprende por refutar el final de la entrega anterior. Recuérdese, pese a los intentos de retener el virus en la isla, en la Gran Bretaña, la cosa acabó por desmadrarse y la última secuencia del trabajo de Fresnadillo nos colocaba en el mismísimo París al borde de todos los apocalipsis. Pues olvídenlo. Eso solo fue un sueño. El continente vive ajeno a la plaga, el virus sigue confinado en el Reino Unido e Irlanda probablemente, ahí se ha quedado, y las casi tres décadas que han transcurrido desde el origen de todo han servido, además de para ese retroceso a la arcadia pseudomedieval descrita arriba, para que el microbio de la ira haya mutado de formas tan diversas como, admitámoslo, desconcertantes. Muta el bicho y muta la película a cada paso que da.

Los problemas, que los hay, vienen a continuación y todos ellos son consecuencia de una ambición tan desmedida como incontrolada. 28 años después quiere serlo todo. Y todo a la vez sin el menor amago ni de pudor ni de rigor. No se conforma con ser melodrama familiar ni cinta de terror ni road movie distópica ni metáfora del Brexit (esto es muy obvio) ni procelosa especulación sobre la misma muerte ni apunte sociológico sobre el poder del odio… Ni se conforma a ser todo eso ni claudica ante la férrea voluntad de ser exactamente todo lo contrario. En su ideario está ampliar la mitología, imaginar una sociedad tan castigada por una amenaza que no cesa que se ha visto obligada a repensarse de cero. Garland y Boyle se rinden a la desmesura de la propuesta, digámoslo así, y abandonan cualquier intento de coherencia narrativa. Como si se avergonzaran de la deslumbrante sencillez, de la violencia cruda y conceptual de las entregas anteriores, ahora todo aparece barnizado por una redundante profundidad entre metafísica y solo melodramática que despista con la misma fuerza que, admitámoslo, fascina.

Por supuesto, la nueva entrega exhibe todo el virtuosismo visual de la saga. El publicitado método de rodaje con una infinidad de iPhones colocados sobre una plataforma consigue que las persecuciones vibren delante de la mirada del espectador con una energía muy cerca del pánico. Y lo mismo vale para el segmento de la película que literalmente convierte la pantalla en una catedral mortuoria custodiada por un Ralph Fiennes mítico, místico y ligeramente mesmérico (signifique esto lo que signifique). Impresiona, enamora y subyuga. Se diría, por tanto, que aquello de que el zombie es y no es a la vez parece ser de manera radical lo que es y no es 28 años después. En su deseo de ser y no ser a la vez, es y no es hasta una película. El final en forma de «continuará» con un cliffhanger ad hoc deja claro que la cosa no ha terminado. En efecto, solo es media película o, mejor, un tercio de las dos más que vendrán.

—

Dirección: Danny Boyle. Intérpretes: Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes, Jack O’Connell. Duración: 115 minutos. Nacionalidad: Reino Unido.

 Cultura

FacebookX TwitterPinterestLinkedInTumblrRedditVKWhatsAppEmail
‘Sirat’: on tu veus lo desert
Juliette en primavera: la depresión, la mujer, el cine y la vida (****)
Leer también
Cultura

Bruce Springsteen protesta contra Donald Trump en su concierto de San Sebastián: «Os pido que alcéis la voz y os unáis a nosotros contra el autoritarismo»

junio 22, 2025
Libros

A ningún lado

junio 22, 2025
Libros

En un vivero, como en las librerías, se entremezclan historias y emociones

junio 22, 2025
Libros

Inma Benedito: “La peña hetero no tiene la menor idea de cómo follamos las lesbianas”

junio 22, 2025
Cine

No vamos a ser más papistas que el Papa

junio 22, 2025
Libros

La vida de triunfador y la solitaria muerte a los 53 años de Carlos Marín, el español de Il Divo

junio 22, 2025
Cargar más

No vamos a ser más papistas que el Papa

junio 22, 2025

Emociones musicales en cuatro estaciones (Vivaldi aparte), la intimidad en prosa, verso y fotos de Camila Sosa Villada y Annie Ernaux y otros libros de la semana

junio 21, 2025

Fernando Costa: «El mundo del rap ha sido durante mucho tiempo un campo de nabos»

junio 10, 2025

Luis Tosar: «Existe el riesgo de banalizar los problemas de salud mental. Se están mercantilizando»

junio 11, 2025

Maria Arnal, un cohete directo a la cima de las folclóricas modernas en el escenario que ya vio crecer a Rosalía

junio 13, 2025

Estos son los cuatro finalistas definitivos de ‘Supervivientes’

junio 13, 2025

Que nos quiten lo bailado

junio 9, 2025

La isla de los tiburones

junio 14, 2025

Los manuscritos inéditos de Borges que dejan oír su voz: publican los cuadernos donde preparaba sus conferencias

junio 9, 2025

Fotografiar el subjuntivo

junio 12, 2025

    © 2024. EscritoredeÉlite. Todos los derechos reservados.
    • Aviso Legal
    • Política de Cookies
    • Política de Privacidad