Sylvie Pialat (París, 1960) coescribió varias películas dirigidas por su marido, Maurice Pialat, entre ellas Police y Van Gogh; también escribió la adaptación de la novela de Georges Bernanos, Bajo el sol de Satán (Palma de Oro en Cannes 1987). Tras la muerte de Maurice en 2003, después de 21 años viviendo y haciendo películas juntos, creó su propia productora, Les films du Worso. En 20 años, Sylvie ha producido más de cincuenta películas, trabajando con directores de todo el mundo, entre ellos, algunos españoles como Elena López Riera, Paco Plaza, Pablo Berger o Carlos Vermut. Más de veinte películas de las que ha producido han sido seleccionadas en Cannes, y dos recibieron nominaciones a los Oscar: Timbuktu (Largometraje internacional, 2015) y Robot Dreams (Largometraje de animación, 2024).
A propósito de la retrospectiva que la distribuidora Atalante le dedicará a la obra de Maurice Pialat (que comienzó este viernes 4 de julio con el reestreno de la que es probablemente su película más emblemática, A nuestros amores) durante todo el mes de julio y que a partir de septiembre también estará disponible en Filmotecas y otros centros culturales, conversamos con Sylvie sobre este homenaje, su relación con el cineasta, su visión de su cine y la vida, la era post Me Too y su interés por el cine español.
En primer lugar, me gustaría saber cómo te sientes respecto a esta retrospectiva que se le va a dedicar en España a Maurice Pialat con motivo del centenario de su nacimiento. ¿Crees que al ser uno de los grandes directores contemporáneos a la Nouvelle Vague (aunque no formara parte de ella) puede despertar un nuevo interés entre espectadores más jóvenes?
Aunque yo solo soy la intermediaria, me siento muy orgullosa de poder presentar las películas de Maurice hoy en España 20 años después de su muerte por el centenario de su nacimiento. Creo que la fecha no tiene mucha importancia a la hora de ver o volver a ver ciertas películas, y también espero que el público, incluso el joven público español, tenga ahora la pasión o la curiosidad de descubrir su cine, porque creo que sigue hablándonos y emocionándonos exactamente igual que años atrás por las diferentes cuestiones que aborda.
Os conocisteis en el rodaje de A nuestros amores (una de sus películas más icónicas), donde trabajabas como regidora. Desde entonces ya no os separasteis, fuiste su compañera de vida y trabajo durante veinte años, colaborando también en el guion de varias de sus películas. ¿Cómo miras ahora esa relación?
Quizá lo más peculiar de esos 20 años de relación sea que en realidad eran 24 horas al día de estar juntos, tal vez también como muchas otras parejas que viven y trabajan juntas. Recuerdo compartirlo todo; sobre todo, pequeñas cosas de nuestra vida como pareja de cineastas y también de la vida cotidiana. Maurice se interesaba por todo, tenía una inmensa curiosidad y siempre estaba hablando de muchas cosas, no necesariamente relacionadas con su cine. Pero yo tenía la sensación de que todo lo que veía penetraba en él y algún día se convertía en una película, como si fuera una suerte de aspiradora, y, en un momento dado, una película podía corresponder a lo que había visto y guardado en su memoria y mostrar toda esa vida que un día fue.
En el fondo, A nuestros amores habla de la necesidad humana de amar y ser amado, de desear y ser deseado…
Creo que todas las películas de Maurice hablan precisamente de eso. Creo que lo que más caracteriza a esta película es la adolescencia y todo lo que podemos vivir en esa etapa de la vida. Los primeros amores, la familia, el deseo, la amistad… Esos temas están muy presentes en A nuestros amores, pero también en otras películas suyas como La infancia desnuda o Van Gogh, e incluso en Bajo el solo de Satán. Esa necesidad de sentirse amado, pero, sobre todo, la duda de ser amado. En A nuestros amores está toda la fuerza de la energía de la juventud, pero también todas las ansiedades, las inseguridades, las inquietudes, el malestar que solemos sentir a esa edad.
La película también habla de la libertad sexual y vital de una mujer joven frente al puritanismo (un puritanismo todavía existente en parte de la sociedad). En relación a esta cuestión, a día de hoy, en plena era post Me Too y con bastantes casos en Francia de cineastas acusados de violencia sexual (algunos de estos sin resolver o pendientes de ello), ¿cómo te sientes o cuál es tu visión al respecto?, ¿cómo ves los cambios alcanzados?
Soy militante feminista desde los 15 años, es decir, desde 1975, y creo que hay cosas que se han movido, por ejemplo, la presencia de cada vez más mujeres en el cine, cosas muy positivas. Pero, en cuanto a la violencia, a las agresiones hacia las mujeres, si solo miramos las cifras la situación sigue siendo dramática. Y en Francia, las soluciones son exactamente las mismas que las de 1975, cuando yo era militante. Deberíamos tener una policía y jueces dedicados y formados para hacer frente a casos de violencia de género o sexual contra las mujeres, lugares para que esas mujeres agredidas puedan refugiarse y tener espacios seguros de acogida. No es tan complicado hacer todo esto, es sobre todo una decisión política, como siempre, pero en Francia estamos muy atrasados al respecto. Evidentemente, el Me Too ha hecho hablar, que casos que estaban ocultos salgan a la luz, pero tengo la sensación de que el mayor trabajo lo hacen las asociaciones, y debe ser desesperante para ellas que todo vaya tan lento.
Te hiciste productora tras la muerte de Maurice, con una interesantísima carrera en la que has producido tanto a grandes directores del cine francés como internacional. En los últimos años, ha habido un incremento de mujeres del ámbito del cine, como por ejemplo la actriz Kate Winslet, que han decidido dedicarse también a la producción. ¿Crees que esto también tiene que ver con la necesidad de las mujeres de llegar o transformar ámbitos de poder tradicionalmente ocupados por los hombres?
Efectivamente. Creo que esto también forma parte de esos avances que comentaba y que han llegado de forma natural con el tiempo. Ahora en Francia somos bastantes productoras, muchas más que cuando yo empecé, y creo que este cambio abre un camino que muestra que es posible llegar a una igualdad, aunque aún estemos lejos de lograrla. Aún así, la figura del productor creo que no es la más importante, al final, lo más importante tristemente son los financieros, los que aportan el dinero. En Francia, la directora de la televisión pública francesa es una mujer y hay una cuota para las realizadoras de televisión. Poco a poco, hay cosas que van sucediendo, que van ocupando su sitio, también me doy cuenta que ahora produzco muchas más mujeres que cuando empecé, y yo no pongo cuotas, pero sí se nota que hay una llegada, que cada vez hay más mujeres dentro del cine, y eso es importante, sin duda, porque aporta otras miradas, otra forma de ver y tratar los temas. Y sí, hay un progreso, pero solo estamos hablando de cine, nada más, de ningún otro ámbito.
Para terminar, en tu trayectoria como productora, también has producido a una serie de directores españoles que forman parte de un cine que trata de alejarse de lo convencional, ya sea con películas más de género, como por ejemplo, Paco Plaza, o más independientes. ¿Cómo ves el panorama audiovisual español actual? ¿Tienes especial interés por algunos directores o directoras?
España como Francia son países pequeños con un gran cine. Si Agustín Almodóvar ya no quiere producir a su hermano yo le produzco, no tengo ningún problema (risas). Admiro a muchos cineastas españoles y veo mucho cine español, también series españolas, como el resto del mundo, por cierto. Sobre todo, me parece increíble que en España se siga haciendo cine como se hace cuando es mucho más complicado que en Francia. No tengo preferencia por un género en particular, me gusta trabajar con directores que tienen un cine que admiro o que me interesa por alguna razón, pero también me gustan los directores que quieren trabajar conmigo. Con Paco Plaza fue un encuentro maravilloso con La abuela, un encuentro de amor por el cine inmenso, y con Elena López Riera también fue un encuentro muy importante para mí con Las novias del sur, un documental que me conmovió profundamente, y que estoy muy orgullosa de que hayamos conseguido llevarlo donde está (fue ganador del Premio César 2025 a Mejor cortometraje documental). Elena y yo tenemos muchas ganas de seguir trabajando juntas, pero también me encanta el trabajo de otras cineastas españolas como Carla Simón (que también tiene una mujer productora, María Zamora) o Pilar Palomero.
Sylvie Pialat (París, 1960) coescribió varias películas dirigidas por su marido, Maurice Pialat, entre ellas Police y Van Gogh; también escribió la adaptación de la novela de Georges Bernanos, Bajo el sol de Satán (Palma de Oro en Cannes 1987). Tras la muerte de Maurice en 2003, después de 21 años viviendo y haciendo películas juntos, creó su propia productora, Les films du Worso. En 20 años, Sylvie ha producido más de cincuenta películas, trabajando con directores de todo el mundo, entre ellos, algunos españoles como Elena López Riera, Paco Plaza, Pablo Berger o Carlos Vermut. Más de veinte películas de las que ha producido han sido seleccionadas en Cannes, y dos recibieron nominaciones a los Oscar: Timbuktu (Largometraje internacional, 2015) y Robot Dreams (Largometraje de animación, 2024). A propósito de la retrospectiva que la distribuidora Atalante le dedicará a la obra de Maurice Pialat (que comienzó este viernes 4 de julio con el reestreno de la que es probablemente su película más emblemática, A nuestros amores) durante todo el mes de julio y que a partir de septiembre también estará disponible en Filmotecas y otros centros culturales, conversamos con Sylvie sobre este homenaje, su relación con el cineasta, su visión de su cine y la vida, la era post Me Too y su interés por el cine español. En primer lugar, me gustaría saber cómo te sientes respecto a esta retrospectiva que se le va a dedicar en España a Maurice Pialat con motivo del centenario de su nacimiento. ¿Crees que al ser uno de los grandes directores contemporáneos a la Nouvelle Vague (aunque no formara parte de ella) puede despertar un nuevo interés entre espectadores más jóvenes? Aunque yo solo soy la intermediaria, me siento muy orgullosa de poder presentar las películas de Maurice hoy en España 20 años después de su muerte por el centenario de su nacimiento. Creo que la fecha no tiene mucha importancia a la hora de ver o volver a ver ciertas películas, y también espero que el público, incluso el joven público español, tenga ahora la pasión o la curiosidad de descubrir su cine, porque creo que sigue hablándonos y emocionándonos exactamente igual que años atrás por las diferentes cuestiones que aborda. Os conocisteis en el rodaje de A nuestros amores (una de sus películas más icónicas), donde trabajabas como regidora. Desde entonces ya no os separasteis, fuiste su compañera de vida y trabajo durante veinte años, colaborando también en el guion de varias de sus películas. ¿Cómo miras ahora esa relación? Quizá lo más peculiar de esos 20 años de relación sea que en realidad eran 24 horas al día de estar juntos, tal vez también como muchas otras parejas que viven y trabajan juntas. Recuerdo compartirlo todo; sobre todo, pequeñas cosas de nuestra vida como pareja de cineastas y también de la vida cotidiana. Maurice se interesaba por todo, tenía una inmensa curiosidad y siempre estaba hablando de muchas cosas, no necesariamente relacionadas con su cine. Pero yo tenía la sensación de que todo lo que veía penetraba en él y algún día se convertía en una película, como si fuera una suerte de aspiradora, y, en un momento dado, una película podía corresponder a lo que había visto y guardado en su memoria y mostrar toda esa vida que un día fue. En el fondo, A nuestros amores habla de la necesidad humana de amar y ser amado, de desear y ser deseado… Creo que todas las películas de Maurice hablan precisamente de eso. Creo que lo que más caracteriza a esta película es la adolescencia y todo lo que podemos vivir en esa etapa de la vida. Los primeros amores, la familia, el deseo, la amistad… Esos temas están muy presentes en A nuestros amores, pero también en otras películas suyas como La infancia desnuda o Van Gogh, e incluso en Bajo el solo de Satán. Esa necesidad de sentirse amado, pero, sobre todo, la duda de ser amado. En A nuestros amores está toda la fuerza de la energía de la juventud, pero también todas las ansiedades, las inseguridades, las inquietudes, el malestar que solemos sentir a esa edad. La película también habla de la libertad sexual y vital de una mujer joven frente al puritanismo (un puritanismo todavía existente en parte de la sociedad). En relación a esta cuestión, a día de hoy, en plena era post Me Too y con bastantes casos en Francia de cineastas acusados de violencia sexual (algunos de estos sin resolver o pendientes de ello), ¿cómo te sientes o cuál es tu visión al respecto?, ¿cómo ves los cambios alcanzados? Soy militante feminista desde los 15 años, es decir, desde 1975, y creo que hay cosas que se han movido, por ejemplo, la presencia de cada vez más mujeres en el cine, cosas muy positivas. Pero, en cuanto a la violencia, a las agresiones hacia las mujeres, si solo miramos las cifras la situación sigue siendo dramática. Y en Francia, las soluciones son exactamente las mismas que las de 1975, cuando yo era militante. Deberíamos tener una policía y jueces dedicados y formados para hacer frente a casos de violencia de género o sexual contra las mujeres, lugares para que esas mujeres agredidas puedan refugiarse y tener espacios seguros de acogida. No es tan complicado hacer todo esto, es sobre todo una decisión política, como siempre, pero en Francia estamos muy atrasados al respecto. Evidentemente, el Me Too ha hecho hablar, que casos que estaban ocultos salgan a la luz, pero tengo la sensación de que el mayor trabajo lo hacen las asociaciones, y debe ser desesperante para ellas que todo vaya tan lento. Te hiciste productora tras la muerte de Maurice, con una interesantísima carrera en la que has producido tanto a grandes directores del cine francés como internacional. En los últimos años, ha habido un incremento de mujeres del ámbito del cine, como por ejemplo la actriz Kate Winslet, que han decidido dedicarse también a la producción. ¿Crees que esto también tiene que ver con la necesidad de las mujeres de llegar o transformar ámbitos de poder tradicionalmente ocupados por los hombres? Efectivamente. Creo que esto también forma parte de esos avances que comentaba y que han llegado de forma natural con el tiempo. Ahora en Francia somos bastantes productoras, muchas más que cuando yo empecé, y creo que este cambio abre un camino que muestra que es posible llegar a una igualdad, aunque aún estemos lejos de lograrla. Aún así, la figura del productor creo que no es la más importante, al final, lo más importante tristemente son los financieros, los que aportan el dinero. En Francia, la directora de la televisión pública francesa es una mujer y hay una cuota para las realizadoras de televisión. Poco a poco, hay cosas que van sucediendo, que van ocupando su sitio, también me doy cuenta que ahora produzco muchas más mujeres que cuando empecé, y yo no pongo cuotas, pero sí se nota que hay una llegada, que cada vez hay más mujeres dentro del cine, y eso es importante, sin duda, porque aporta otras miradas, otra forma de ver y tratar los temas. Y sí, hay un progreso, pero solo estamos hablando de cine, nada más, de ningún otro ámbito. Para terminar, en tu trayectoria como productora, también has producido a una serie de directores españoles que forman parte de un cine que trata de alejarse de lo convencional, ya sea con películas más de género, como por ejemplo, Paco Plaza, o más independientes. ¿Cómo ves el panorama audiovisual español actual? ¿Tienes especial interés por algunos directores o directoras? España como Francia son países pequeños con un gran cine. Si Agustín Almodóvar ya no quiere producir a su hermano yo le produzco, no tengo ningún problema (risas). Admiro a muchos cineastas españoles y veo mucho cine español, también series españolas, como el resto del mundo, por cierto. Sobre todo, me parece increíble que en España se siga haciendo cine como se hace cuando es mucho más complicado que en Francia. No tengo preferencia por un género en particular, me gusta trabajar con directores que tienen un cine que admiro o que me interesa por alguna razón, pero también me gustan los directores que quieren trabajar conmigo. Con Paco Plaza fue un encuentro maravilloso con La abuela, un encuentro de amor por el cine inmenso, y con Elena López Riera también fue un encuentro muy importante para mí con Las novias del sur, un documental que me conmovió profundamente, y que estoy muy orgullosa de que hayamos conseguido llevarlo donde está (fue ganador del Premio César 2025 a Mejor cortometraje documental). Elena y yo tenemos muchas ganas de seguir trabajando juntas, pero también me encanta el trabajo de otras cineastas españolas como Carla Simón (que también tiene una mujer productora, María Zamora) o Pilar Palomero. Seguir leyendo
Sylvie Pialat (París, 1960) coescribió varias películas dirigidas por su marido, Maurice Pialat, entre ellas Police y Van Gogh; también escribió la adaptación de la novela de Georges Bernanos, Bajo el sol de Satán (Palma de Oro en Cannes 1987). Tras la muerte de Maurice en 2003, después de 21 años viviendo y haciendo películas juntos, creó su propia productora, Les films du Worso. En 20 años, Sylvie ha producido más de cincuenta películas, trabajando con directores de todo el mundo, entre ellos, algunos españoles como Elena López Riera, Paco Plaza, Pablo Berger o Carlos Vermut. Más de veinte películas de las que ha producido han sido seleccionadas en Cannes, y dos recibieron nominaciones a los Oscar: Timbuktu (Largometraje internacional, 2015) y Robot Dreams (Largometraje de animación, 2024).
A propósito de la retrospectiva que la distribuidora Atalante le dedicará a la obra de Maurice Pialat (que comienzó este viernes 4 de julio con el reestreno de la que es probablemente su película más emblemática, A nuestros amores) durante todo el mes de julio y que a partir de septiembre también estará disponible en Filmotecas y otros centros culturales, conversamos con Sylvie sobre este homenaje, su relación con el cineasta, su visión de su cine y la vida, la era post Me Too y su interés por el cine español.

En primer lugar, me gustaría saber cómo te sientes respecto a esta retrospectiva que se le va a dedicar en España a Maurice Pialat con motivo del centenario de su nacimiento. ¿Crees que al ser uno de los grandes directores contemporáneos a la Nouvelle Vague (aunque no formara parte de ella) puede despertar un nuevo interés entre espectadores más jóvenes?
Aunque yo solo soy la intermediaria, me siento muy orgullosa de poder presentar las películas de Maurice hoy en España 20 años después de su muerte por el centenario de su nacimiento. Creo que la fecha no tiene mucha importancia a la hora de ver o volver a ver ciertas películas, y también espero que el público, incluso el joven público español, tenga ahora la pasión o la curiosidad de descubrir su cine, porque creo que sigue hablándonos y emocionándonos exactamente igual que años atrás por las diferentes cuestiones que aborda.
Os conocisteis en el rodaje de A nuestros amores (una de sus películas más icónicas), donde trabajabas como regidora. Desde entonces ya no os separasteis, fuiste su compañera de vida y trabajo durante veinte años, colaborando también en el guion de varias de sus películas. ¿Cómo miras ahora esa relación?
Quizá lo más peculiar de esos 20 años de relación sea que en realidad eran 24 horas al día de estar juntos, tal vez también como muchas otras parejas que viven y trabajan juntas. Recuerdo compartirlo todo; sobre todo, pequeñas cosas de nuestra vida como pareja de cineastas y también de la vida cotidiana. Maurice se interesaba por todo, tenía una inmensa curiosidad y siempre estaba hablando de muchas cosas, no necesariamente relacionadas con su cine. Pero yo tenía la sensación de que todo lo que veía penetraba en él y algún día se convertía en una película, como si fuera una suerte de aspiradora, y, en un momento dado, una película podía corresponder a lo que había visto y guardado en su memoria y mostrar toda esa vida que un día fue.
En el fondo, A nuestros amores habla de la necesidad humana de amar y ser amado, de desear y ser deseado…
Creo que todas las películas de Maurice hablan precisamente de eso. Creo que lo que más caracteriza a esta película es la adolescencia y todo lo que podemos vivir en esa etapa de la vida. Los primeros amores, la familia, el deseo, la amistad… Esos temas están muy presentes en A nuestros amores, pero también en otras películas suyas como La infancia desnuda o Van Gogh, e incluso en Bajo el solo de Satán. Esa necesidad de sentirse amado, pero, sobre todo, la duda de ser amado. En A nuestros amores está toda la fuerza de la energía de la juventud, pero también todas las ansiedades, las inseguridades, las inquietudes, el malestar que solemos sentir a esa edad.

La película también habla de la libertad sexual y vital de una mujer joven frente al puritanismo (un puritanismo todavía existente en parte de la sociedad). En relación a esta cuestión, a día de hoy, en plena era post Me Too y con bastantes casos en Francia de cineastas acusados de violencia sexual (algunos de estos sin resolver o pendientes de ello), ¿cómo te sientes o cuál es tu visión al respecto?, ¿cómo ves los cambios alcanzados?
Soy militante feminista desde los 15 años, es decir, desde 1975, y creo que hay cosas que se han movido, por ejemplo, la presencia de cada vez más mujeres en el cine, cosas muy positivas. Pero, en cuanto a la violencia, a las agresiones hacia las mujeres, si solo miramos las cifras la situación sigue siendo dramática. Y en Francia, las soluciones son exactamente las mismas que las de 1975, cuando yo era militante. Deberíamos tener una policía y jueces dedicados y formados para hacer frente a casos de violencia de género o sexual contra las mujeres, lugares para que esas mujeres agredidas puedan refugiarse y tener espacios seguros de acogida. No es tan complicado hacer todo esto, es sobre todo una decisión política, como siempre, pero en Francia estamos muy atrasados al respecto. Evidentemente, el Me Too ha hecho hablar, que casos que estaban ocultos salgan a la luz, pero tengo la sensación de que el mayor trabajo lo hacen las asociaciones, y debe ser desesperante para ellas que todo vaya tan lento.
Te hiciste productora tras la muerte de Maurice, con una interesantísima carrera en la que has producido tanto a grandes directores del cine francés como internacional. En los últimos años, ha habido un incremento de mujeres del ámbito del cine, como por ejemplo la actriz Kate Winslet, que han decidido dedicarse también a la producción. ¿Crees que esto también tiene que ver con la necesidad de las mujeres de llegar o transformar ámbitos de poder tradicionalmente ocupados por los hombres?
Efectivamente. Creo que esto también forma parte de esos avances que comentaba y que han llegado de forma natural con el tiempo. Ahora en Francia somos bastantes productoras, muchas más que cuando yo empecé, y creo que este cambio abre un camino que muestra que es posible llegar a una igualdad, aunque aún estemos lejos de lograrla. Aún así, la figura del productor creo que no es la más importante, al final, lo más importante tristemente son los financieros, los que aportan el dinero. En Francia, la directora de la televisión pública francesa es una mujer y hay una cuota para las realizadoras de televisión. Poco a poco, hay cosas que van sucediendo, que van ocupando su sitio, también me doy cuenta que ahora produzco muchas más mujeres que cuando empecé, y yo no pongo cuotas, pero sí se nota que hay una llegada, que cada vez hay más mujeres dentro del cine, y eso es importante, sin duda, porque aporta otras miradas, otra forma de ver y tratar los temas. Y sí, hay un progreso, pero solo estamos hablando de cine, nada más, de ningún otro ámbito.
Para terminar, en tu trayectoria como productora, también has producido a una serie de directores españoles que forman parte de un cine que trata de alejarse de lo convencional, ya sea con películas más de género, como por ejemplo, Paco Plaza, o más independientes. ¿Cómo ves el panorama audiovisual español actual? ¿Tienes especial interés por algunos directores o directoras?
España como Francia son países pequeños con un gran cine. Si Agustín Almodóvar ya no quiere producir a su hermano yo le produzco, no tengo ningún problema (risas). Admiro a muchos cineastas españoles y veo mucho cine español, también series españolas, como el resto del mundo, por cierto. Sobre todo, me parece increíble que en España se siga haciendo cine como se hace cuando es mucho más complicado que en Francia. No tengo preferencia por un género en particular, me gusta trabajar con directores que tienen un cine que admiro o que me interesa por alguna razón, pero también me gustan los directores que quieren trabajar conmigo. Con Paco Plaza fue un encuentro maravilloso con La abuela, un encuentro de amor por el cine inmenso, y con Elena López Riera también fue un encuentro muy importante para mí con Las novias del sur, un documental que me conmovió profundamente, y que estoy muy orgullosa de que hayamos conseguido llevarlo donde está (fue ganador del Premio César 2025 a Mejor cortometraje documental). Elena y yo tenemos muchas ganas de seguir trabajando juntas, pero también me encanta el trabajo de otras cineastas españolas como Carla Simón (que también tiene una mujer productora, María Zamora) o Pilar Palomero.
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